A don Carlos Díaz Medina
Fuiste caballero entre los caballeros, señor entre los más distinguidos señores y amigo como el que más. Y un alcalde como la copa de un pino, más allá de cualquier ideología política, aunque, en ese sentido, la pudieras tener muy bien definida y clara. Simplemente con tu andar mostrabas tu carácter y personalidad, así como tu exquisita educación en las formas y en la manera en la que te dirigías a tus amigos y ciudadanos de nuestra querida Tacita de Plata. Dejaste y marcaste huella en esta tierra trimilenaria por la que tanto hiciste. Recuerdo, querido Carlos, cuando compartías conmigo, en esas de tantas charlas que nos pegábamos en nuestro barrio, todos los proyectos que marcaste durante tus dieciséis años en la alcaldía. ¡Cuántas anécdotas y vivencias!. Recuerdo, con especial cariño tu sonrisa cuando me narrabas todos los viajes que de joven hiciste con mi tío Juan, que gloria goce. ¡Mi tío te dejó marcado y tú a él!. El cariño que os profesaba tanto a mi padre como ti y la admiración de ambos por el uno y por el otro. Tus sonrisas y carcajadas a mandíbula batiente por tu proeza para convencer a mi padre a que fuera jurado en el COAC cuando recién habías aterrizado en la alcaldía. Tantos gaditanos que, ausentes o presentes, te debemos tanto por el amor y la pasión tan inmensas que, con tanta generosidad, siempre mostraste a Cádiz. Es justo, y de justicia, que ahora te recordemos siempre con el mayor agradecimiento de todo corazón. Y yo en especial, querido Carlos, pues, aunque en los últimos años tu estado de salud no permitió que pudiéramos vernos, nunca olvidaré esos cafés y esas tardes de charla en las Acacias y en la Gloria, allá en nuestro barrio, con nuestro querido amigo Enrique Maestre. Para mí siempre quedará grabado ese día en el que, de manera tan espléndida, me firmaste unas palabras para la obra que estaba preparando sobre la visita de Karpov a Cádiz en el año 1981. ¡Nunca olvidaré esas Navidades del año 2019 junto con nuestro amigo Enrique!. Ese texto inmortalizó la modesta obra que hice con tanto cariño en donde recordábamos lo que allí sucedió y cómo lo viviste. Hoy, querido Carlos, la pena de ‘tus ciudadanos’ nos invade, pero sabemos que vas a un lugar divino, como tú eras, donde te encontrarás con mi tío, mi padre, tus predecesores y con todos los gaditanos y amigos que un día decidieron emprender ese viaje que hoy has emprendido tú para pena de todo Cádiz. El cielo de Cádiz te ha recibido y la alegría allá en la gloria, con San Pedro plenamente emocionado de felicidad, no se ha hecho esperar. Aquí, en el Cádiz mortal, lloramos tu marcha. Me quedo con esos versos que hace un momento he recordado con mi amigo Juanelo de la comparsa Las coplas: “Que personas como Carlos Díaz son ejemplo de hombría y honor”. ¡Un abrazo de corazón con todo mi agradecimiento y un beso a la gloria, querido Carlos!.