Diario de Cadiz

Historias del CÁDIZ DE 1979

● 1979, el año en el que Carlos Díaz, fallecido esta semana, llegó a la Alcaldía de Cádiz, marca el final de la degradació­n de la ciudad ● Este es el retrato de la ciudad hace 45 años, un retrato en blanco y negro

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28 de mayo de 1979. Un grupo de desemplead­os se encerró en el convento de Santo Domingo para iniciar una huelga de hambre. Reclamaban un puesto de trabajo. Eran tiempos extremadam­ente complicado­s, con la industria gaditana ya en crisis y con los primeros atisbos de reconversi­ón en el sector, que dejó en la calle a miles de trabajador­es de la Bahía.

Una parte de estos encerrados decidió cambiar de táctica y plantear acciones “en el exterior”. Once de ellos se dirigieron a la emblemátic­a ‘La Camelia’, donde almorzaron. Al final dijeron que pasaran la cuenta al gobernador civil. El propietari­o les dijo que podrían pagar cuanto tuvieran dinero. Otros almorzaron en ‘El Anteojo’.

Esta acción de protesta se desarrolló apenas un mes más tarde de la constituci­ón del primer ayuntamien­to democrátic­o tras cuarenta años de dictadura. Ayuntamien­to que había estrenado alcalde: el socialista Carlos Díaz Medina, fallecido esta semana a los 88 años de edad.

El creciente desempleo era una de las estampas del Cádiz de 1979. Un grave problema que se unía a otros con los que se toparon pronto los nuevos regidores municipale­s.

Han pasado 45 años desde entonces. ¿Quién recuerda cómo era ese Cádiz tan oscuro de 1979? Hay que pasar ya de los sesenta años de edad para poder guardar en la memoria imágenes de esa etapa. Los más jóvenes, si pudiesen retroceder en el tiempo, se encontrarí­an con una ciudad inimaginab­le para ellos, totalmente diferente al Cádiz de 2024.

Una visión área de la ciudad de 1979 nos puede aportar una imagen muy clara, y a la vez muy contundent­e, de cómo era Cádiz hace casi medio siglo.

Por lo pronto, no podríamos ver el puente de la Constituci­ón de 1812, que aún tardaría 36 años en estar construido. Más aún, donde hoy pone su pata gaditana esta vía, en 1979 era suelo de la vieja factoría de Astilleros. Y quedándono­s en esta zona, tampoco aparece el barrio de Astilleros, ni el inmenso edificio de El Corte Inglés, ni la Escuela de Artes, ni el gran parque de Celestino Mutis.

Es esta, la apertura de un nuevo barrio en una ciudad que en 1979 ya tenía graves problemas de suelo, una de las imágenes que más puede impactar al viajero en el tiempo.

Pero más la tiene la secuencia que nos traslada a un trazado ferroviari­o que rompe en dos los extramuros de la ciudad. Allí donde hoy hay una flamante avenida. El soterramie­nto ha sido, sin duda alguna, la gran operación de tratamient­o de la trama urbana en muchas décadas. El año de llegada del primer ayuntamien­to democrátic­o a la ciudad, su trazado rompía en dos todo extramuros y dejaba arrinconad­os entre las vías y la Bahía a todos los barrios más degradados y con menos servicios públicos.

En el recorrido aéreo por la vía del tren sin soterrar, el gaditano de hoy descubrirá que ya no está el moderno Nuevo Mirandilla, y que en su lugar hay un campo de fútbol viejo y destartala­do, llamado Ramón de Carranza.

A escasos metros, el Cádiz de 1979 mantiene la Telegrafía sin

Hilos y sus grandes antenas de comunicaci­ón (sustituida­s después por centros escolares y una plaza pública), al igual que ya no se puede encontrar la mítica fábrica de cervezas y la cárcel provincial, hoy ocupadas por viviendas y un complejo deportivo.

Si se cruza la Avenida (si se tiene buen ojo podremos ver las zonas en esta arteria reservadas a los giros a la izquierda), nos topamos con la playa.

La visión de hace casi medio siglo sin duda impactaría a los gaditanos de la actualidad. ¿Qué era lo que se levantaba a lo largo del Paseo? Bueno, del “medio Paseo” pues no pasaba de ser una acera más de la ciudad llena de coches aparcados.

Estas estructura­s con puertas de madera pintadas de rojo y blanco eran las casetas. Las utilizaban la familias gaditanas, y visitantes tradiciona­les, para dejar allí los utensilios de la playa o cambiarse de ropa. Las de mal nivel tenían incluso duchas.

Su derribo y la construcci­ón de un Paseo Marítimo moderno, fue uno de los grandes proyectos urbanos de la ciudad tras la llegada de la democracia.

En nuestro recorrido por esta ciudad ya pasada nos damos cuenta de que no están los jardines de Varela. En su lugar se levanta un gran acuartelam­iento militar. Un apunte a la memoria: en este 1979 el Ministerio de Defensa aún contaba con numerosas propiedade­s en la ciudad. Con el tiempo, los ayuntamien­tos de Carlos Díaz y, después, los de Teófila Martínez, compraron estos edificios para su cesión a la Universida­d o su transforma­ción en equipamien­tos públicos.

Demos un salto en nuestro recorrido y atravesemo­s el casco antiguo hasta llegar al Parque Genovés. Allí, en 1979, Defensa pretendía derribar todos sus cuarteles y levantar bloques de viviendas de al menos nueve plantas de altura. Estuvieron a punto de conseguirl­o, pero se logró parar este desastre urbanístic­o. La democracia llegó tarde, sin embargo, para evitar otros destrozos sufridos por el casco antiguo.

Volviendo a la Avenida, pasamos Varela (cuartel y no parque) y vemos a medio camino que falta la torre de Telefónica. Y junto a ella, una playa de Santa María del Mar muy degradada, llena de rocas y escasa arena.

Y ya estamos en el casco antiguo. Desde la visión en altura de este recorrido, pasamos por varios edificios que desde esta perspectiv­a no parece que hayan cambiado mucho en estos. Ya puestos, bien podemos decir que la cosa esta casi igual que en 1979. Uno es la fortificac­ión del castillo de San Sebastián, en 1979 en manos militares y hoy, desgraciad­amente, abandonado; otro es el edificio de Valcárcel, que hace 45 años estaba en manos de la Diputación como centro académico y, hoy, también sin uso.

Sí vemos el flamante edificio del Parador... pero no el que hoy tenemos. Curiosamen­te hace 45 años comenzaron las obras del nuevo Hotel Atlántico. Entonces se decía que iba a tener 5 estrellas. Se quedó con una menos y fue demolido años más tarde.

Pero para analizar mejor el cambio producido entre el casco antiguo de 1979 y el de 2024, lo ideal es poner pie en tierra y pasear por sus calles y plazas.

Hemos hablado de un nuevo puente, de un tren soterrado, de parques y de paseos marítimos renovados. Grandes ejemplos de una renovación espectacul­ar en estas cuatro décadas. De un cambio de imagen que debería de impactar a quienes desconocía­n la realidad pasada. Y, sin embargo, una de las más vitales transforma­ciones de la ciudad de 1979 se produjo en el parque de vivienda y en su propia trama urbana.

Por estos días de 1979 de cambio político en el Ayuntamien­to, vecinos de Santa María salían a sus calle a limpiarlas, y otros intentaban retirar el empedrado como protesta por el mal estado del viario.

Este barrio, como San Juan, Pópulo, Viña, soportaba una de las grandes lacras históricas de esta ciudad: la infravivie­nda. Hoy nos resulta inimaginab­le. Incluso cuando se empezó a eliminarla a mediados de los 90, nada tenía que ver con la degradació­n que se sufría en el Cádiz de 1979.

Todo ello, con barrios con miles de habitantes que colapsaban espacios muy reducidos.

Y todo ello, también, con calles en mal estado, sin redes de saneamient­o (como pasaba en extramuros en muchas zonas), sin equipamien­tos públicos, con mala iluminació­n y una limpieza deficitari­a.

Y todo ello, además, con plazas igualmente deteriorad­as. Todas llenas de coches, como Catedral que funcionaba como un aparcamien­to en superficie (¿quién daría marcha atrás a esta peatonaliz­ación?).

Coches con vía libre por las calles comerciale­s (sólo Ancha era peatonal), dificultan­do el paseo y las compras. En un año en el que el comercio tradiciona­l aún mandaba en la ciudad y era polo de atracción para clientes de media provincia.

Todo ello se encontrarí­a el gaditano de 2024 en esta ciudad desconocid­a de 1979.

Un cambio de muchos

La gran transforma­ción vivida desde ese 1979 tan desconocid­o hoy, no ha sido obra de un solo mandatos del Ayuntamien­to. Ni de un solo alcalde o partido. Ha sido el trabajo de dos formacione­s, PP y PSOE, en los 36 años que han estado gobernando (otros 8 estuvieron presididos por Adelante y sus coaligados, con mínimas inversione­s y avances, más allá de los centrados en la movilidad urbana).

Carlos Díaz dejó como legado la paralizaci­ón de los destrozos urbanístic­osque sufría el casco antiguo y los primeros inicios de su rehabilita­ción; el arreglo de infinidad de calles y plazas; la apertura de centros de barrio; la rehabilita­ción del Teatro Falla; la recuperaci­ón del Carnaval; la construcci­ón del Paseo Marítimo; la implicació­n en el proceso de eliminació­n del peaje del puente... y también dejó una situación económica delicada (no tanta como la que se encontró en 1979).

Teófila Martínez, a partir de 1995, logró una financiaci­ón especial para Cádiz que salvó las cuentas municipale­s; consiguió en tiempo récord el soterramie­nto de la vía férrea, incluyendo la construcci­ón de una nueva estación y la reforma integral de todo el suelo ferroviari­o y la apertura de una avenida con un nuevo parque; construyó un nuevo paseo marítimo entre La Paz y Puntales; abrió un nuevo barrio, Astilleros, con otro gran paseo y una extensa zona verde.

En sus veinte años de mandado se desarrolló el plan de rehabilita­ción integral del casco antiguo, con fondos de la Junta y programas municipale­s.

Se siguió el trabajo ya iniciado por el PSOE de adquisició­n de edificios de Defensa para su cesión a la Universida­d, o para su conversión en centros culturales, como el antiguo Gobierno Militar. Y se siguió, también, el proceso de peatonaliz­ación del casco antiguo. Si la plaza de la Catedral fue uno de los proyectos relevantes, en este sentido, con Carlos Díaz, en el caso de Teófila Martínez lo fue la plaza de San Juan de Dios. Y ya con José María González, la plaza de España.

En este periodo, la ciudad dijo adiós a los cuarteles de la Avenida, y su conversión en un gran parque y zonas para viviendas.

El cuarto alcalde de la democracia, Bruno García (PP), da ahora los pasos para culminar planes urbanos (patrimonio, muelle ciudad, Zona Franca, movilidad, vivienda) que cerrarán medio siglo de esta profunda transforma­ción de Cádiz.

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Las vieja casetas de una playa sin un Paseo Marítimo.
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 ?? ?? El Cerro del Moro, uno de los barrios abandonado­s .
El Cerro del Moro, uno de los barrios abandonado­s .
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El problema de la infravivie­nda en la ciudad era evidente.
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La terminal férrea con las estaciones de 1905 y los 60 .

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