Unamuno también se hace detective NEGROSOBRE NEGRO
● Luis García Jambrina publica ‘El primer caso de Unamuno’ (Alfaguara), un thriller histórico en el que el célebre rector de Salamanca busca a un asesino
DESDE que en 1980 Humberto Eco nos regalara para la posteridad su espléndida El nombre de la rosa han sido muchos los escritores que han intentado encontrar la fórmula mágica para fusionar novela histórica y suspense. Estos alquimistas de las palabras no han dudado en convertir a personajes de carne y hueso en intrépidos investigadores a la caza del asesino cual si de Sherlock Holmes se tratara. El último ejemplo nos lo ha traído el zamorano Luis García Jambrina, un autor para quien el género no es desconocido (ya escribió una serie que tuvo a Fernando de Rojas como protagonista), y que ha publicado recientemente El primer caso de Unamuno (Alfaguara).
García Jambrina es doctor en Filología Hispánica y profesor de la Universidad de Salamanca, una ciudad en la que sitúa la trama de su última novela con un estilo cuidado, personajes redondos y una historia que va enredándose pero sin trampa ni cartón, ofreciéndole al lector todos los elementos necesarios para que le acompañe en un juego en el que el protagonista indiscutible es Unamuno.
La acción arranca en el crudo invierno de 1905. Enrique Maldonado, propietario de las tierras del municipio salmantino de Boada y cacique local, aparece brutalmente apuñalado en las afueras del pueblo. Los vecinos son los principales sospechosos de haberle dado muerte y Unamuno, que escribió un artículo incendiario para denunciar las condiciones de vida de los campesinos boadenses, decide investigar el crimen con la ayuda de Manuel Rivera, abogado defensor de los detenidos, y Teresa Maragall, una misteriosa anarquista.
Conforme vayan apareciendo nuevos cadáveres, el perfil público de Unamuno como intelectual de renombre y polémico rector de la Universidad de Salamanca, se verá dividido entre sus valedores y sus detractores, y su carácter indomable se topará con el poder y sus insidias, dificultando las pesquisas y poniendo en peligro muchas vidas, entre ellas la suya.
Durante la novela Jambrina va a conseguir algo nada sencillo, recordarnos ese influjo de Eco para relatar una España que arrancaba perezosa el siglo XX que acabaría por romperla por la mitad poco después.
Con un estilo directo y ágil, Jambrina es capaz de meternos en una trama criminal muy adictiva y que convierte a este thriller histórico en una buena opción para los amantes de este tipo de literatura.
No es la primera vez que vemos a literatos de la historia de España metidos a detectives. Ya hemos citado a Fernando de Rojas, del propio Jambrina, pero también está hasta Gonzalo de Berceo. La cuestión es construir una buena novela. Y el autor zamorano lo consigue.