PABLO GROSSO Y EL CAFÉ ROYALTY
EL Café Royalty está de luto. Pablo Grosso Goenechea perdió la vida de forma repentina y demasiado temprana el pasado jueves 7 de marzo. Este gran amigo mío personal contribuyó inmensamente al proyecto Royalty, de forma tan determinante que el ahora icónico Café Royalty no sería lo mismo y probablemente no existiría sin la ayuda incondicional que siempre me brindó.
Mi padre, en su enorme generosidad, solía decirme que las verdaderas personas generosas son aquellas que prestan y regalan sin esperar nada a cambio. Ese era Pablo, siempre dispuesto a hacerme cualquier favor a cambio de nada: sugerencias, asesoramiento, recomendación de personal, equipamiento de cocina, de sala o cualquier otra aportación al negocio que fuera necesaria. Solo tenía que pedirlo una vez y este hombre de pocas palabras y de inmenso corazón siempre respondía: “Cuenta con ello, Kiko”.
Pablo ya se fue y nunca podré agradecerle en vida toda su ayuda y amistad que me aportó en esta ciudad de Cádiz, donde lo conocí hace 17 años, siendo yo un foráneo. Lo descubrí trabajando el 99% de su vida y pude disfrutar de su amistad ese 1% fuera del trabajo.
En mis más de 50 años de vida y habiendo vivido en 4 continentes, jamás conocí una persona tan trabajadora y con tanta capacidad de superación. Me sorprendió cuando hablé con él por teléfono el día que cogía el avión para Tailandia y me dijo que se iba de vacaciones 15 días con su hija Carla y familiares. Estoy casi seguro de que fueron sus primeras largas vacaciones, desde que empezó su primer proyecto en la mítica Cabaña hace mas de 30 años. Largas vacaciones que terminaron siendo demasiadas cortas el sexto día de estancia.
Mi etapa en La Legión Española me enseñó el legendario credo legionario y, de los 12 espíritus, había dos en particular que me han perseguido el resto de mi vida. El espíritu de marcha, que comienza con: “jamás un legionario dirá que esta cansado hasta caer reventado”; y el espíritu de la muerte, que termina: “El morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde”. Pablo vivió toda su vida como un valiente y no paró hasta caer reventado. Que gran Caballero Legionario hubiera sido.
Trabajador inagotable (trabajaba 24 horas diarias porque el día no tenía 25), superhéroe gaditano por excelencia, infinita capacidad de superación y reinvención, siempre tenía mil proyectos en la cabeza y siempre tenía hambre por trabajar y emprender más. De broma yo siempre le decía a él, a los amigos y familiares: “Si hay una bomba nuclear en Cádiz, el único superviviente sería Pablo Grosso, el resto moriríamos todos”.
Al final este Superhéroe de la hostelería gaditana se nos fue demasiado pronto, dejando un vacío eterno que nadie podrá llenar. Nos dejó sin poder seguir disfrutando de los miles de buenos momentos y bromas que siempre nos traíamos entre los dos, sin poder disfrutar de las docenas de proyectos a futuro que, con certeza, hubiera seguido realizando.
Pero estoy seguro que su legado perdurará y quedará en los anales de la historia de esta gran bahía de Cádiz; quedará como ejemplo a seguir con sus múltiples negocios, sus más de 100 empleados y su gran nivel de profesionalidad.
Yo seguiré frecuentando sus establecimientos, y conversando con su personal buena gente de siempre. Y seguiré esta amistad con sus gerentes, Jesús y Eduardo, que tanto lo querían y la maravillosa familia Grosso Goenechea, su hija Carla, sus cinco hermanos y sus cientos de primos y familiares, todos ellos encantadores, y todos ellos te echarán de menos.
Ahora sí, amigo mío, ahora sí podrás descansar en el más allá, el gran déficit que este mundo injusto te tiene en deuda.
Así es, el Café Royalty está de luto con la pérdida de Pablo Grosso Goenechea.
Descansa, Pablo, tu hermano.