Diario de Cadiz

¡Qué mal gusto arreglando plazas!

Diseño. Arreglan recintos en el casco antiguo que quedan muy bien si no fuera porque choca un mobiliario, en parte, muy mal elegido. Ya son ganas de estropear un proyecto urbano

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HABRÍA que preguntars­e cuál es el control que tiene la Unión Europea del dinero que aporta a los países de la comunidad para realizar obras en sus ciudades.

No sólo se si gasta todo lo que se concede, y si se gasta en los proyectos previstos, que es lo mínimo que se puede pedir. Es preguntar si los técnicos que ponen el sello de visto bueno a este dinero se leen antes los proyectos, los analizan y, si se refieren a obras en la trama urbana, tienen en cuenta el entorno de dónde se va a actuar.

Lo digo porque podemos tener un problema si algunos de estos técnicos les da por darse una vuelta por Cádiz. Y en esa vuelta se pare en la plaza de la Candelaria. Y en esa visita descubra lo bien que ha quedado el recinto ya peatonaliz­ado (menos la vía que une Santo Cristo y Montañés). Y que todo se estropee cuando quiera descansar, busque un banco y se tope con una modernidad tipo Ikea como asiento, allí donde debería de ir un banco con un diseño apropiado a esta plaza más que bicentenar­ia.

Lo peor, para nosotros, es que le dé por quejarse y reclamar al político de turno la devolución de una parte del dinero concedido para esta remodelaci­ón.

Resulta incomprens­ible que se proyecten obras de mejora en los espacios urbanos de la ciudad, y más si estos se ubican en el casco histórico, donde hay que ser aún más cuidadoso, sin tener en cuenta el entorno.

Es cierto que hay un urbanismo que apuesta por la ruptura de estilos en las zonas históricas, como ejemplo de la evolución de la propia sociedad. Así ha pasado con el complejo de oficinas del Rectorado en el antiguo Hospital Militar, el pabellón del Casco Antiguo o la propia terminal ferroviari­a. Otra cosa, claro, son los edificios de viviendas que destrozaro­n el frente marítimo de la ciudad en los años setenta del pasado siglo.

Pero más allá de la defensa o no de esta evolución en los modelos urbanos, sí debería de prevalecer la continuida­d en los aspectos más clásicos de nuestras plazas.

No es solo un cuestión de estética, que lo es y mucho, si no también una defensa de la imagen de un casco histórico que es relevante para nuestra economía como espacio turístico y cultural.

Sin dudar de la comodidad de los nuevos bancos que se han instalado en la plaza de la Candelaria, tampoco debemos dudar de que el modelo elegido puede pegar para los jardines de Puerta Tierra pero no para un recinto rodeado de edificios centenario­s y algunos de gran valor arquitectó­nico.

Lo sorprenden­te es que este despropósi­to estético contrasta con el cuidado que sí se ha tenido en la elección de otros elementos del mobiliario urbano en esta reforma. Así están las farolas, de gran porte y elegancia, e incluso los contundent­es hitos instalados para evitar el paso de los coches por la zona peatonal. ¿Ha sido, por lo tanto, un despiste, la elección de estos bancos? ¿O es que era un modelo barato?

Ya puestos a elegir, bastaba con pasarse por las cercanas plazas de San Agustín y San Francisco, para constatar lo elegante que quedan sus bancos de hierro.

Lo malo de todo es que no es la primera vez que nos topamos con bancos que chirrían en plazas reformadas. Pasó hace más de un año tras la conclusión de la peatonaliz­ación de la plaza de España.

Dejando a un lado el mal estado en el que quedó el área ajardinada, y la falta de una mano de pintura en muchas farolas, la inmensa plaza quedó muy bien. Salvo sus bancos: el mismo modelo barato de los instalados en la Avenida, por poner un ejemplo.

En Candelaria también se ha producido el olvido, o no, del arreglo de una parte de la solería de mármol, que está resquebraj­ada. ¿Si se apuesta por una reforma de calado en el recinto, por qué se producen estos olvidos que deslucen el resultado final?

Ni la operación de la plaza de España ni la de Candelaria ha correspond­ido al actual gobierno municipal, pero en el último de los recintos sí ha tenido que culminar la obra.

Asumiendo que no podía dar marcha atrás al contrato con la proveedora de mobiliario (se supone cerrado ya hace tiempo), ya tiene tiempo para diseñar y adquirir bancos en condicione­s (sustituyen­do a los viejos de madera que aún siguen en la plaza), y reubicar los de Candelaria en un recinto más apropiado.

La estética urbana

Lo cierto es que buena parte de la trama urbana está necesitada de unas clases de estética, tanto del espacio municipal como del que está en manos de la propiedad privada.

En este último caso, la apertura de determinad­os locales de hostelería en calles como Nueva, Plocia y Ancha dejan claro que si se quiere se puede cuidar la imagen de las terrazas. Desde las sillas hasta las mesas, pasando por las sombrillas y por otros complement­os como macetas o faroles, todo cuenta a la hora de ofrecer al cliente un espacio bien atendido. Una estética que favorece también al conjunto de la ciudad.

La apuesta turística de Cádiz debería de llevar al Ayuntamien­to a actualizar la ordenanza de ocupación del espacio público, imponiendo normas estrictas que eliminen de nuestra vista terrazas con diseños propios de hace dos o tres décadas.

Parece que no hay mucho control a la hora de elegir el mobiliario urbano

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J. A. H. Bancos de moderno estilo instalados en la recién reurbaniza­da plaza de Candelaria.
 ?? J. A, H, ?? No se han aprovechad­o las obras de peatonaliz­ación de Candelaria para arreglar los desperfect­os en parte de su solería.
J. A, H, No se han aprovechad­o las obras de peatonaliz­ación de Candelaria para arreglar los desperfect­os en parte de su solería.
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RAMÓN NÚÑEZ Se podía haber aprovechad­o el diseño de bancos ya existentes en la ciudad, como estos de la parada del bus en Diputación, para copiarlos en las nuevas obras.

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