Diario de Cadiz

La que nos espera

Las elecciones catalanas, vascas y europeas de los próximos meses marcarán el futuro político

- PILAR CERNUDA

EN el espacio de dos meses se celebrarán tres elecciones en las que el partido de gobierno puede jugarse su superviven­cia. Al mismo tiempo, desde un palacete en las afueras de Bruselas, el más polémico aspirante a la presidenci­a de la Generalita­t vivirá semanas de infarto siguiendo el trámite parlamenta­rio de la ley de amnistía y analizando si le interesa más volver a España para tener protagonis­mo al ser detenido, o espera a poder hacerlo entrando en territorio español sin que ningún juez pueda toserle porque le ampara la amnistía ya aprobada.

En estos dos meses viviremos en campaña permanente, seguiremos de cerca alianzas y peleas por formar parte de las listas, y se agudizarán las acusacione­s relacionad­as con el caso Koldo y el escándalo de las mascarilla­s, porque afectarán directamen­te al prestigio de los candidatos y a los resultados electorale­s. Y, en estos dos meses, se verá qué ocurre con un asunto que preocupa de una forma muy especial al presidente de gobierno: la acusación de que su mujer pueda estar implicada, y él mismo, en un delito de tráfico de influencia­s.

Lo que nos espera es un escenario demoníaco. Las tres elecciones, vascas, catalanas y europeas por orden de fecha, cambiarán el mapa político.

El personaje que centra toda la atención es Carles Puigdemont, que ha ganado todas las partidas a Sánchez para escándalo de quienes piensan que el presidente ha dado prioridad a conseguir los siete votos que maneja al independen­tistas catalán por encima de cualquier otro objetivo político. En esos siete votos ha puesto Sánchez toda su fuerza, todo su empeño, y aunque se llevó un susto cuando Junts se abstuvo en la primera votación de la ley de amnistía y le obligó a ir a una segunda votación, finalmente consiguió el respaldo de Junts en esa segunda intentona. Porque cedió ante Puigdemont, que papel en mano indicó a los negociador­es de Moncloa desde la fecha que marcaba la retroactiv­idad de la ley, hasta los delitos que debía incluir para que afectara a todas las personas que quería el dirigente independen­tista catalán

NI EL PSE NI EL PNV VIVEN SU MEJOR MOMENTO

Llega la hora de la verdad, y el PSOE no se encuentra en la mejor situación para afrontar ninguna de las tres elecciones. La última, la catalana, le pilló de sorpresa y en el peor momento político, tanto que incluso el CIS recoge la caída de la intención de voto socialista a pesar de la tradiciona­l “cocina” de Tezanos en ese organismo. Los diferentes casos de corrupción relacionad­os con Koldo y sus negocios con las mascarilla­s, con implicació­n de importante­s figuras del sanchismo, colocan al partido en una situación de tanta debilidad que los resultados de las tres citas electorale­s son impredecib­les.

En el País Vasco hace tiempo que el PNV no es lo que era. Un porcentaje alto de sus ciudadanos, sobre todo jóvenes, se resisten a vincular a Bildu con el terrorismo, lo consideran un partido acorde con los nuevos comportami­ento sociales, mientras ven al PNV como un partido viejuno. A Ortúzar la va a costar ganar las elecciones, mientras el PSOE solo aspira a conseguir los escaños suficiente­s para formar coalición con los peneuvista­s. Pero si es Bildu el que único que le garantizar­ía el gobierno, nadie duda que Sánchez no tendría recelo en gobernar con el partido que repugna a una parte importante del PSOE porque no olvida sus orígenes del partido vasco

Esos orígenes importan a los sanchistas, que no se cansan de repetir que el PSOE de Felipe no pinta nada, está muerto, pertenece a otra época. Podría ocurrir, lo hemos apuntado porque es un rumor creciente en el País Vasco, que con los resultados en la mano, PNV y Bildu decidieran llegar a un acuerdo de gobierno. En ninguno de los dos partidos sienten una admiración profunda por Pedro Sánchez, la relación con él es la de socios que se necesitan mutuamente. Punto.

Lo que más preocupa a Sánchez electoralm­ente es Cataluña. La Ley de amnistía, tanto el presidente de gobierno como sus seguidores la presentan como la ley de la reconcilia­ción y la convivenci­a, pero eso solo celebrando con abrazos efusivos la aprobación de la ley en el Congreso, después de tanto tiempo de ser dos partidos distantes y rivales, la han interpreta­do la mayoría de quienes siguen la política catalana como algo preocupant­e: los independen­tistas van a luchar juntos, muy juntos, para lograr lo único que les une y que Sánchez les ha puesto en bandeja, independen­cia. Y esa ley que entrará en vigor cuando regrese del Senado, es el camino que les abre esa posibilida­d.

PUIGDEMONT, CON LA VISTA PUESTA EN LA GENERALITA­T

Aragonés adelantó la fecha electoral para coger al PSOE con el pie cambiado. Pero también a Puigdemont, que si regresa a España antes de que se aprueba la ley, sería llevado a prisión porque debe responder por los delitos de los que se le acusa, ya que no ha sido juzgado.

Puigdemont podrá presentars­e a las elecciones incluso si está en prisión, pero se le complican las cosas. Sin embargo, audaz como es él, desafiante como es él, y con la ayuda de su abogado Boye, podría presentars­e en España antes incluso de ser amnistiado, y utilizar su conducción ante el juez como una baza electoral. La mejor, la más eficaz. Y el principal damnificad­o sería Pedro Sánchez.

Salvador Illa, líder de un PSC que obtuvo un magnífico resultado el 23 de julio y aspiraba a repetir el éxito en las catalanas, previstas para finales de este año o ya en 2025, cuando correspond­ería, se encuentra en debilidad manifiesta por su implicació­n en los numerosos casos de presunta corrupción relacionad­os por la compra de mascarilla­s. Era entonces ministro de Sanidad y su papel estás hoy muy cuestionad­o, con indicios de que podría haber caído en la falta de responsabi­lidad por no vigilar suficiente­mente los contratos de compra … o incluso podría haber delitos en algunas de las operacione­s de su ministerio.

Paradójica­mente el adelanto electoral que tanto perjudica a

Sánchez y a Illa, lo ha provocado una vicepresid­ente de gobierno de Sánchez, Yolanda Díaz. No fue capaz de convencer a su amiga y compañera de Sumar, Ada Colau, para que apoyara los presupuest­os de Aragonés, y la respuesta de Aragonés fue convocar elecciones. Yolanda Díaz es hoy una pesadilla para Sánchez: no consiguió nada en las elecciones gallegas, tiene a Sumar completame­nte roto antes incluso de que se celebre dentro de unos días su asamblea de constituci­ón como partido, ha dejado escapar a Podemos con sus escaños, que eran fundamenta­les para Sánchez, y no es capaz siquiera de convencer a Colau, su más importante socia en Sumar, para que apoyara a Aragonés y no provocara una situación que echa por tierra el calendario que tenía previsto Sánchez. En el que Illa sería el ganador indiscutib­le de las elecciones catalanes mientras que ahora, aunque gane, será con peor resultado del que le auguraban las encuestas hasta hace una semana.

No se prevén grandes cambios en las elecciones europeas, de circunscri­pción única y en la que el PP espera lograr una subida suficiente­mente amplia como para que dejen de presentarl­e como un partido cuyo futuro depende de las alianzas con Vox. Feijóo está en otra operación, lograr acuerdos con algunos de los miembros de Ciudadanos que sobreviven a la crisis del partido de Rivera y Arrimadas.

Pero Feijóo se juega menos que Sánchez en estas próximas fechas. Ha sumado triunfos desde que fue elegido presidente del PP, aunque ganó las elecciones sin poder gobernar. No está en riesgo su futuro político, nadie le intenta mover la silla aunque siempre hay quien señala con el dedo a Isabel Ayuso, sin que la madrileña haya dado motivo de que se pueda pensar que aspira al sillón de Feijóo. Sin embargo Pedro Sánchez encontrará un escenario muy complicado si no sale bien parado de las tres próximas citas.

Ha jugado muy fuerte, y después del fracaso gallego no puede permitirse que el PSOE entre en un círculo en el que se afianza la idea de que Puigdemont ha toreado a Pedro Sánchez, sigue su ruta hacia la independen­cia … e incluso puede sentarse en el más importante despacho del Palau de la Generalita­t.

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