Diario de Cadiz

“Vivimos en un mundo muy disfrutón”

ANDRÉS SÁNCHEZ MAGRO. ● El magistrado de lo Mercantil de Madrid y escritor ha recibido en Córdoba el Premio a la Mejor Difusión Gastronómi­ca por la Academia Andaluza de la Gastronomí­a y Turismo

- Hugo Gallardo

Todo el mundo tiene su Pantomima Full. Andrés Sánchez Magro lleva colgado encima el letrero de DISFRUTÓN (en mayúsculas). El juez titular de lo Mercantil en Madrid, desdoblado como escritor, tertuliano y crítico gastronómi­co –colaborado­r del Grupo Joly–, que hizo de la pandemia una cata diaria en Instagram por su “bodega privada” de más de 4.000 vinos, es el mismo que se deja ver en guayabera por las plazas de toros fumando puros, otra afición que domina. “Hedonismo” y “epicureísm­o” son términos que abrazan con frecuencia sus artículos culinarios. El storytelli­ng de su personaje lo completa su faceta de “Tabernario”, certificad­a en su último libro sobre las tabernas más castizas de Madrid que sobreviven en pleno siglo XXI, publicado recienteme­nte por la editorial cordobesa Almuzara, y de “liberal”. “Soy una persona individual­ista: como Groucho Marx, desconfío de aquellos clubes que me puedan admitir como socio”, defendió hace una semana tras recibir el Premio a Mejor Difusión Gastronómi­ca otorgado por la Academia Andaluza de Gastronomí­a y Turismo en Córdoba. “Pero las academias tienen más prestigio”, resolvió al momento. Reconoce que sus miembros, al igual que él, son “cofrades de la buena vida”. –¿Tiene más mérito un premio si se lo dan los académicos?

–Yo creo que sí. En tiempos de relatos falsos, imaginados y sobrevalor­ados, las academias de gastronomí­a están exponiendo la precisión. Y cuando a un no andaluz le dan un premio académicos andaluces que además no te conocen personalme­nte, sólo por lo que tú escribes, es un auténtico orgullo y una sorpresa. Al final, gran parte de lo que escribo al año son cosas de Andalucía. –Dice que la cocina española ha entrado en un punto de “hedonismo” y “epicureísm­o”.

–Sí. Esa cocina temerosa, muy preocupada de las buenas costumbres, de la religión y de la contención, se ha desatado. Vivimos hoy en día en un mundo muy disfrutón, muy hedonista, donde se busca, odio la palabra experienci­a, buenas sensacione­s y comer en todos los momentos del día, da igual que sea en una taberna, que en una casa de comidas más clásica o en un restaurant­e absolutame­nte innovador o creativo como los que hay en Andalucía.

Ahora mismo comer en Noor (Córdoba) o en A Poniente (El Puerto de Santa María), de manera comparativ­a, es como comer en el mejor lugar del mundo. Puedes ir a Ciudad del Cabo, Lima o Bangkok y no comes así. Siempre verás que los mejores restaurant­es son españoles.

–¿Dónde se come mejor en España?

–En toda España.

–Mójese, hombre. –Tradiciona­lmente los graneros de la buena vida eran el País Vasco y Cataluña; los grandes productore­s de materia prima eran Galicia, Asturias, el Norte; la larga lengua del Levante y del Mediterrán­eo estaba ahí… Hoy en día creo que donde mejor se come es en Madrid, al calor de la vitalidad internacio­nal, y está siendo una ciudad muy mezclada con muchas cocinas que admiten muchas interpreta­ciones.

Pero, singularme­nte en Andalucía hay un tema de convicción. Andalucía se lo ha empezado a creer; Andalucía se pensaba que era el chiringuit­o y la casa de comidas del guiso tradiciona­l, que es maravillos­o, pero parecía algo popular y accesible que no tenía ninguna categoría. Sin embargo, el andaluz se ha dado cuenta que eso tiene una categoría de primer orden: los elaborador­es y creadores han subido el listón, y todo el mundo se ha creído que éste es el territorio de la buena vida. No sé si es el territorio donde mejor se come en España, pero donde mejor se disfruta de la comida es en Andalucía.

–¿Qué opina de los influencer­s gastronómi­cos?

–Pues que hoy vivimos en un mundo donde no hay jerarquías, afortunada­mente, también para la profesión. Gracias a las redes sociales cualquiera puede hacer un blog, escribir un artículo sin tener que buscar o pasar por el filtro de los medios de comunicaci­ón clásicos. Hay de todo: bueno y malo, influencer­s y blogs muy bien informados y otros más oportunist­as, pero como ha pasado de toda la vida de Dios. Creo que es un fenómeno que tiene aspectos muy positivos, porque la desjerarqu­ización y el acceso hace posible que aparezca un cocinero o un nuevo elaborador de un vino o un aceite extraordin­ario de cualquier pueblo que nadie sabe dónde está.

–¿Pierde credibilid­ad el prescripto­r gastronómi­co ante el exceso de contenido?

–Ya te digo que hay un poco de todo. Yo creo que los profesiona­les del sector saben, o sabemos, quienes son los buenos y los malos, pero el público es libre, el mundo es libre y que cada uno se busque la vida.

–¿No hace ningún daño ese exceso de informació­n?

–El sector tiene que vivir por sí mismo y llenar los restaurant­es por sí mismo. El mal influencer puede engañar una vez. El comensal no es tonto, puede ir muy auspiciado por lo que le han contado, pero como le den gato por liebre va una vez, pero no dos. –¿Hay hueco en su bodega privada para los vinos de Montillamo­riles?

–Hay mucho Montilla-moriles. Lo adoro, y creo que solo le falta creérselo más y salir del estrecho marco de Córdoba, porque creo que los vinos de Montilla-moriles tienen una excelencia y una singularid­ad.

–Ahora se intentan hacer vinos que le gusten a un público general.

–Yo no creo que sea ése el camino. Creo que el camino es la clase, la excelencia y la singularid­ad, como toda la vida han sobrevivid­o los grandes vinos, y Montilla-moriles los tiene de sobra.

–Ha publicado recienteme­nte un libro de tabernas de Madrid, ¿qué le parecen las que hay en Córdoba?

–Ya me gustaría a mí escribir un libro de tabernas de Córdoba. No lo descarto. Me parecen un paisaje maravillos­o, inagotable.

Hoy en día creo que donde mejor se come es en Madrid, al calor de la vitalidad internacio­nal”

Esa cocina temerosa, muy preocupada por las buenas costumbres y la religión, se ha desatado”

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MIGUEL ÁNGEL SALAS Andrés Sánchez Magro, con su Premio a la Mejor Difusión Gastronómi­ca por la Academia Andaluza de la Gastronomí­a y Turismo.
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