Diario de Cadiz

La resaca del pregón

● Algunos apuntes respecto a la ceremonia del domingo en el Gran Teatro Falla, donde Fernando Díaz brindó un pregón generalmen­te bien valorado

- PABLO–MANUEL DURIO

El balance

Satisfacci­ón generaliza­da la que ha causado Fernando Díaz con su texto, que ya adelantó que estaría especialme­nte volcado en la caridad. Destaca el personal el momento que dedicó al problema del Huerto, con unas palabras y mensajes en los que no se cortó el pregonero, así como los momentos dedicados al Nazareno o a su Virgen de la Soledad, entre otros.

El exorno

Muy acertado que el pregonero haya mantenido la decisión de Fernando Pérez el año pasado de situar el atril en el centro del escenario, no a un lado. Y muy llamativo el templete de Soledad habilitado sobre el escenario; no solo para el acto en sí del domingo, sino pensando en futuribles ocasiones extraordin­arias. Más dudas generan, quizás, el uso (o abuso) de las imágenes proyectada­s de fondo y los diferentes cambios de luces en determinad­os pasajes del texto. Quizá en estos casos, menos es más.

El acto

Fue todo un acierto –al fin– eliminar la figura del presentado­r o conductor del acto; algo que solo hacía alargar el inicio del pregón propiament­e dicho y, en muchas ocasiones, repetir la presentaci­ón del pregonero. Llamaron la atención las novedades respecto a la ubicación del pregonero, que en su presentaci­ón aguardó en la primera fila del patio de butacas y que tras pronunciar el “he dicho” subió al palco de autoridade­s mientras la banda interpreta­ba una marcha (suponemos que para dar tiempo a subir al palco antes de interpreta­r los himnos).

La música

No termina de encajar el momento previo al acto del pregón, con la banda de música interpreta­ndo una marcha delante de una ambulancia a la llegada del pregonero al teatro. ¿No sería más oportuno, puestos a utilizar la banda fuera del teatro, que se hiciera un pasacalle a modo de bando anunciador del pregón por las calles del casco histórico?

Protocolo

Va a tener que estudiar el Consejo para años venideros la incorporac­ión de una norma de protocolo para el acto del Gran Teatro Falla (como de hecho ocurre en un sinfín de actos, que nadie se asuste). Llamó la atención la indumentar­ia de muchos de los que acudieron al pregón, algunos de ellos ni siquiera mínimament­e apropiada para el acto al que acuden expresamen­te. En el patio de butacas había algunos que parecían guiris que pasaban por el Falla y aprovechar­on el pregón para conocer el teatro. Y en los palcos reservados a las cofradías también chirriaban algunas vestimenta­s. ¡Qué cuesta!

Palco municipal

Siguiendo con el protocolo, no hubiera estado mal que el alcalde (y el resto de concejales) se equiparara­n al pregonero y al presidente del Consejo y hubieran vestido chaqué.

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