La resaca del pregón
● Algunos apuntes respecto a la ceremonia del domingo en el Gran Teatro Falla, donde Fernando Díaz brindó un pregón generalmente bien valorado
El balance
Satisfacción generalizada la que ha causado Fernando Díaz con su texto, que ya adelantó que estaría especialmente volcado en la caridad. Destaca el personal el momento que dedicó al problema del Huerto, con unas palabras y mensajes en los que no se cortó el pregonero, así como los momentos dedicados al Nazareno o a su Virgen de la Soledad, entre otros.
El exorno
Muy acertado que el pregonero haya mantenido la decisión de Fernando Pérez el año pasado de situar el atril en el centro del escenario, no a un lado. Y muy llamativo el templete de Soledad habilitado sobre el escenario; no solo para el acto en sí del domingo, sino pensando en futuribles ocasiones extraordinarias. Más dudas generan, quizás, el uso (o abuso) de las imágenes proyectadas de fondo y los diferentes cambios de luces en determinados pasajes del texto. Quizá en estos casos, menos es más.
El acto
Fue todo un acierto –al fin– eliminar la figura del presentador o conductor del acto; algo que solo hacía alargar el inicio del pregón propiamente dicho y, en muchas ocasiones, repetir la presentación del pregonero. Llamaron la atención las novedades respecto a la ubicación del pregonero, que en su presentación aguardó en la primera fila del patio de butacas y que tras pronunciar el “he dicho” subió al palco de autoridades mientras la banda interpretaba una marcha (suponemos que para dar tiempo a subir al palco antes de interpretar los himnos).
La música
No termina de encajar el momento previo al acto del pregón, con la banda de música interpretando una marcha delante de una ambulancia a la llegada del pregonero al teatro. ¿No sería más oportuno, puestos a utilizar la banda fuera del teatro, que se hiciera un pasacalle a modo de bando anunciador del pregón por las calles del casco histórico?
Protocolo
Va a tener que estudiar el Consejo para años venideros la incorporación de una norma de protocolo para el acto del Gran Teatro Falla (como de hecho ocurre en un sinfín de actos, que nadie se asuste). Llamó la atención la indumentaria de muchos de los que acudieron al pregón, algunos de ellos ni siquiera mínimamente apropiada para el acto al que acuden expresamente. En el patio de butacas había algunos que parecían guiris que pasaban por el Falla y aprovecharon el pregón para conocer el teatro. Y en los palcos reservados a las cofradías también chirriaban algunas vestimentas. ¡Qué cuesta!
Palco municipal
Siguiendo con el protocolo, no hubiera estado mal que el alcalde (y el resto de concejales) se equipararan al pregonero y al presidente del Consejo y hubieran vestido chaqué.