Patear el avispero
He desarrollado una pulsión masoquista. No entiendo que haya ido al cine a ver una película sobre la educación pública después de que una alumna se haya cagado en mis muertos, otro haya celebrado la noticia de mi marcha y un grupo de bachilleres le hayan dicho a su tutora que mis clases son muy pesadas y que no explico lo suficiente. Los pasajes comentados de ‘La Celestina’ de tres fuentes diferentes y mis repasos diarios no bastaron para evitar que uno de ellos afirmara que Melibea era una prostituta. En el oficio más antiguo del mundo le dan a uno por culo con menos frecuencia. La película se titula ‘Radical’, y cuenta la historia real de Sergio Juárez, un profesor que trabaja en el colegio de un barrio marginal de México. Algunos de sus alumnos no pueden asistir a clase porque deben cuidar a sus hermanos pequeños, y otros son captados por las mafias.
El primer día, les cuenta una fábula: un burro cayó dentro de un pozo; como el animal era viejo y el pozo estaba seco, su dueño pensó que no valía la pena rescatarlo y decidió enterrarlo. Tras cada palada, el burro rebuznaba, consciente de su final. Sin embargo, unos minutos después, se sacudió la tierra y aprovechó ese montículo para trepar y salir del pozo con más fuerza que nunca. Sergio alienta a sus pupilos destacando su potencial. Como el caso de Paloma Noyola, una chica de altas capacidades que sueña con ser astronauta. Vive con su padre en una chabola al lado de un vertedero. Sergio le entrega un folleto de la NASA sobre unas becas para estudiantes. Su padre se opone, y le pide al profesor que deje de meterle pájaros en la cabeza. Pero cambia de opinión cuando encuentra un telescopio construido por ella con los desechos del basurero. En la vida real, Paloma ganó un concurso matemático a nivel nacional, y fue bautizada como la ‘futura Steve Jobs’.
El director le ruega a Sergio que “no patee el avispero”. Hay que huir de discursos condescendientes y exhortar a los jóvenes a coger el timón de sus vidas asumiendo sus responsabilidades y evitando cualquier excusa. Hace unos días, un ex alumno contactó conmigo por Instagram: me dijo que estaba muy interesado en la poesía. Me envió su última obra y me pidió consejo para expresarse mejor. Su mensaje me emocionó después de tantas faltas de respeto. Suspiré recordando una cita de Henry Adams: “Un maestro afecta a la eternidad; nunca sabe dónde termina su influencia”.
José Gabriel Real (Correo)