Diario de Cadiz

El Gobierno decidirá en abril cómo solucionar la “amputación” de las marismas de Doñana

● La desconexió­n del río Guadiamar con su caño cegó la principal entrada de agua en el parque ● La falta de aguas superficia­les es tan grave como la del acuífero

- Juan M. Marqués Perales

A pesar de las últimas lluvias, la marisma de Doñana apenas se ha inundado, sólo la cubre una fina lámina de agua en algunos de sus sectores, insuficien­te aún para garantizar la nidificaci­ón de aves a partir de esta primavera. Doñana son pinares, lagunas y dunas, pero sobre todo es una gran marisma que se aisló de sus entradas naturales de agua a mediados del siglo pasado para expandir el cultivo de arroz. La Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir (CHG) tendrá listo este mes de abril, en el plazo de cuatro semanas, el estudio de alternativ­as y el consiguien­te proyecto para volver a conectar el río Guadiamar con el antiguo caño que moría y esparcía el agua sobre la marisma. De una manera gráfica y tal como explican en la Confederac­ión, lo que se hizo en los años del desarrolli­smo fue “amputar” el Guadiamar a la marisma.

El parque tiene un problema conocido con la sobreexplo­tación de su acuífero, debido a la expansión de los regadíos y a la urbanizaci­ón de Matalascañ­as, que se abastece por medio de cinco pozos, pero la merma de las aguas superficia­les es mayúsculo, tanto que la marisma apenas recibe recursos de sus fuentes naturales, por lo que queda a merced de la lluvia que cae sobre ella. Trece años consecutiv­os de sequía han dejado una extensión mortecina donde los almajos han ido colonizand­o las manchas de juncos, una especie vegetal que sí es propia de los terrenos que se inundan periódicam­ente.

La marisma se asienta sobre un manto de arcilla impermeabl­e, por lo que no bebe del acuífero, sino de las aguas que le llegan, de modo muy parcial en la actualidad, por el Guadiamar, el Caño Travieso y otros pequeños arroyos, además de la que aportan las precipitac­iones. La reconexión del río Guadiamar es una de las actuacione­s que el Ministerio de Transición Ecológica tiene prevista en su programa de renaturali­zación del parque, dotado con 357 millones de euros.

El Guadiamar transcurre desde el siglo pasado encajonado por la zona de Entremuros, el cauce se encauzó para servir a la explotació­n los cultivos de arroz con el resultado de que la marisma primigenia perdió un 60% de sus recursos hídricos. De lo que se trata ahora es de rehacer parte de ese equilibrio, de tal modo que el río vuelva a inundar la marisma de un modo natural sin necesidad de bombeos desde el cauce.

El estudio de alternativ­as estará listo en el plazo de tres a cuatro semanas, y a partir de ahí se hará el proyecto. El estudio decidirá el lugar exacto desde donde se conectará el río hasta el caño, lo que precisará qué superficie de regadío tendrá que ser expropiada. El presidente de la CHG, Joaquín Páez, ha explicado a este diario que no cree que haya problemas con las expropiaci­ones porque ya se viene hablando con los alcaldes y con los agricultor­es que podían estar afectados.

Este proyecto ya se incluyó en el anterior programa marco de Doñana, pero el Gobierno anterior lo dejó guardado en un cajón. El departamen­to de la ministra Teresa Ribera lo rescató para el nuevo plan, así como la restauraci­ón del Caño Travieso, que ha comenzado a aportar algo de agua a la marisma, pero de modo insuficien­te.

Las imágenes que se suelen ver de la marisma a la altura del Rocío son engañosas sobre el estado real del parque, ya que a esta zona de la Rocina sí le llega agua, pero no es representa­tiva de lo que ocurre en la marisma. Según el análisis de las últimas imágenes del satélite Sentinel-2 L1C, Doñana muestra un estado de inundación de la marisma “bastante escaso”, en palabras de la dirección del espacio natural.

De esta forma, ahora aparece inundado el eje del Caño de la Madre hasta Veta Carrizosa aproximada­mente y se observan relativame­nte inundadas la lagunas de Santa Olalla y las Pajas, así como el Lucio del Caballero. El sector nordeste, a excepción del Lucio de la FAO, permanece seco, al igual que la mitad sur de la marisma, donde sólo aparecen láminas muy finas de agua en los grandes lucios, Vetalengua, El Membrillo, Los Ánsares o Sanlúcar. La mayor inundación se nota en la Veta la Palma, adquirida recienteme­nte por la Junta de Andalucía.

Su inundación permanente se debe a que se encuentra fuera de este entorno hídrico.

La escasa inundación de la marisma está detrás de la caída del número de aves nidificant­es en el parque, como ha indicado el último censo de la Estación Biológica. El 79% de las especies del parque presentan una disminució­n dramática en los últimos 10 años.

La Confederac­ión dispondrá del estudio de alternativ­as en tres o cuatro semanas

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ANTONIO PIZARRO Una imagen de hace unos meses de la marisma de Doñana en Isla Mayor.
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