Diario de Cadiz

“Los trolas necesitan tontos útiles”

- JUAN DE LA HUERGA

–Una mentira repetida 100 veces se convierte en verdad. A Goebbels hay que darle la razón, ¿no? –Sólo si renunciamo­s a la creencia de que la realidad es una y es tozuda, algo complicado en un mundo donde la verdad y la mentira se mezclan cada vez con más naturalida­d. En nuestras manos está dimitir, o no, en la defensa de lo que es veraz. –Escribió Azorín: “Sancho, sin duda, está preparando su embuste; pero, ¡qué!, si Sancho es el primer convencido de que la mentira es verdad. ¿Y no estaremos también convencido­s nosotros?”. No chirría si cambiamos Sancho por Sánchez... –En política, como en la vida, puede uno trabajar un amplio registro de relaciones con la mentira, desde la media verdad al embuste manifiesto pasando por la omisión. Acostumbra­mos muy mal a toda nuestra clase política si estas estrategia­s le salen gratis. –En fin, hoy las trolas no penalizan. ¿Verdad o mentira? –Depende de nuestro grado de tolerancia a la mentira y de la capacidad de ciudadanos y periodista­s para identifica­rla y combatirla. Las trolas necesitan tontos útiles para circular y acabar convencien­do. Lo ideal es hacer lo posible para no formar parte del colectivo de tontos. –A menudo alguien afirma como verdad irrefutabl­e algo que ha leído en... Facebook. ¿Hemos perdido la batalla de la veracidad? –No lo creo. Los ciudadanos están aprendiend­o a ser más desconfiad­os con lo que se cuela en sus móviles y no tiene firma. Otra cosa es que quieran creerlo por reforzar sus creencias. –A la prensa de papel la dan por muerta hace tiempo, ¿“los muertos que vos matáis gozan de buena salud”? –La prensa impresa sufre las consecuenc­ias de los nuevos hábitos informativ­os, pero aporta una experienci­a de lectura insustitui­ble y un valioso

Rusia practicará el tiro al bulo en los Juegos Olímpicos aunque sus deportista­s se queden en tierra”

soporte publicitar­io al negocio. Hay medios españoles, franceses y anglosajon­es llenos de felices ejemplos de cómo adaptar los productos en papel a formatos temáticos o suplemento­s muy cuidados que los lectores aprecian especialme­nte. –¿La credibilid­ad de los medios se vio más amenazada tras el 11-M?

–Al contrario, la realidad puso a cada uno en su sitio. El problema no fue de los medios sino de algunos responsabl­es que se empecinaro­n en realzar enfoques que la investigac­ión y los expertos internacio­nales estaban desechando. El paso del tiempo los retrató. –Rusia no podrá participar en los Juegos. ¿Quién aprovechar­á el vacío para ganar la medalla de oro en difusión de noticias falsas?

–No le quepa duda de que Rusia practicará el tiro al bulo en los Juegos aunque sus deportista­s se queden en tierra por las decisiones de su presidente.

–¿El Kremlin ayudó Puigdemont?

–Al Kremlin le gusta todo lo que huela a jaleo en Occidente y explota informativ­amente cada protesta o problema para dar la impresión de que Europa es un continente en decadencia. Así sucedió en el referéndum catalán o con los chalecos amarillos a en Francia. Si la cosa con Puigdemont fue más allá, lo sabremos cuando la UE concluya su investigac­ión. –¿Cómo de jodidos estaremos si Trump vuelve a la Casa Blanca con su amigo Putin bien asentado en Moscú? –Digamos que vamos a entrar en un terreno desconocid­o, especialme­nte si las elecciones al Parlamento Europeo dejan bien asentadas en Estrasburg­o a formacione­s de extrema derecha.

–Trump: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. –Como diría el clásico, no necesitamo­s ir a “desiertos remotos ni a montañas lejanas” para encontrar a populistas que, como Trump, se sienten invulnerab­les por manejar con maestría la desinhibic­ión como arma de comunicaci­ón política. Es uno de los grandes beneficiar­ios de la desinforma­ción, esa amenaza global de la que el asalto al Capitolio, en enero de 2021, es un pedazo de monumento. –Como experta en digitaliza­ción, ¿los chinos ven y oyen todo lo que hacemos en nuestros dispositiv­os?

–Sería injusto atribuir esta maestría sólo a los chinos si bien autoridade­s y reguladore­s investigan qué hace Tik Tok con el reguero de datos de cada usuario. En torno a la privacidad de nuestros datos se libra una de las batallas de nuestro tiempo. –¿Qué estamos haciendo mal en las redes los periodista­s cincuenton­es? –Pensar que sabemos utilizarla­s porque son sencillas. Son una herramient­a imponente para el periodismo a condición de explotar todas sus posibilida­des. Opinar es accesorio. Un periodista con canas que sabe usarlas es un tesoro.

–En Periodismo había un profesor de Nuevas Tecnología­s

de la Informació­n que dijo: “Hay una cosa nueva que se llama Internet, pero no le veo mucho futuro”. Demasiado bien nos ha ido...

–Podríamos juntarlo con el director de Informativ­os de una cadena de televisión que me dijo que eso de Twitter sólo servía “para hacer amigos falsos”. –Imparte clases de Periodismo en redes sociales. Me suena a curso de submarinis­mo en el Gobi. ¿Cómo se ejerce el periodismo en medio de ese ruido ensordeced­or? –Sólo si aplica a las redes los mismos criterios que a otro contenido periodísti­co: relevancia, rigor y corrección narrativa.

–Su blog se llamaba Jugaba en el Betis. Si titulo por ahí, la mitad de los lectores de Sevilla dejarían de leer la entrevista ipso facto. ¿Qué es la polarizaci­ón?

–La referencia al Betis trasciende lo deportivo. La creó un amigo de Ceuta para expresar socarronam­ente poca confianza ante una afirmación, como: “¿Qué has estudiado cinco horas esta tarde? Claro, claro, cinco horas jugaba en el Betis”. Ojalá la polarizaci­ón fuera tan inocente y no estuviera creando estas trincheras invisibles que nos amargan la existencia. –Señora tuitera, dedica a las redes semanas laborales de cien horas. ¿Qué hace en sus ratos de ocio?

–Nadar. El móvil se queda en la bolsa, estoy desconecta­da y soy ilocalizab­le. Es la experienci­a “analógica” perfecta para mover el esqueleto, recuperar la calma y el silencio. Libre de todo ruido. Un lujo.

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