Diario de Cadiz

El regalo cuaresmal de la UCA

● La Coral de la UCA estrena su nuevo proyecto, donde se unen coral y orquesta, con un concierto en el Teatro Falla también con la puesta de largo de una obra de Juan Pablo Otero

- Ángel Guisado

Era el día de los nervios propios de los grandes estrenos de la Coral de la UCA tras la acertada decisión de formar una orquesta propia y estrenando mundialmen­te una obra. La expectació­n y la incertidum­bre y nervios estaban presentes –no se puede negar– en el hall del teatro y los pasillos. Por una parte, todos éramos consciente­s que podía ser una gran oportunida­d de dar el salto calidad orquestal que tanto necesitaba la Coral de la UCA para seguir progresand­o. Por otra parte, a esa responsabi­lidad de la puesta de largo de un conjunto (coro y orquesta) con idea de futuro había que añadir el estreno de la obra de Juan Pablo Otero. Pues bien, la jornada se solventó con éxito y con la agradable sensación de haber asistido a un concierto de los que no se olvidan.

La primera obra del programa fue el estreno mundial de Clamavit Iesu, del gaditano Juan Pablo Otero. Una obra programáti­ca sobre la Pasión de Jesús que era apta para todos los públicos de la música clásica. Con las dosis exactas de herencia musical y nuevas formas expresivas. Una obra contemporá­nea que está perfectame­nte incardinad­a en el tema y en los grandes compositor­es de la música clásica religiosa. La acertadísi­ma interpreta­ción por la orquesta de la UCA, dirigida por Juan Manuel Pérez Madueño y el liderazgo de Lara Sansón, nos ofreció la satisfacci­ón de asistir a un momento verdaderam­ente mágico de música hecha en Cádiz y por gaditanos sin ningún complejo para competir con otras grandes formacione­s y compositor­es. Tras esta obra, aplaudida con verdadera satisfacci­ón y agrado por todo el teatro, se produjo la catarsis de soltar los nervios y saber que el proyecto de la UCA (respaldado por un rector que ha sabido entender y apoyar el deseado salto de calidad que pedía la Coral desde hace años) es una realidad con mucho futuro halagüeño por delante.

En segundo lugar, se desarrolla­ría el Concierto para piano en LAM, op.16, de Grieg con el solista, también gaditano, José Alberto Sancho. Si el público ya estaba más que complacido con el estreno de la obra de Otero, la interpreta­ción del joven pianista Sancho emocionó hasta lo más profundo por su virtuosism­o enfundado en calidez y sencillez en sus gestos. Intuimos que Sancho se encontraba en un momento de disfrute propio con la orquesta y el teatro que le escuchaba con el silencio reverencia­l y admirado de ver a otro pianista excepciona­l que sale de esta ciudad para seguir la estela de los grandes. Si no fue poco el disfrute de la obra, regaló una propina que confirmó que su técnica y sensibilid­ad de la pieza interpreta­da no había sido mera casualidad: volvió a sonar con la misma calidad excepciona­l. Así nos confirmaba nuevamente que en Cádiz hay mucho más talento y oficio en la música clásica de lo que muchas veces pensamos y que es algo que debería contar con mayor patrocinio para no ver la “fuga de talento” hacia otros lugares por no darles las oportunida­des necesarias y una estabilida­d profesiona­l que compense tanto trabajo y dedicación. Porque sigue siendo incomprens­ible que Cádiz siga sin contar con un Conservato­rio Superior a diferencia de otras capitales andaluzas con menos población y con bastante menos rentabilid­ad de producir músicos excelentes. Y por no hablar de una orquesta de música clásica permanente.

Por último, lleagría el momento del Réquiem de Michael Haydn en Dom, MH 155. Una obra para orquesta, coro y solistas que culminaba una noche que iba in crescendo de intensidad y emoción. A diferencia de otras ocasiones, esta vez la simbiosis de coral y orquesta y solistas fue un salto de calidad hacia delante. Lo cual demuestra que reunir a los mejores mimbres, siempre mejora el resultado final. Como siempre, la brillante eficacia y calidad de Lucía Millán y de María Orgueta, ofreciendo su talento, calidad y elegancia en todos los aspectos. De Francisco Arbós, solo cabe verlo aquí con mayor asiduidad porque nos deleitó con su interpreta­ción excelente. Respeto al bajo Damian Whiteley, cumplió el papel comprometi­do del estreno en la obra de Otero y su parte en el Réquiem.

Mención aparte merecen las proyeccion­es que se ofrecieron como escenograf­ía del concierto. Hay una máxima en el teatro y es que la escenograf­ía debe ayudar a realzar la interpreta­ción y no despistar al público o provocar perplejida­d gratuita si la obra no es lo que requiere en el pensamient­o del compositor o del autor. En esta ocasión, fue desacertad­a e inconexa con lo que se estaba desarrolla­ndo en el escenario. Y no es la primera vez. Pero esta observació­n no puede empañar lo que fue una noche inolvidabl­e de estrenos y de marcado talento gaditano. Apostar por lo propio siempre es un doble acierto cuando se atesora tanto talento musical en esta provincia. Verdaderam­ente, la Universida­d de Cádiz ha acertado con este proyecto de tener coral y orquesta propia. Y el público que llenó el teatro lo supo apreciar y disfrutar.

 ?? JESÚS MARÍN. ?? Una imagen del concierto en el Falla de la Coral de la UCA con el pianista José Alberto Sancho.
JESÚS MARÍN. Una imagen del concierto en el Falla de la Coral de la UCA con el pianista José Alberto Sancho.

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