El sector hostelero respira con los ingresos del fin de semana en El Puerto
● El mal tiempo en Semana Santa afectó a sus negocios y los beneficios generados por la motorada vienen a paliar aquellas pérdidas
El sector hostelero de El Puerto, o al menos una parte de él, respira aliviado con los beneficios obtenidos durante el fin de semana del Gran Premio de Motociclismo. La actividad desarrollada durante los días de motorada, les ha permitido recuperarse de las pérdidas de Semana Santa, que fue bastante floja debido a la inestabilidad meteorológica, que dejó a la gente en sus casas al no salir las procesiones e impidió a los establecimientos de hostelería usar las terrazas, en especial los negocios del centro histórico.
Ante la falta de un atractivo turístico y cultural poderoso y permanente o de un tejido empresarial fuerte para mantener los negocios de hostelería durante todo el año, este sector se mueve mediante parámetros de temporalidad, con lo cual durante el invierno depende para su supervivencia de los eventos festivos o de otra índole que atraen a visitantes y turistas o son capaces de sacar de sus casas a los ciudadanos, con el consumo que ello genera.
Para llegar al verano con cierto desahogo, el negocio hostelero cuenta con la Semana Santa para adquirir un remanente que le permita aguantar hasta la temporada alta, algo que no ha ocurrido este año.
La llegada de las motos y en general el buen tiempo ha permitido a la hostelería recuperarse. Aún reconociendo que la motorada, es un evento “estresante, ruidoso e incómodo”, también para los hosteleros, ya que cualquier fallo en los suministros, aparatos eléctricos o de otro tipo, puede dar al traste con la frenética actividad que despliegan, para este sector “el invierno es malo”, y en Semana Santa es cuando “se levanta cabeza”, lo que no ha ocurrido este año.
Por este motivo, el fin de semana de las motos “ha sido perfecto”, afirma Francisco José Gómez Real, del Bar la Herrería. “El negocio nos ha venido bien para tapar los agujeros que no pudimos tapar en Semana Santa”, añade.
La tendencia actual es que los moteros comiencen a llegar un poco antes, de manera que el jueves ya hubo actividad, y este año “ha sido un poco mejor de lo habitual”. El viernes, sábado y domingo, el negocio fue similar a otras motoradas, es decir “bueno”, llegando a su punto álgido el sábado por la noche, mientras el domingo, después de la carreras, se da por finalizado el evento, los visitantes no suelen volver a la ciudad y emprenden desde Jerez el regreso a sus lugares de origen.
Los ingresos turísticos generados durante las motos se quedan en El Puerto y durante el evento los pedidos del sector hostelero superan lo habitual en otras fechas. “Somos el sector terciario y por debajo de nosotros hay más gente y muchas empresas y negocios. El Puerto depende mucho de la hostelería”, confirma el dueño del bar La Herrería.
Otra característica de estas fechas es que marca un punto de inflexión en el que se incrementa el número de contrataciones de cara al verano, unas contrataciones que los hosteleros precavidos deben mantener la mayor parte del invierno, ya que en junio, julio y agosto, tratar de encontrar trabajadores bien cualificados es difícil, de manera que para contar con una buena plantilla cuando llegan esos meses hay que empezar desde ahora.
Por último, los hosteleros consultados
La tendencia de estos años apunta a que los moteros adelantan su visita y llegan el jueves
temen el impacto que pueda tener en el sector la posibilidad de que la celebración del Gran Premio de Motociclismo vaya rotando, y sea cada dos años en Jerez, en lugar de todas las temporadas, como ahora. Están convencidos de que si eso ocurre, cualquier fallo en alguno de los eventos de invierno les pondrá en una situación difícil, y se verán obligados a pedir créditos para poder mantener a flote sus negocios. “El año que viene la vamos a pasar canutas”, asegura de manera gráfica Gómez Real.
En el caso de la hostelería tradicional, bares y restaurantes, los ingresos del trabajo del verano sirven para sobrevivir en invierno, como en la fábula de la cigarra y la hormiga.