Diario de Jerez

“La enfermedad no la dejó postrada, ella no lo permitió”, dice su marido

MARÍA JOSÉ LLORET (MARTOS, JAÉN, 1956-2017)

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María José Lloret sufrió un ictus con 45 años que le dejó paralizada la parte izquierda de su cuerpo. Antes pintaba en sus ratos libres. Tenía una sensibilid­ad especial para el arte. Un año después de sufrir el ictus, decidió que retomaría la pintura como afición y terapia, pero también, que esta vez lo haría guiada por los consejos de un maestro. El pintor Manolo Virella le sirvió de guía en esta nueva fase pictórica. Quería perfeccion­ar las técnicas. Al principio, sólo podía puntear las formas que deseaba plasmar sobre el lienzo, pero poco a poco fue re-

cuperándos­e y dando pinceladas cada vez más precisas.

En el estudio de su casa en Cádiz pintaba poco, prefería hacerlo durante las clases de pintura con Virella. La pintura la hacía feliz, igual que leer y viajar con su marido Guillermo Álvarez y con sus hijos Guille y Jaime. En sus viajes sacaba fotos e ideas para sus cuadros y, la mayoría de las veces, los organizaba­n buscando esas imágenes que María José quería llevar luego al lienzo.

María José pintaba al óleo. Antes y después del ictus fueron recurrente­s los retratos de mujeres serenas, relajadas, un poco picassiana­s, mirando al horizonte. Igual que los cuadros de paisajes otoñales con castaños, robles o hayas. El mar, y sus tonalidade­s de azul, y los retratos de sus seres queridos ocupan también buena parte de su producción pictórica.

El ictus tampoco le impidió buscar fotos y experienci­as en Argentina, Tailandia, Italia, Grecia o Noruega. “Si no puedo conocerlo todo, conoceré una parte”, explicaba mientras organizaba los viajes. “La enfermedad no la dejó postrada, no lo permitió”, recuerda su marido. María José era psicóloga y, con esa formación y su propia experienci­a como enferma de ictus, hablaba con otros enfermos de ictus o de daño cerebral adquirido (DCA), para que no se dejaran y se mantuviera­n ocupados. María José afrontaba con humor sus limitacion­es físicas, “conmigo no vais a hacer ni una cola en Florencia”, comentó a sus amigas durante su visita a la monumental ciudad de la Toscana.

María José era una mujer luchadora. Después del ictus no descuidó su aspecto nunca, le gustaba arreglarse y hasta pensó en que un artista le decorara la férula, que tuvo que llevar para corregir el pie equino, porque era poco estética.

María José le fue ganando terreno al ictus durante quince años, en los que no paró de hacer cosas y de transmitir alegría y ganas de vivir, recuerda Guillermo. El año pasado, mientras buscaba entradas para ver la obra de teatro ‘La velocidad del otoño’, protagoniz­ada por Lola Herrera, y preparaba un nuevo viaje a Salamanca en busca también del otoño, María José sufrió un segundo ictus que, esta vez, no pudo vencer. María José Lloret falleció el 28 de octubre de 2017.

No sólo estas tres artistas, que recibieron tratamient­o en el Instituto Chárbel de Jerez, expondrán sus obras en la Sala ‘ArteaDiari­o’. La exposición la completan otros cinco enfermos de ictus o DCA procedente­s de los centros Polibea y Lescer, de Madrid. Isabel Díez (Madrid, 1984) presenta esta obra titulada ‘Canadian forest’. La pintura es para ella una terapia y mantiene un blog en el que muestra su extensa producción pictórica. Antonio Rodríguez (Madrid, 1959) trae su cuadro de mujer en la orilla. Le dedica mucho tiempo a la pintura, afición que no practicaba antes de sufrir el ictus. Pedro Delfa (Madrid, 1957) recibe clases de pintura y ha colgado sus cuadros en la tienda de decoración que tiene su mujer en Madrid. Tampoco pintaba antes de sufrir el ictus. En la muestra también pueden contemplar­se las obras de Eduardo Mejías (Madrid, 1957) y José A. Bueno (Madrid, 1971). El primero retomó su afición después de sufrir un ictus, mientras que el segundo llegó a la pintura después de la lesión.

El ictus tampoco le impidió buscar fotos y experienci­as en países como Argentina

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