Serrano Cueto presentará en la Fundación Caballero Bonald su libro sobre Italo Calvino
Será el próximo 18 de enero, a las 19,30 horas, con la introducción de José María García López
En los años 80, Antonio Serrano Cueto, entonces un joven sin demasiado conocimiento de la literatura italiana, se sintió sacudido por la imaginación, el humor y la poesía de ‘El barón rampante’, de Italo Calvino, un deslumbramiento que creció con la lectura de los otros volúmenes de esa trilogía, ‘Nuestros antepasados’, que completaban ‘El vizconde demediado’ y ‘El caballero inexistente’. El hoy catedrático de Filología Latina de la Universidad de Cádiz, poeta y narrador, comprobó entusiasmado que el universo de Calvino no se agotaba ahí, y concluyó gracias a obras como ‘Las ciudades invisibles’ o ‘Seis propuestas para el nuevo milenio’ que estaba ante un creador inagotable y genial. Con los años, Serrano
Cueto (Cádiz, 1965) empezó a preguntarse si el italiano tenía en España, ahora, pasado ya aquel entusiasmo que generó en los 80, el reconocimiento que merecía, especialmente cuando “algunos escritores amigos, lectores doctos y exigentes, me confesaron que sólo habían leído uno, dos, o a lo sumo tres libros suyos, entre los que solían estar los títulos que a mí me sirvieron de iniciación”.
Desde esa inquietud el investigador gaditano redactó ‘Italo Calvino. El escritor que quiso ser invisible’, un ambicioso acercamiento al autor de ‘Si una noche de invierno un viajero’ que se alzó meses atrás con el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías. Un trabajo que se presentó entonces en la Fundación Cajasol –que promueve este galardón junto con la Fundación José Manuel Lara– junto también a ‘A Boy Walking. Bob Dylan y el Folk Revival de los sesenta’, la obra con la que el músico y escritor Jesús Albarrán Ligero (La Palma del Condado, Huelva, 1988) plasma la primera etapa del cantautor y ganador del Premio Nobel, uno de los creadores más icónicos de la cultura del siglo XX pero también un hombre huidizo e inaprensible tras su descomunal celebridad. El libro mereció el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos, un respaldo que celebra su autor.
Serrano Cueto contradice a su protagonista, que creía que la vida de un literato “no tenía importancia, pues lo sustancial es su obra”. El especialista reconoce que la documentación para el proyecto fue “complicada. Muchos de los que coincidieron con él han muerto. Cerré un encuentro con su jardinero, pero antes de que nos viéramos se cayó y fue hospitalizado. No me fue posible hablar con su viuda, que murió en 2018, pero antes, por una amiga común, supe que no recibía a nadie. Con la hija contacté con mucho esfuerzo y fue esquiva. A través de un bufete de abogados me comentó que prefería estar al margen, aunque sí resolvió algunas dudas”.
Esta discreción con la que se comportan los familiares coincide con el pudor que tuvo en vida este hombre “extremadamente tímido”, al que se puede ver en un vídeo de los Encuentros de Formentor casi escondido tras Elio Vittorini y “balbuceando, aunque según Natalia Ginzburg impostaba un poco esa timidez, que luego en las reuniones de la editorial Einaudi se mostraba fuerte de carácter. Pero le reprochaba a Pasolini, con el que se llevaba muy bien, su exhibicionismo, que estuviese tanto en los medios. Creía que un intelectual debía saber callarse”.
Entre otras cuestiones, la biografía aborda el desengaño de Calvino con el Partido Comunista. “Cuando estalla el mayo del 68, él ya está en otra historia”, expone Serrano Cueto. Para el editor Ignacio F. Garmendia, la “independencia” del autor es una de sus principales virtudes. “A menudo, cuando se habla de disidentes se alude a gente adocenada, que no se atreve a distanciarse de las consignas de su partido. Calvino fue muy valiente en ese sentido”.