Diario de Jerez

LAS PERLAS QUE REGALA UN ARZOBISPO ANDALUZ

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@grupojoly.com

EN la España enconada de las redes sociales hay gente decidida a alegrarle la jornada a sus seguidores, a ser cirineos voluntario­s para aliviar la carga de las cruces particular­es que no se ven pero existen, a generar una sonrisa al prójimo y a fortalecer la fe y el ánimo de tantos necesitado­s. Cuánto se agradecen algunos saludos matutinos que son mucho más que un cumplido, mucho más que un rito cotidiano, muchísimo más que el preámbulo de rigor de cada amanecida, que ese buenos días carente de calidez que muchos aplican de forma automática antes de empezar la actividad. Ocurre cada día con los mensajes con los que obsequia a sus seguidores un prelado andaluz como Juan del Río, arzobispo castrense de España. Más allá de la atención a la Casa Real y a los Ejércitos, don Juan dedica cada mañana a difundir un mensaje relacionad­a con la actualidad que no lo mejoran ni los expertos en eso que conocemos como coaching. El suyo es un uso modélico de las redes sociales para hacer el bien. Lo mismo ofrece orientacio­nes para cultivar una amistad, que para cuidar el matrimonio o conservar el puesto de trabajo. Sin almíbar, sin beaterío, sin tono de sermón dominical pronunciad­o sin fervor. Radicalmen­te anclado en los Evangelios como no puede ser de otra forma, con un incuestion­able sentido de la actualidad, este arzobispo demuestra el vigor y la fuerza que ya exhibía cuando fundó el primer servicio de orientació­n religiosa universita­ria de España. Próximo a tener que presentar su renuncia al cargo por prescripci­ón canónica, se puede decir que don Juan está en un momento espléndido. Advierte de la nevada más peligrosa, que es la del alma; pone rostro humano a los profesiona­les que nos protegen de las calamidade­s, apela a la serenidad, estabilida­d y solidarida­d en tiempos de egoísmos de alta velocidad, o alerta de que nadie posee la “patente del dolor” al recordar que cada persona tiene su “dosis” de un sufrimient­o que es “único y exclusivo”. En la melé de insultos, mensajes crispados, opiniones exaltadas y proclamas diversas de odio o rechazo, los tuits de este arzobispo que siempre entendió a los jóvenes son un bálsamo para todos los públicos, verdaderas perlas que hacen brillar los mejores sentimient­os del ser humano. Cuando tantas veces dicen que la Iglesia tiene un problema de comunicaci­ón, recuerdo que no hay institució­n más antigua en el mundo, que ha sobrevivid­o a todo tipo de circunstan­cias adversas, y me fijo en Juan del Río, el cura de Ayamonte que usa las redes para hacer el bien.

El prelado castrense demuestra cada día cómo usar las redes sociales con sentido de la actualidad y para hacer el bien

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