La ‘conspiranoica’ Filomena
Cuando hasta la naturaleza se rebela contra las irrefutables verdades del progresismo más intelectual, sólo nos queda reconocer que estamos ante una conspiración de alcance planetario. Y se produce precisamente ahora, cuando la profetisa niña Greta, la de la mirada inquieta, y otros santones del ecologismo alarmista ya nos habían convencido a casi todos de la gran amenaza que suponía sobre nuestras cabezas el calentamiento global.
Pero de repente, aparece la fría, calculadora y ‘conspiranoica’ Filomena, y ¡zasca!, nos larga una nevada de las que hacen época. No hay derecho. ¡Con tantísimos millones que llevábamos gastados en mostrarnos lo caliente que nos están poniendo el globo, y ahora esto! Menos mal que cuando se dispone de cresos personajes con inquebrantable fe en la bondad de la naturaleza y en la maldad del género humano –cuyo número debe ser radicalmente reducido por nuestro bien–, no faltarán medios ni grandes inversiones en investigaciones científicas que utilizando sesudas estadísticas nos explicarán que esto de Filomena sólo ha sido una especie de gélido canto del cisne... Y dentro de unos meses, olvidada ya la nieve y ante las nuevas calores del verano, nos convencerán de que nunca antes habíamos padecido temperaturas estivales tan altísimas, o tan bajísimas, según lo que toque demostrar.