Diario de Jerez

ILLA: EL PRIMER REVÉS

- PILAR CERNUDA

ASalvador Illa se le acaba de torcer su aventura catalana. Al rechazo generaliza­do que provocó su decisión de no dimitir como ministro tras ser designado candidato del PSC a la Generalita­t, se suma ahora el acuerdo del Govern con los partidos parlamenta­rios para aplazar las elecciones del 14 de febrero al 30 de mayo.

Una contraried­ad para el ministro de Sanidad, que debía sospechar que podía sufrir este revés, este indeseado retraso. Solo eso explica que no dimitiera de su cargo, no dimitía porque no las tenía todas consigo sobre la fecha de las elecciones. Una no dimisión que ha afectado a su imagen de político serio y coherente aunque no acertó mucho en la gestión contra el covid.

Para que no hubiera un aplazamien­to que no conviene al PSC, los socialista­s amenazaron con acudir al Tribunal Constituci­onal. País Vasco y Cataluña tienen su propia ley electoral, que permitió retrasar aplazar, por la pandemia, sus elecciones de la pasada primavera; pero no la tiene Cataluña, que se rige por la Ley Electoral General, que no recoge la posibilida­d de suspender o aplazar elecciones. Ese no pronunciam­iento, más la pandemia, hace difícil que pueda prosperar el recurso al TC, así que al PSC el único recurso que le queda es tragarse el disgusto y trabajar a destajo para lograr su objetivo de que el gobierno catalán sea tripartito, PSC, ERC y En Comú, a ser posible con Illa como presidente.

Los socialista­s catalanes han jugado mal sus cartas, porque no hay nada peor que iniciar una campaña electoral, o una precampaña, con una derrota. Y el retraso electoral es una derrota para los socialista­s por su empeño desmesurad­o en tratar de impedirlo.

Para Pedro Sánchez el aplazamien­to electoral es también una contraried­ad, por no decir una preocupaci­ón. Ha jugado muy fuerte al apostar por Illa, como le pedía Miqel Iceta, y le va a ser difícil mantener en su puesto a su ministro de Sanidad durante cuatro meses más en las que se escucharán múltiples voces exigiendo su dimisión, por no mencionar que los independen­tistas volverán a exigir el indulto a los presos. Por otra parte quedaría aparcada la crisis de gobierno que pensaba hacer para sustituir a Illa y, probableme­nte, incorporar a Iceta al equipo.

Tiene Sánchez una fórmula en su mano: pedir a Illa que dimita y se dedique a trabajar en Cataluña para conseguir el mayor número de votos posibles. Y hacer los cambios previstos en su gobierno. Que lo haga está por ver. Sobre todo porque se está lamiendo la herida de asumir que no se cumple el calendario que le convenía.

Una contraried­ad para el ministro de Sanidad, que debía sospechar que podría sufrir este revés, este indeseado retraso

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