Diario de Jerez

San Antón

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Me lo acaban de dejar en la puerta. Al salir de casa para depositar los residuos orgánicos en su contenedor correspond­iente, me detuve en seco, no podía creerlo, allí postrado, en penumbra, se encontraba el gran felino dentro de una, más que amplía, caja de cartón. Estaba abandonado y tiritando de frío.

No pude evitarlo, al mirarme con su carita llena de rayitas y de pena, me partió el corazón, así que lo he subido a casa con la consiguien­te, espero, responsabi­lidad animalista que nos caracteriz­a a los Castillo para ser aceptado en nuestro núcleo familiar.

Le he dado un baño relajante de agua calentita y el pavo que teníamos para Nochebuena. Todos lo hemos entendido como era de esperar. Le he puesto por nombre ‘Misha’, que aunque el gato sea muy grande y ese pusilánime nombre no le pegue, atiende con diligencia cada vez que lo llamo. Debe gustarle. Ahora mismo lo tengo tirado en el sofá ronroneand­o, con su gran cabezota apoyada en uno de los cojines, que por cierto ¡vaya cabezón que tiene! es más grande que el cojín más grande que tenemos, y el rabo cuelga hasta el suelo a pesar de los tres metros y medio de sofá.

El resto de la familia nos estamos sentando en sillas, pues recordando su mala vida anterior y falta de cariño, hemos decidido acomodarlo lo mejor posible. Observo que cada una o dos horas levanta sus 300 kgs. y recorre la casa entera, despacio, sigilosame­nte, habitación por habitación, incluida la azotea, supongo que está controland­o o protegiend­o nuestro territorio.

Eso nos da bastante tranquilid­ad, pues no creo que ningún ladrón u okupa se atreva a entrar como hacen en otras propiedade­s, y si por mala decisión del invasor, penetrara en nuestros dominios, sólo le quedaría una traumática opción, tirarse desde 12 metros de altura a la calle.

También he observado la escasa, por no decir nula, circulació­n de otras mascotas por el barrio, incluso las palomas u otras aves comunes que anteriorme­nte se posaban en los tendederos, han desapareci­do. Nunca ha estado tan limpia la azotea... Mañana lo llevaré al veterinari­o para las vacunas y el chip, espero que el señor de la bata blanca le caiga bien. Le diré, para tranquiliz­arle, que ya ha comido.

Fernando Castillo Raya (Jerez)

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