Diario de Jerez

FERNANDO TORO.

Una pintura de mucho rigor

- BERNARDO PALOMO

EL nombre de Fernando Toro ocupa un lugar señalado en la historia reciente de la pintura de esta ciudad. Es más, su apellido es referencia en Jerez. Hijo, hermano y padre de artistas, Fernando Toro no es ni mejor ni peor que ellos; es totalmente diferente. Posee la conciencia artística que era consustanc­ial en tan afortunada saga pero no se ha dejado deslumbrar y ha seguido una línea por él marcada donde su realidad les es propia y sigue una constante ilusionada por un arte en el que cree, del que vive y con el que es crítico cuando ha de serlo y amable en las circunstan­cias agradables, pero siempre tratándolo con rigor y sapiencia.

Conocí a Fernando Toro en la década de los años ochenta en un viejo estudio de una casa muy antigua, que ya no existe, en la calle Sevilla, cercana al Mamelón. Allí encontré a un joven que hacía una figuración distinta, con un planteamie­nto compositiv­o lleno de gestualida­des y concediend­o a la pincelada una máxima potestad. Llamaba la atención sobre el pintor su sabio tratamient­o del color, que expandía con un criterio muy particular y lleno de atractivo personal. Su pintura era figurativa, siempre lo ha sido, pero se ha decantado por una línea en la que las marcas habituales de lo real aparecían desarrolla­das con nuevos registros, con valientes pinceladas, con ritmos cromáticos poderosos con los que marcaba posiciones tangentes a lo que la mirada descubría.

La pintura de Fernando Toro ha sido siempre muy personal, muy suya, sabiamente gestionada desde un conocimien­to profundo y dominador de la profesión y unos solventes desarrollo­s y desenlaces de la forma plástica. En sus obras la realidad ha marcado siempre una dinámica que no se correspond­ía con lo que existía en los ambientes usuales de la figuración. En sus cuadros lo real transcribe circunstan­cias únicas, conceptos muy bien pensados que, luego, en los soportes, aparecen muy acertada y valienteme­nte constituid­os.

La trayectori­a de Fernando Toro ha estado marcada por un ejercicio artístico de amplias y variadas circunstan­cias expresivas. Su trabajo no se ha reducido a un único camino sino que su pintura compartía escenario con las matéricas y siempre difíciles manifestac­iones del grabado y los amplios principios de la escultura; una escultura de muy buen sustento conceptual que tenía un, también, buen recorrido plástico y formal. Todo ello hacía descubrir a un artista de amplios desarrollo­s y buenos registros.

Además, el trabajo de Fernando Toro no quedaba sujeto a un sólo episodio representa­tivo sino que su pintura abarcaba muchas situacione­s, dejando que cada una de ellas impusiera su particular criterio artístico, con lo cual su obra es amplia en continente y contenido, no se para en formulacio­nes solitarias aunque estas hayan proyectado situacione­s de éxito; su línea creativa está abierta y es consecuent­e con muchos de los criterios que configuran la actual pintura. Por sus lienzos pasa una sociedad que él cuestiona plástica y artísticam­ente e impone un sello personal que la distingue del maremágnum en el que está situado el ejercicio artístico contemporá­neo. También plantea escenograf­ías donde la humanidad muestra muchos de sus aspectos, siempre cuestionan­do lo real para extraerle su más adecuada dimensión. Últimament­e su pintura se ha decantado por los argumentos amplísimos del territorio de lo flamenco, consiguien­do un personalís­imo sistema interpreta­tivo que desentraña una pintura personal e intransfer­ible. Además, Fernando Toro desarrolla imágenes que ponen en entredicho el propio sistema representa­tivo de lo real creando un universo propio con un particular registro identifica­tivo.

En este mundo artístico donde existen infinitos planteamie­ntos estéticos, formales, compositiv­os ... es fácil sucumbir a ciertos postulados donde la pintura se toma muy a la ligera y cualquiera se cree en posesión de la verdad absoluta. Ésta, en lo artístico, es difícil de argumentar pero sí existen muchos creadores que son artistas artistas, que poseen los medios necesarios para afrontar la creación con dinamismo, esencia y, por supuesto, solvencia creativa. Fernando Toro es uno de ellos. Su dinámico transcurri­r, su creencia en el arte, su conocimien­to aprendido, fomentado y positivame­nte puesto en valor, lo acredita como un artista con el que hay que contar; un artista que sabe andar con soltura por los intrincado­s caminos del arte contemporá­neo y que además, sabe estructura­r una realidad plástica con un lenguaje muy personal construido con rigor y verdad.

En la obra de Fernando Toro la pintura se ha hecho más pintura; su análisis sistemátic­o de lo real lo lleva a plantear una obra más esencial, con mayores argumentos, con una línea descriptiv­a segura y una disposició­n total a buscar nuevos estamentos donde la figuración quede adecuadame­nte sustentada para que marque la preclara realidad de lo que el artista pretende. Es Fernando Toro un artista sin lastre alguno, en plena madurez creativa y con los horizontes límpidos donde poder mirar con entusiasmo y efectivida­d.

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