Diario de Jerez

“Tenemos muchas tonterías, como tomar licuado de apio”

MARTA VERONA

- José Izquierdo

–¿Cómo lleva estos días de frío en Madrid?

–Con alegría, a pesar de todo. Me gusta mucho comprar producto fresco y materia prima de calidad, pero con la nieve no hemos podido salir y, cuando hemos llegado al supermerca­do, estaba desabastec­ido.

–¿Cómo lo ha solucionad­o?

–Afortunada­mente existen los buenos procesados y las buenas conservas. No todo es ultraproce­sado. Con conservas vegetales y de pescado, he sobrevivid­o.

–También es buena ocasión para los platos calientes...

–Sí, claro. Los platos de cuchara son maravillos­os. Nuestras abuelas ya los hacían y son muy completos. En un plato único nos podemos nutrir perfectame­nte. Así que el frío no es excusa para alimentarn­os mal.

–Tengo la duda de si los expertos en la cocina se ponen más nerviosos con una tortilla de patatas o con un plato elaborado.

–Me pongo más nerviosa cuando hago una tortilla de patatas, porque hay factores que nosotros no controlamo­s, como que no se nos pegue la tortilla a la sartén. Cuando haces cocina de vanguardia, como la que hacemos en MasterChef ,al final está todo muy medido.

–¡Qué cosas!

–Eso no pasa en la cocina tradiciona­l. Para mí, es mucho más complicada la cocina a ojo que la cocina de vanguardia.

–¿La cocina nos da miedo o pereza?

–Tenemos más miedo a cocinar. La cocina es creativida­d y hay que dejarse llevar. Pero si tienes gente a la que dar de comer, comensales que no serán nunca tan estrictos como los jueces de MasterChef, es verdad que te da miedo ser creativo.

–Es un compromiso.

–Sí, pero fíjese que la cuarentena nos ha ayudado a todos a encender la luz de la cocina, que muchas veces estaba apagada.

–En su libro No comas como un zombi, propone una vida sana sin dietas ni tonterías. ¿Tantas tenemos?

–Tenemos muchas tonterías, como tomar licuado de apio, que fue lo último que se puso de moda, o licuado de brócoli, o agua con limón en ayunas... La salud no pasa por esos malos tragos para comenzar el día.

–No debería.

–Para mí la principal tontería son las dietas milagro. No funcionan a largo plazo y, encima, nos generan una relación tóxica y mala con la comida. La salud tiene que pasar por comer de todo en su justa medida, aprender a elegir los productos saludables y, sobre todo, disfrutar de la comida.

–¿Y por qué nos atraen tanto estas dietas milagro?

–Porque hemos perdido la paciencia. Nos hemos vuelto impaciente­s con las redes sociales. Y yo soy consumidor­a de redes y trabajo en ellas. Pero creo que lo queremos todo aquí y ahora y el camino de la salud es largo y hay que disfrutarl­o. Cuando cogemos atajos –las dietas milagro–, nos perdemos.

–Ahora todo el mundo habla del ayuno intermiten­te...

–Se basa en concentrar las comidas en varias horas del día y luego estar muuuchas horas sin comer. ¿Qué favorecemo­s con esto? La flexibilid­ad metabólica.

–¡Ah! ¿Y lo ve bien?

–El desayuno intermiten­te funciona, pero genera sensación de obsesión. Estamos pensando más en qué hora es para poder comer que en si realmente tenemos hambre. No creo que él. Es un recurso nutriciona­l que podemos utilizar para perder peso en tres meses pero a la larga no genera una buena relación con la comida. La vida saludable tiene que ser fácil y el ayuno intermiten­te no lo es.

–¿Qué nos lleva a comer como un zombi?

–La ignorancia. Por ejemplo, muchas veces decimos que nuestro pecado es el chocolate. Pues no. Nuestro pecado es la ignorancia nutriciona­l. Comer como un zombi quiere decir que comemos como si lo que metemos en nuestro cuerpo no fuese con nosotros. Los mitos de la alimentaci­ón hacen nuestro cerebro papilla.

–Ni que lo diga.

–Y luego están los mensajes zombis como “0% ligth”, “estilo artesano”, “sin aceite de palma”... Eso hace que vayamos con las masas, levantemos las manos como zombis y caminemos sin penar hacia la publicidad engañosa. Metemos en nuestra cesta lo que el marketing quiere. Eso es comer como un zombi, no ser consciente­s de lo que comemos.

–¿Sabemos hacer la compra?

–No, pero no es culpa nuestra. La culpa es de la letra pequeña, que no sólo está en los contratos, sino también en los alimentos y en el etiquetado. Hay que ir a la compra con lupa porque nos engañan con los productos y mensajes. Tenemos que aprender a leer el etiquetado para llenar la cesta de la compra de buenos productos.

La cuarentena nos ha ayudado a encender la luz de la cocina, que muchas veces estaba apagada”

–¿Y quién puede comer sano con lo que cuestan los productos de calidad?

–Vamos a comprar productos de temporada, ahí encontrare­mos muchas veces las ofertas. También debemos ir a la compra con una lista genérica y dedicar más tiempo a la cocina. Lo que encarece la comida saludable es la falta de tiempo, no los productos en sí.

–He visto que nos advierte de que el sushi no es tan sano como parece.

–Reconozco que queda muy bonito en Instagram poner las bandejas de sushi los viernes por la noche. Pero las algas que rodean al sushi tienen cadmio y nuestro cuerpo no sabe cómo eliminarlo. Además, tienen yodo. Para que se haga una

idea, seis piezas de sushi superan casi 10 veces las ingestas máximas de yodo recomendab­les. Por lo tanto, vamos a tomarlo, pero una vez cada 15 días.

–Buena excusa para los que no nos gusta el sushi.

–¡Mira qué bien! Pero los nigiris siguen siendo nuestra esperanza porque no tienen algas y podemos tomarlos sin problemas.

–Vaya por Dios.

–Sólo llevan arroz y el pececillo por encima.

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M. G.

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