Vivir en permanente angustia
diversificar el dinero destinado a invertir en renta variable.
“Empecé a invertir en 2015, y a partir de ahí empezó mi pesadilla”, afirma compungido. “He ido promediando hasta 2020, metiendo dinero que se esfumaba, hasta el famoso 14 de julio de 2020 en el que se excluyó a la acción de cotizar”, relata, para explicar una práctica común entre los accionistas minoritarios de las cotizadas. Cuando el valor de la acción está muy por debajo de la inversión que hicieron, compran más acciones para promediar la inversión y poder recuperar cuando la acción supere ese promedio.
En el caso de Manuel no sólo tiene comprometido el ahorro de su vida laboral. Pidió “un préstamo de 50.000 euros a ocho años para promediar, el cual seguiré pagando religiosamente al BBVA”, lamenta. Ahora, sin ahorros y con su salario comprometido por esta inversión, “además de la ruina económica” sufre “insomnio, tristeza, ansiedad y preocupación permanente”.
Con la crisis de 2015 en Abengoa, logró sacar su inversión, que no era muy alta, sin quedar afectado por la dilución del 95% que afectó a los accionistas de entonces en la reestructuración que permitió levantar el preconcurso en el que estuvo la compañía. Pero tras ejecutar esa refinanciación, como muchos de los accionistas que ahora están atrapados, volvió a invertir en Abengoa. “La empresa se había reestructurado y volvía a tener futuro, eso decía Gonzalo Urquijo”, afirma admitiendo sentirse, como todos los que participan en el reportaje, “engañado, estafado”. “Han intentado dejarnos a cero”, señala indignado, “por ahora no lo han conseguido, pero seguimos en riesgo”.
Decidió unirse a la rebelión de accionistas que se agruparon en
Abengoashares. Y aunque le costó mucho decidirse, también se ha sindicado. “Tenía muchas dudas porque temía no poder disponer de mis acciones si nos hacían una oferta por ellas”, pero finalmente se ha sindicado. “También me he adherido a la querella de Benjumea”, señala en relación a la acción penal iniciada por Inversión Corporativa, la empresa que las familias fundadoras de Abengoa usaban para controlar la empresa. Hasta 2017, IC tenía la mitad del capital de Abengoa.
Ambas iniciativas las secunda para seguir luchando, aunque admite que le da “vergüenza decirlo: doy casi por perdido lo que invertí, que por cierto, era todo lo que tenía. Y empezaré de cero”.
SIN CASA Y SIN AHORROS
José Luis (Madrid, 1971) está literalmente arruinado por su inversión en Abengoa. Siente que no sólo ha perdido su dinero, también