Un golpe militar aborta la frágil transición democrática de Birmania
El poderoso Ejército del país arrebata el poder al Gobierno y detiene a su líder, Aung San Suu Kyi, el mismo día en que el Parlamento iba a celebrar su primera sesión tras los comicios de noviembre
Un golpe de Estado ha abortado la incipiente y frágil transición democrática en Birmania, después de que el poderoso Ejército arrebatara ayer el poder al Gobierno y detuviera a su líder y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
Los militares, que a pesar de iniciar una “democracia disciplinada” hace una década, nunca habían renunciado del todo al poder en el país asiático, declararon ayer el estado de emergencia y acusaron al Ejecutivo de cometer fraude en las elecciones de noviembre.
El golpe, del que había rumores desde la semana pasada, fue ejecutado el día en el que el Parlamento tenía previsto celebrar su primera sesión de la legislatura tras los comicios, en los que la Liga Nacional para la Democracia (LND), formación de Suu Kyi, consiguió revalidar el poder con una abrumadora victoria.
La jornada golpista comenzó con la detención de la líder de facto del país asiático, consejera de Estado y Nobel de la Paz y del hasta ayer presidente birmano, Win Myint, además de varios ministros y presidentes regionales.
Entre la treintena de detenidos se encuentran además activistas, escritores, cantantes y directores de cine, según una lista extraoficial a la que tuvo acceso Efe.
Tanto Suu Kyi como Myint se encuentran en arresto domiciliario en sus residencias de la capital del país, Naipyidó, según fuentes de la LND. “Aung San Suu Kyi salió de su casa y paseó alrededor de su urbanización hoy”, señaló en Facebook U Kyi Toe, miembro del comité central de comunicación de la LND.
El anuncio del estado de emergencia por un año llegó horas después de las detenciones a través del canal Myawaddy News, controlado por los uniformados, que confirmaron que el hasta ahora vicepresidente Myint Swe –nombrado por los militares– asumía la presidencia interina y le cedía todos los poderes al jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing.
Los militares justificaron el golpe por un supuesto fraude en las elecciones y aseguraron que la Comisión
Electoral había sido “incapaz de resolver el problema”.
El Ejército insistió además en que, una vez se acabe el periodo de un año del estado de emergencia, se celebrarán “elecciones generales libres y justas” y “el poder será traspasado al partido ganador que haya cumplido con los estándares democráticos”.
En un anuncio nocturno, el canal Myawaddy informó del nombramiento de 11 nuevos ministros del gabinete, compuesto por una treintena de carteras, y entre los que se encuentra Wunna Maung Lwinel como responsable de Exteriores, cargo que ya ocupó entre 2011 y 2016.
La respuesta de la LND, el partido hasta ahora gobernante, llegó a través de una carta publicada en Facebook en la que en nombre de Suu Kyi se pide a los ciudadanos que no acepten el golpe de Estado perpetrado por los militares y que protesten.
“Las acciones de los militares llevan de nuevo al país a la dictadura”, señala el escrito.
Las conexiones de internet y de teléfono fueron suspendidas durante horas y la única cadena de televisión operativa fue la de los militares, mientras continúan los rumores de que se podrían efectuar detenciones de periodistas.
A pesar de la enorme presencia policial en el centro de Rangún, la mayor ciudad del país, los comercios permanecen abiertos y se vive un cierto clima de normalidad.
Durante la mañana se vieron en la ciudad largas colas en los cajeros automáticos de los bancos, que en algunos casos se quedaron sin efectivo y que decidieron cerrar debido a la “inestabilidad del sistema y la lenta conexión a internet”, según un comunicado de la Asociación de Bancos de Birmania.
También cerró el aeropuerto y supuestamente las autoridades han clausurado el espacio aéreo hasta el 31 de mayo.
Las autoridades impusieron además en todo el país un toque de queda a partir de las 20:00 hasta las 06:00.
El partido de la Nobel de la Paz instó a los ciudadanos a no aceptar el golpe y a protestar