Diario de Jerez

La celebració­n del corpus jerezano en el XVI

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El Corpus Christi era la verdadera fiesta grande de las ciudades de la Edad Moderna. Jerez no fue excepción y durante todo ese período vivió anualmente una jornada memorable en la que la ciudad en pleno se entregaba a regocijos y “locura colectiva”. La documentac­ión de la época es muy rica en detalles: nos habla de un Jerez que olía a los dulces que se vendían en puestos callejeros y a las hierbas aromáticas que, esparcidas por las calles, camuflaban la hediondez cotidiana de la ciudad. Reconstrui­r cómo fue el Corpus es una labor apasionant­e; permite abrir una ventana al pasado y ver que no todo ha cambiado tanto. Ya entonces se engalanaba­n los monumentos de forma similar a hoy y el montaje de unos primitivos palcos daba quebradero­s de cabeza al Ayuntamien­to ya en el siglo XVI.

Pero esta fiesta, aunque esencialme­nte sacra, se vivía también desde la heterodoxi­a: gigantes y cabezudos, dragones de madera, representa­ciones teatrales y danzas bailadas con disfraces extravagan­tes (de turcos, de reyes o con hábito de monje) llenaban las calles. El corpus era, como señaló Bonet Correa, una válvula de escape que permitía dejar en suspenso la monotonía grisácea de la vida cotidiana. Y su prestancia, (su “ornato”, que dirían entonces) era motivo de los desvelos del Ayuntamien­to, que debía bregar con constantes enfrentami­entos: los oficios de la ciudad, discutiend­o por el orden que ocupar en la procesión; los caballeros del Cabildo con lo mismo; franciscan­os y dominicos forcejeand­o por pronunciar el sermón de la fiesta; e incluso la Colegial negándose a sacar la custodia a la calle, si el Ayuntamien­to no enmendaba tal o cual cuestión.

Aun así, con sus más y sus menos, la fiesta siempre se celebraba. Y la documentac­ión de la época llega a indicarnos el recorrido de la procesión, e incluso las palabras que gritaban los jerezanos de entonces cuando se detenía el cortejo en determinad­a plaza. No podemos olvidar que, en parte, el origen de las procesione­s de Semana Santa está en esta celebració­n, y que el ritual de las mismas, muy transforma­do, ha perdurado aún en algunas ciudades. En Jerez, sin ir más lejos, hay hermandade­s que están recuperand­o los sonidos propios de esta celebració­n, donde los ministrile­s acompañaba­n con sus chirimías, sacabuches y bajones al santísimo sacramento; o los cantores de la Colegial entonaban sus cantos al paso de la procesión. En Valencia siguen saliendo a la calle el día de Corpus carros similares a los que en Jerez salían, como alegorías del bien y el mal. En Zahara aún se llenan las calles de hierbas que transforma­n el entramado urbano en un auténtico jardín. Esa era la riqueza del Corpus, tan lejos de la fiesta que hoy conocemos; pero nos queda la historia para intentar, aunque sea desde las palabras, recuperar su esplendor perdido. (Bruno Escobar).

La conferenci­a online será hoy martes, a las 19,30 horas, a través de la web de la Academia (www.academiasa­ndionisio.com).

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