Diario de Jerez

El PP reniega de Génova y la otra España de la Justicia

● Casado espanta sus fantasmas a golpe de mudanza en plena polémica por el encarcelam­iento de Hasel y la controvert­ida absolución de Cifuentes

- ROBERTO PAREJA

PABLO Casado quiere poner tierra de por medio con la sede de la calle Génova, por donde se paseaba Francisco Correa como Pedro por su casa y por donde ahora vaga el fantasma de Luis Bárcenas como alma en pena, un hogar amargo caído en desgracia y que para más inri está a tiro de piedra de la Audiencia Nacional, que tiene su calendario judicial lleno de hojas con dos pes.

Casado me recuerda a mi gatita. que se escondía detrás de una cortina mientras enseñaba el rabo pensando que nadie la veía. El inmueble de Génova, 13 es testigo de grandes gestas electorale­s y de imperdonab­les trapicheos. La sede nacional del PP en Madrid se ha convertido en un símbolo más de la corrupción del partido conservado­r. No en balde los tribunales están juzgando estos días esa reforma que se sospecha que se pagó con 1,5 millones de euros procedente­s de la acreditada y patriotera caja B.

Se ignora tanto el nuevo destino del PP como el uso que se va a dar a su sede cuando se marche. Un banco suizo, una fábrica de maletines, una agencia de detectives y espías o una fábrica de sobres no desentonar­ían en absoluto con la foto fija que va a dejar en el imaginario colectivo.

Casado está algo perdido tras el repaso que le ha pegado Vox en las catalanas. Hace dos años afirmaba (maldita hemeroteca) que no renegaba del pasado. “Lo que nos va a reconectar con nuestro electorado no es cambiar nuestro logotipo de color ni irnos al edificio de enfrente”, decía justa, precisa y (ahora) sarcástica­mente. La verdad es que los sobresueld­os no salían por los grifos de los lavabos y que ese inmueble tan cargado de historia e historias debería caer en buenas manos...

Una opción es la de Nikola Macura, un escultor serbio que fabrica instrument­os musicales con material de las guerras que en los años 90 hicieron desaparece­r la antigua Yugoslavia. Así, ha fabricado un violonchel­o usando un bazuca y un contenedor de gas; una guitarra con un fusil y un casco del ejército yugoslavo, así como un violín, con el cargador de un fusil automático y un botiquín de emergencia. Imagínese lo que podría hacer ese artista con las triturador­as, los martillos, los micrófonos, las cajas, las sillas, los sillones y las poltronas de la morada popular...

Pues ya puestos, siguiendo el razonamien­to del rompedor Casado,

Macura también podría reciclar la sede del Consejo General del Poder Judicial, que lleva dos años en funciones, bloqueado. Además, según el CIS, la mitad de los españoles consideran malo o muy malo el funcionami­ento de la Justicia y escasito el grado de independen­cia de los jueces.

Una mala prensa que se alimenta con sentencias estrambóti­cas como la del caso Máster, que se cierra con dos condenas (año y medio de cárcel para la profesora Cecilia Rosado, por falsificar el acta que Cristina Cifuentes exhibió para presumir de que había hecho un trabajo de fin de máster que jamás apareció; y tres años

para Maite Feito, la asesora del Gobierno de Madrid que presionó a esta profesora para que entregase esta falsificac­ión). Y una absolución, la de la única beneficiad­a a la postre: la ex presidenta regional madrileña, para la que la Fiscalía pedía tres años.

Cifuentes ha sido declarada inocente por falta de pruebas de que fuese inductora de esa falsificac­ión. Para el tribunal, que exhibiera un acta falsificad­a y se beneficiar­a de ella “no es más que un indicio” sazonado además con “graves irregulari­dades”. Ni se le vio el pelo por clase, ni fue a los exámenes y ni siquiera conocía a los profesores que

pusieron las notas... ¿Qué llevó a Feito a presionar en favor de Cifuentes? ¿Por qué razón cometió este delito? Otra buena pregunta... ¿Qué empujó a esta asesora para que presionase a la Universida­d hasta arrancar un acta falsa cuyo única beneficiar­ia era la ex presidenta madrileña?

En el juicio, Rosado, la profesora de la Universida­d Rey Juan Carlos, mantuvo una versión pueril en la que admitió que habló hasta 15 veces por teléfono con la otra condenada por algún raro motivo al que Cifuentes, la de las manos limpias y la conciencia gris, por supuestísi­mo era ajena.

Efectivame­nte. Es de coña...

Este tipo de sentencias alimentan la desconfian­za en la Justicia porque todos sabemos que la que se va de rositas no es precisamen­te la que menos culpa tiene.

La Justicia también tiene la conciencia maltrecha con la condena del rapero Pablo Hasel.

Que nadie se confunda. Este señor es un bárbaro del que no se puede aprender nada bueno. Un artista de pacotilla tan sonrojante como beligerant­e. No merece mejor considerac­ión alguien que dice cosas tales como: “Ojalá explote el coche de Patxi López”. “Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono”. O sobre el alcalde de Lérida: “Merece un navajazo en el estómago, otro en el abdomen y que lo cuelguen en la plaza”.

El prenda ya fue condenado en 2014 a dos años de prisión por enaltecimi­ento de ETA, Grapo, Terra Lliure y Al Qaeda. En efecto. Es un botarate. Por emplear un calificati­vo generoso. Ahora bien.

Arrebatar su libertad y encarcelar a alguien por decir una majadería o incluso por injuriar al jefe del Estado es una barbaridad.

El manifiesto suscrito por más de 200 artistas en apoyo a Hasel ha abierto un intenso debate sobre los límites a la libertad de expresión. El dedo no debe tapar la luna. No es de recibo que alguien sea encarcelad­o por expresar sus ideas por muy burdas, groseras o deleznable­s que resulten. Cada uno da de sí lo que da. Unos tanto y otros (como Hasel) tan poco... La vida.

Para muchos es razonable que el Gobierno prepare una modificaci­ón del Código Penal para que excesos como los del estulto rapero no impliquen una pena de prisión. Otros no piensan lo mismo. Como el alcalde de Madrid, que celebra el encarcelam­iento. “Es una buena noticia que un delincuent­e acabe en la cárcel”. Tiene toda la razón.

Lo malo es que no todos los delincuent­es acaban en la cárcel. Algunos son intocables, inviolable­s se dice... Y también los hay que logran que otros paguen su pato.

Cifuentes, Hasel y la cárcel. El rico (casi) nunca entra y el pobre nunca sale. Una vez más.

El encarcelam­iento del rapero es matar moscas a cañonazos aunque el vate sea deleznable

La absolución de Cifuentes contrasta con la prisión de la profesora y la asesora

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