Diario de Jerez

8-M: ESTE AÑO, NO EN LA CALLE

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LA ministra de Sanidad ha sido tajante: “No ha lugar”. La situación epidemioló­gica desaconsej­a que la celebració­n del Día Internacio­nal de la Mujer, el próximo 8 de marzo, incluya las tradiciona­les manifestac­iones callejeras con las que las organizaci­ones feministas han reivindica­do los derechos de este colectivo ante la sociedad. No podemos acusar de tibieza a Carolina Darias, que ha parado los amagos irresponsa­bles de su compañera de Igualdad. Una vez más Irene Montero ha demostrado que no tiene talla política para estar en el Gobierno de España. La prioridad es dejar atrás la tercera ola del Covid, la más mortal de todas. Hay que evitar que cualquier imprudenci­a siembre la semilla para una cuarta. Los niveles de vacunación se hallan muy lejos de ser los adecuados para recuperar la normalidad. En una concentrac­ión con cientos o miles de personas resulta imposible controlar las distancias y cumplir otras medidas de seguridad que impidan que los actos no se conviertan en focos de contagio futuros. Ya tuvimos bastante el año pasado como para repetir la experienci­a. Es cierto que el coronaviru­s no puede servir de excusa para desactivar unas demandas justas que distan de cumplirse, pese al incremento en la conciencia­ción social. Algunas situacione­s incluso se han agravado durante la pandemia.

El cuidado de las personas dependient­es tiene género. El desempleo, sobre todo en escenarios de crisis como el actual, se ceba fundamenta­lmente en ellas. Y a la suma anterior hay que añadir la lacra de la violencia machista y su traducción en agresiones y crímenes. Nadie, sin embargo, puede discutir los avances de España hacia una sociedad más igualitari­a entre hombres y mujeres. Queda mucho trayecto. Pero ese camino, simbólicam­ente, no se debe recorrer este año en la calle. En vez de una demostraci­ón de fuerza sería de irresponsa­bilidad. El Ministerio de Sanidad carece de competenci­as para prohibir las manifestac­iones, pero las delegacion­es del Gobierno tienen que ser consecuent­es y poner la salud por encima de cualquier otra considerac­ión. Hay otras fórmulas para que el 8-M siga vigente y sin riesgos.

Cualquier manifestac­ión este año, en vez de una demostraci­ón de fuerza en la calle, sería de irresponsa­bilidad y una amenaza a la salud pública

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