Diario de Jerez

PUIGDEMONT: TODO O NADA

- PILAR CERNUDA

El ex presidente catalán sigue empeñado en mandar, es su prioridad incluso por encima de la independen­cia

PUIGDEMONT sigue empeñado en mandar. Es su prioridad en la vida, le importa incluso más que la independen­cia. La quiere, la desea, pero siempre y cuando la traiga él de la mano y en las condicione­s que él exija. Cuando puede haber en Cataluña un presidente, Pere Aragonès, que dice por activa y por pasiva que ése es su objetivo, Puigdemont se resiste a darle su apoyo en la investidur­a porque lo que quiere es marcar el camino desde Waterloo, sentar las bases de la lucha independen­tista, dejar su impronta para llevarse los laureles y visualizar que en Cataluña no decide el president, sino el ex presidente huido.

Lo consiguió con Quim Torra, que se humilló hasta el último día trasladánd­ose a Waterloo para recibir instruccio­nes, o pegado al ordenador para recibirlas telemática­mente. Aragonès se resiste, se niega, y eso puede conducir a que hoy no sea investido y se abran dos meses de negociacio­nes en las que Puigdemont está convencido que puede ganar la batalla. Quizá lo consiga, porque en el escenario independen­tista las componenda­s son tan indignas en algún caso que cualquier salida es posible. Incluida la que hoy se niega a aceptar Pere Aragonés: ser presidente sin mando en plaza, gobernando al dictado del “ausente”.

Para demostrar que es hombre de diálogo, Puigdemont, tras anunciar su partido, Junts, que no va a votar a favor de la investidur­a, dice que no todo está cerrado y que puede llegar a un acuerdo con ERC antes de que transcurra­n los dos meses que obligarían a convocar elecciones.

Propone que el Consell de la República, que él preside, y desde donde exige llevar el procés, admita miembros de otros partidos independen­tistas. Pero con él al mando y con sus compañeros de fuga como lugartenie­ntes. Es decir, deja un huequito a Aragonès o a alguien afín para que no se diga que no es generoso. Pero el que decide es él.

Ése es el respeto que tiene Puigdemont a las urnas, a los catalanes, a las leyes y a las reglas de la democracia. Las elecciones las ganó el PSC por votos, aunque quedó empatado a escaños con ERC. Puigdemont negoció con Junts que, a cambio del apoyo a la investidur­a de Aragonès, la presidenci­a del Parlament sería para Laura Borràs. Lo primero que hizo fue impedir que Illa defendiera su candidatur­a y, lo segundo, que Aragonès pudiera contar con los votos de Junts, donde ella maneja el cotarro por delegación de Puigdemont.

Así que Puigdemont disfruta de su retiro belga haciendo cuentas sobre cuánto podría ganar como presidente del

Consell... y cómo dirigir el proceso independen­tista desde ese puesto de mando.

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