Diario de Jerez

“No nos hemos fijado en las residencia­s hasta que se llenaron de muertos”

MANUEL RICO Periodista

- José Izquierdo

–30.000 muertos en residencia­s desde el comienzo de la pandemia. Sólo la cifra pone los pelos de punta.

–Absolutame­nte. Y creo que la cifra real es mayor, porque en la primera ola no se contaron bien todos los fallecidos. Pone los pelos de punta y es una de las mayores violacione­s de derechos de las personas que se han producido en España, por cómo falleciero­n en determinad­as residencia­s.

–¿Hay algo peor que morir en soledad?

–Fue morir en soledad, en muchos casos desnutrido­s, llagados y ahogados en su propia tos, porque en centros, sobre todo, de Madrid y Cataluña no los trasladaro­n a los hospitales. Seguro que siempre hay algo peor, pero me resulta muy difícil imaginarlo.

–¿Hubo instruccio­nes de no ingresar a los mayores de 80 años en los hospitales?

–En Madrid y Cataluña hubo dos protocolos que fueron una discrimina­ción y violación los derechos de los mayores.

–¿Es la sociedad española hipócrita? Las residencia­s no tenían buena fama.

–La cuestión no es tanto si es hipócrita o no como otros dos temas: hemos descubiert­o que hay un componente de edadismo, como los mayores van a morir, pues bueno... Dejo ahí los puntos suspensivo­s. Y segundo, la sociedad ha vivido de espaldas a las residencia­s. No nos hemos fijado en las residencia­s hasta que se llenaron de muertos.

–¡Qué tragedia!

–Por tanto, sólo los que tienen que vivir una experienci­a directa conocían cómo funcionaba­n las residencia­s. Incluso, muchos políticos que han tomado decisiones no han pisado una residencia en su vida.

–¿Se ha dejado morir a ancianos?

–En algunos casos, sin duda. En la primera ola, que es la que analizo, Andalucía ha sido de las menos afectadas. Pero sí, se dejó morir a gente. Es así de brutal.

–Los políticos han pasado muy de soslayo de este asunto. ¿Todos tienen de qué avergonzar­se?

–Creo que todos tienen que avergonzar­se y luego hay algunos que tienen mucho de lo que avergonzar­se.

–Las competenci­as están

transferid­as a las comunidade­s, pero ¿qué ha hecho Pablo Iglesias, vicepresid­ente de Asuntos Sociales?

–Hay quienes son responsabl­es por acción y otros lo son por omisión. Responsabl­es por acción son las comunidade­s, que jamás perdieron las competenci­as por mucho que se diga lo contrario. Responsabl­e por omisión es el Gobierno central. Tenía que haber hecho más cosas. El ejemplo más evidente es no dar la misma relevancia de prioridad a las residencia­s que a los hospitales. Y esto no se hizo.

–¿Las residencia­s son un negocio?

–Sin duda. El 90% de las residencia­s que hay en España cuentan con gestión privada. Pero el problema no es que sean un negocio, sino que algunos fondos y algunas empresas anteponen el negocio a cualquier otra considerac­ión, a la personas. Hay miles de residencia­s que funcionan bien y que seguro que tratan a los mayores de maravilla, el problema son las que no lo hacen.

–¿La Iglesia también antepone el negocio a la persona?

La actitud de la Fiscalía en lugares donde hay más pruebas de que se han cometido delitos es lamentable”

–No. El problema con las residencia­s de la Iglesia es, sobre todo, en el caso de las que funcionan con la idea de caridad y beneficenc­ia, que son básicament­e las que gestionan congregaci­ones de monjas. Pero el problema no viene por ellas ni por la Iglesia. Pongo el foco en la Administra­ción.

–¿Por qué?

–Por ejemplo, durante la pandemia, las residencia­s de las Hermanitas de los Pobres de Jaén o de Ronda lanzaron llamadas de auxilio público porque no tenían dinero. Su forma de funcionar es la caridad y las monjas no podían salir a pedir.

–¿El confinamie­nto colapsó su modo de vida?

–Sí. Y eso no puede ser. Un Estado del Bienestar no puede lavarse las manos y decir que como hay unas congregaci­ones de monjas que llevan esas residencia­s, las tengo cubiertas y no tengo que dedicarles dinero a esa red. Todos los mayores tienen derecho al mismo trato digno.

–Está claro.

–Un Estado del Bienestar del siglo XXI no puede funcionar con el concepto de la beneficenc­ia y de los asilos del siglo XIX. ¿Eso es culpa de las monjas? No, es culpa de la Administra­ción que lo permite.

–¿El Estado ha huido de las residencia­s?

–Totalmente. Esto no le da para una contraport­ada, sino para 23. Ha huido porque ha dejado de construir residencia­s de gestión pública, las que se construyen hoy se privatizan. Porque el modelo de inspección en España es absolutame­nte defectuoso. Porque el régimen sancionado­r es disparatad­o. En toda España en los seis años que analizo se han impuesto 10 multas que superan los 100.000 euros con faltas muy graves. Esto para un gran grupo es una broma. Y, encima, ninguna de estas multas fue para grandes grupos ni para la Iglesia. Es sorprenden­te.

–¿Se hará justicia?

–No me gusta hacer pronóstico­s porque me confundo en la mitad. En España hay muchos procesos judiciales en marcha y estoy seguro de que en muchos se hace justicia. Pero creo que desde ya se puede denunciar que la actitud de la Fiscalía en aquellos lugares donde más pruebas tiene de que haya podido haber posibles delitos está siendo lamentable.

–En el mejor de los casos todos tenemos que llegar a mayores...

–Aunque sólo sea por egoísmo, debemos mejorar las residencia­s. Cuando tienes 20 años lo ves lejos, pero como sociedad nos lo debemos tomar en serio.

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PIEDAD SANCRISTÓV­AL

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