Diario de Jerez

BONITO NO QUEDA

- JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA

DÉMOSLE la razón al presidente de la Junta: el ejemplo que está dando el partido que él dirige en Andalucía en su enfrentami­ento con la dirección nacional no es precisamen­te edificante. No lo es porque todavía nadie ha explicado cuáles eran las profundas diferencia­s ideológica­s que separaban a los dos candidatos que se han enfrentado en Sevilla a cara de perro, con descalific­aciones mutuas y amenazas de querellas en un conflicto que ya se puede dar por extendido a otras provincias de la región. ¿Es que Virginia Pérez y Juan Ávila defendían intereses políticos, sociales o de programa que pudieran distinguir a una de otro? ¿Es que Juanma Moreno y Pablo Casado representa­n modelos diferentes como los que pueden separar a políticos de ideologías enfrentada­s? Ciertament­e, no. Aquí se trata sólo de un quítate tú que me pongo yo a la búsqueda de sillones o proyectos de sillones y áreas de inf luencia y poder. Nada que no haya ocurrido en el pasado ni que vaya a dejar de ocurrir en el futuro. Los partidos políticos son así y lo seguirán siendo. No hay que darle muchas más vueltas. El ejemplo de estas luchas estrechas de miras y con encono digno de mejor causa no es estético a la vista de cómo están las cosas para el común de los ciudadanos. Pero tampoco es para lanzarse al Muro de la Lamentacio­nes y rasgarse las vestiduras: la política tal como es, aplicando aquí al sustantivo el menos noble de sus significad­os.

Tampoco los vecinos de Juanma Moreno y Pablo Casado tienen las aguas internas demasiado remansadas. Los socialista­s han abierto ya en Andalucía la guerra que terminará, muy probableme­nte, con la salida de Susana Díaz de la primera fila de la política andaluza. La primera víctima ha sido la que tenía todas las papeletas para serlo: la delegada del Gobierno central en Andalucía que los susanistas, en una victoria bastante poco rentable, habían conseguido aupar al puesto hace sólo unos meses. Sandra García está ya destituida y sustituida sin que a nadie parezca importarle si lo ha hecho bien, mal o regular. Si en su paso por la Delegación ha metido alguna vez la pata o, por el contrario, se va con un expediente de sobresalie­nte. El puesto que representa en la comunidad autónoma al Gobierno de España se utiliza como ficha en los movimiento­s internos de partido y nadie intenta ocultarlo o justificar el cese con otros argumentos.

Cosas de la política. El juego sucio de los partidos, los pulsos de poder y el navajeo no entienden de crisis ni de pandemias. Aunque no quede bonito.

El juego sucio de los partidos, los pulsos de poder y el navajeo no entienden de crisis ni de pandemias

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