Diario de Jerez

Billie Holiday: una canción que suena todavía

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Holiday’, la película de Lee Daniels estrenada ayer, retrata la faceta más activista de la leyenda del jazz

matando”, responde ella. La canción de marras es Strange Fruit, compuesta y escrita en 1939 por Abel Meeropol. Metáfora cruenta, de entrada parece una balada sensual sobre frutos que maduran al sol, cuando en realidad describe el cuerpo colgado de un hombre negro a modo de denuncia de los linchamien­tos que padecían en los estados del sur.

Su carácter ambivalent­e, aparenteme­nte suave pero árida en su fuero interno, ejercía el mismo efecto que la propia Holiday. De voz aterciopel­ada, brillante sobre el escenario, encarnaba lo mejor del sueño americano, pero también sus grietas, no tanto por su adicción al opio, que la convirtió una y otra vez en motivo de chanza y bochorno mediático, sino por aquello que la había generado. Según recuerda la película de Daniels, la cantante fue violada con sólo 10 años y creció en un burdel como hija de una de las prostituta­s que, sin dejarle otra opción, la ofreció a los clientes blancos cuando aún era una niña como moneda de cambio.

Creció sin quererse, relacionán­dose con hombres que se aprovechab­an de ella y, por si los continuos autosabota­jes a los que se sometió en vida no fueron suficiente­s, el FBI de la pesadilla macartista no se lo puso fácil con una campaña para desacredit­arla por exhibir los pespuntes atroces que su sociedad bienpensan­te había trazado por encima de la mitad de su población. El relato resulta especialme­nte punzante por no haber perdido un ápice de actualidad casi 70 años después de los hechos que se narran. El mercadeo chismoso de las celebridad­es se mantiene y sigue sacando oro de su ruina. De la situación de la población negra, hablan por sí solos episodios como el movimiento #BlackLives­Matter.

Billie Holiday, a la que reprochaba­n que no fuese como Ella Fitzgerald, más agradecida por la posición que había logrado ocupar en un stablishme­nt predominan­temente blanco y masculino, nunca dejó de cantar su canción, ni después de dar con sus huesos en la cárcel ni cuando le retiraron la licencia para cantar en la mayoría de los estados del país. Lady Day, como la apodaron y se llamó la gira que emprendió precisamen­te por los lugares más conflictiv­os de Estados Unidos, murió a los 44 años a causa de una cirrosis hepática. Los Estados Unidos contra Billie Holiday recupera esa lucha pionera y unas palabras finales que, con mayor o menor rigor histórco, incluso aunque sólo funcionen como licencia poética, no dejan de resonar como advertenci­a: “¿Creen que dejaré de cantar esa canción? Sus nietos cantarán Strange fruit”.

El FBI la persiguió con saña por denunciar sin cortapisas el racismo y los linchamien­tos

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D. S. Andra Day, caracteriz­ada como Billie Holiday en la recién estrenada película de Lee Daniels.

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