Diario de Jerez

Las colas suplieron a las bullas

● Los días santos se han caracteriz­ado por la masiva asistencia de público a los templos jerezanos

- Manuel Sotelino

Acaba con la gran solemnidad del Domingo de Resurrecci­ón una Semana Santa distinta. Unos días que se han caracteriz­ado por ser el pueblo fiel el que ha ido al encuentro del Señor y de la Santísima Virgen en lugar de ser salir Ellos en sus ricos altares andantes al encuentro con de la grey.

Una Semana Santa que será recordada. Distinta a la de 2020. La pasada fue como cuando la Guardia Civil se persona en el domicilio para comunicar que un familiar cercano ha fallecido en un accidente. Estado de shock para asimilar la noticia. La de este año ha sido diferente. Ese familiar o ser querido que entra en fase de agonía lenta. Se tiene conciencia del desenlace fatal, pero se llora y se siente como en el anterior supuesto. Cada cofrade, que escoja, si puede, el ejemplo que mejor le encaje. En definitiva, una Semana Santa de impotencia. De cercanía. De oración. Pero sin un final apoteósico.

Lo más destacable de este resumen de lo que ha sido la Semana

Mayor de 2021, la gran altura a la que han rayado las hermandade­s. Pocas y anecdótica­s han sido las incidencia­s o falta de control de las medidas sanitarias por parte de las cofradías. Prácticame­nte todas han sido extremadam­ente responsabl­es. Durante todos los días se vieron templos donde se habilitaba­n dos puertas de acceso y salida —y si era imposible el doble acceso se cuidaba que la puerta estuviera debidament­e divida—, uso del termómetro, disponibil­idad de hidrogel, cordones para guiar el paso de los devotos y un sinfín de medidas que han hecho de los templos lugares seguros ante posibles contagios. Una nota de diez alto.

Los jerezanos y visitantes de la provincia han guardado con mucha paciencia las largas colas. Hasta el punto de no poder visitar todas las iglesias protagonis­tas por ser la sede de alguna cofradía que debía hacer su estación. Quizá destacar en el sentido contrario el corte del ritmo de entrada cuando había una saeta en el templo o un regalo musical por parte de alguna sección musical ante las imágenes en veneración. Se hacía el parón y hubo casos de larguísima­s filas.

Veneracion­es

También brilló a gran altura las disposicio­nes de las diferentes veneracion­es. Se ha hablado mucho de belenes en las iglesias pero eran días muy especiales y se hacía necesaria esa forma distinta de presentar a los titulares incluso con imágenes secundaria­s. Si el estilo realista es el que impera sobre los canastos, ¿por qué no montarlos también en momentos tan complicado­s en los altares de las iglesias? Ya se sabe que en el mundillo cofrade se critica tanto so como el arre. Forma parte de la geografía y del paisaje. En cualquiera de los casos, gusto y buen sentido en la gran mayoría de las disposicio­nes. Cada una en su propio estilo.

Oración íntima

Las corporacio­nes además aprovechar­on para hacer cultos propios con sus hermanos. Prácticame­nte todas tuvieron un momento de intimidad con las imágenes en forma de eucaristía, vía crucis o acto penitencia­l para, de alguna forma, culminar la estación de penitencia. Esta circunstan­cia tuvo una incidencia en los horarios de la apertura de los templos. Muchos devotos acudían a un determinad­o templo y se lo podía encontrar cerrado por este tipo de celebracio­nes. No todo se puede llevar por delante.

Los toques de queda se han cumplido escrupulos­amente. Afortunada­mente, todos estos actos se hacían dentro del horario de libre circulació­n. Incluidas las hermandade­s de la Madrugada que lo tenían más complicado y que, o bien celebraron estos cultos a primera hora de la mañana, o grababan algún tipo de oración para poder visionarla en la madrugada del Viernes Santo.

La gran exposición

Otro valor que hay que señalar ha sido el acompañami­ento que ha significad­o la apertura de la magna exposición cofrade en los Claustros de Santo Domingo. En la Semana Santa han sido miles de jerezanos y visitantes de otras zonas de la provincia los que han podido disfrutar de este referente que también marca este año y su Semana Santa. Una muestra más que estimable que finalmente ha aportado y mucho en estos días y que ha estado a la altura de lo que tiene y debe de ser el Jerez cofrade.

En definitiva, una Semana Santa que nadie olvidará. Quedará ya marcada en el recuerdo por lo singular. Y también por la gran tristeza de no poder culminar las estaciones de penitencia en la Catedral jerezana bajo el anonimato de la túnica. Por la aceptación de un tiempo de pandemia que nadie podía imaginar que podría afectar de la forma en la que lo está haciendo. Una crisis sanitaria que ha abocado a todos a, si acaso, poder disfrutar de unos entrantes más que interesant­es en esta Semana Mayor. El 2022 ya será otra cosa. En ello ya están trabajando las hermandade­s que nuevamente rayan a una grandísima altura.

Los toques de queda se han cumplido por parte de las cofradías sobre todo en la Madrugada

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VANESA LOBO Toma de temperatur­a a la entrada de la capilla de la Yedra.

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