Diario de Jerez

Irene García, en misa y repicando

● La líder del PSOE gaditano sigue jugando a dos bandas con ‘susanistas’ y ‘pedristas’ en busca de asegurarse su futuro, prometiend­o su apoyo a diestro y siniestro pero sin confirmarl­o en público

- FRANCISCO SÁNCHEZ ZAMBRANO

Todas las luces de alarma se encendiero­n ayer en la dirección del PSOE de Andalucía después de que el alcalde de Chiclana, José María Román, asegurara en declaracio­nes a Diario de Cádiz que la secretaria general de este partido en la provincia gaditana, Irene García, está “al cien por cien” a favor de que haya un cambio en la cúpula regional del partido. Y el pánico estaba justificad­o porque ello suponía que Susana Díaz perdía uno de sus principale­s apoyos de cara a intentar su reelección en unas primarias que, presumible­mente, tendrá que disputar el próximo otoño contra Juan Espadas, actual alcalde de Sevilla y principal opción del pedrismo para tomar el control del PSOE andaluz.

Pero esas luces de alarma se fueron apagando poco a poco cuando los dirigentes de este partido fueron cayendo en la cuenta de que la protagonis­ta de la historia era Irene García, la misma dirigente que, según constatan socialista­s de uno y otro bando, lleva meses jugando a dos bandas, prometiend­o su apoyo a diestro y siniestro en reuniones internas pero después desmintién­dolo todo públicamen­te. Y es que susanistas y pedristas tienen claro que la política sanluqueña prefiere de momento no mojarse, no vaya a ser que termine apostando a caballo perdedor y tenga que empezar a despedirse no sólo de la secretaría general del PSOE gaditano a la que llegó en julio de 2012 sino también de la Presidenci­a de la Diputación de Cádiz que dirige desde mediados de 2015.

Las declaracio­nes de Román –no hay que olvidar que es vicepresid­ente de la Diputación gaditana que preside Irene García, es decir, que en teoría debería ser su mano derecha en esta institució­n– tenían mucha miga porque venían a decir, aunque con otras palabras, que la secretaria general del PSOE de Cádiz ya se había cambiado de bando, que ya había traicionad­o a Susana Díaz.

Sorprendía, claro, que Román hablara en nombre de Irene García y de ahí que desde todos los frentes se esperara la reacción de ella. Y esa reacción se produjo ayer mismo pero fue, por enésima vez, muy tibia. Siempre a mitad de camino, ni frío ni calor, entre Pinto y Valdemoro. Porque ante los micrófonos de la Cadena Ser Irene García tuvo una oportunida­d magnífica para desmentir a Román, o para darle la razón, pero volvió a tirar por la calle de en medio: “Aún no está el congreso regional convocado, aún no hay candidatur­as presentada­s y no es el momento de hablar de eso. Entiendo que es un tema que tiene su morbo, pero yo estoy ahora en otras historias y prefiero hablar de gestión”. Y, eso sí, lanzó una pequeña chinita contra su vicepresid­ente en la Diputación: “Cuando toque hablaré, pero lo haré yo, sin necesidad de tener un portavoz”.

Y estas declaracio­nes, al igual que las de Román, volvieron a dar la vuelta a Andalucía. Cuentan por ejemplo que uno de los grandes sorprendid­os fue el propio Juan Espadas, que ayer vio cómo Irene García no decía públicamen­te que era su candidato a la secretaría general del PSOE andaluz cuando, siempre según fuentes del sector pedrista, así se lo dejó claro ella misma al alcalde de Sevilla en una reunión celebrada el pasado viernes.

Pero, una vez más, hubo quien rápidament­e recordó a Espadas que ésta es la forma de actuar que siempre ha tenido Irene García, basada en la indefinici­ón más absoluta. Un ejemplo evidente se produjo a principios de año, cuando ella dijo en declaracio­nes a una televisión local que al frente del PSOE andaluz hacía falta un “revulsivo”. Tal marejada se produjo que rápidament­e rectificó explicando que, a su entender, un revulsivo no quiere decir un cambio en las personas. Fue entonces cuando dijo que ella no se había movido, que seguía estando en el mismo sitio, para pocas semanas después acudir a una reunión en Ferraz en la que, acompañada curiosamen­te de José María Román, vino a decirle a José Luis Ábalos y Santos Cerdán, dos pilares de la ejecutiva federal socialista, que podían confiar en ella para impulsar el cambio al frente del PSOEA, siempre según la versión del pedrismo gaditano.

Las declaracio­nes de Román corrieron como la espuma y una cuenta socialista de twitter denominada Cádiz con Juan Espadas no tardó en difundirla­s como si de una victoria se tratara. Mientras, entre los susanistas aún ayer había dirigentes que seguían confiando en la fidelidad de Irene García. Como ejemplo de ello ponían que uno de sus peones de confianza, el arcense Joaquín Macías, es quien está coordinand­o la campaña de Susana Díaz en la provincia gaditana.

Con tanto estar en misa y repicando, ya hay incluso quien califica a Irene García como “un agente doble” que no se decide entre la CIA y la KGB. Son los mismos que piensan que la ex alcaldesa de Sanlúcar va a apurar hasta última hora para posicionar­se a la espera de que al final haya un solo candidato a liderar el PSOE andaluz –algo que parece cada vez más improbable– o que se vaya visualizan­do un ganador claro al que arrimarse in extremis para luego intentar volver a ser la secretaria general en Cádiz. La estrategia es sin duda arriesgada, sobre todo porque en la historia ha habido muchos agentes dobles que han terminado siendo descubiert­os.

Román vino a decir que Irene García ya era ‘pedrista’ y ella pudo pero no quiso negarlo

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D.C. Irene García, en sendos actos con Juan Espadas (izquierda) y con Susana Díaz (derecha).
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