Diario de Jerez

QUÉ RARO ES LO HABITUAL

- CARMEN CAMACHO

TAL vez también le pase, que hay mañanas en las que se despierta de un sueño profundísi­mo y la vida quizá siga igual, pero de pronto parece que lo que nos trasladan como realidad, a poco que se mire con cierta distancia, resulta provocativ­amente estrafalar­io. O quizá será por la cortina lila que acabo de instalar, que tamiza la luz sobre mi jersey lila y todo está bañado de ese color que añade dramatismo colorista a mi extrañeza. Asomarme hoy a las portadas de los periódicos me ha sabido estrambóti­co (y eso que ni he hecho amago de prender la radio) y les vengo a compartir la sensación, por si usted también, a veces, se siente raro en este mundo donde apenas queda nada que se escape de la Sociedad del Espectácul­o. La primera foto que veo es la de la pancarta que Greenpeace ha desplegado en el puente de Triana, en Sevilla, con el mensaje “Activa el plan Respira Ya”, y me lo tomo al pie de la letra: todos necesitamo­s activar sin más dilación el plan Respira. Que la peña está que se asfixia. A la vera, un titular reza que a un hombre que ha robado cuatro quesos y 20 cervezas le han echado dos años de cárcel por reincident­e, y se me ha venido al cuerpo una letrilla que cantaba Manuel Agujetas. Soníos negros y antiguos para el nuevo siglo. Otro titular reza que “Sevilla sorbe ya en espiral”, porque ha arrancado la temporada de caracoles. De pronto me imagino la belleza matemática de la espiral, aspirada una y otra vez en primavera. Normal que nos dé gozo. A lo lejos, alguien reproduce la voz de Miguel Bosé como si lo hubiera puesto en el tocadiscos a las revolucion­es que no son. De pronto, la realidad, o lo que sea que nos vendan por realidad, se vuelve insufrible­mente onírica.

Las noticias sobre las elecciones de Madrid hablan de políticos que son ajedrecist­as mancos, tratando de tumbar torres, damas y tragar caballos. El Gobierno prepara medidas para paliar la despoblaci­ón rural, y me pregunto si entre ellas están las de seguir desalentan­do los cada vez menos trenes que aún paran en los pueblos, o permitiend­o que no haya sucursales para personas mayores que no les da la gana –y hacen bien– de adaptarse a los nuevos tiempos, que extinguir brecha digital consiste tanto en dar buena red a los pueblos como en dejar en paz a quienes nunca estuvieron atrapados en las redes. Las mujeres que salen en las fotos (pocas en la prensa “seria”, en comparació­n con los hombres), vacunan o son vacunadas, tienen síntomas de cosas, o son hermosas ciudadanas que van por la calle; los hombres, en cambio, hablan al público desde un atril o patean un balón. Qué raro es lo habitual, pero qué raro…

Lo que nos venden como ‘realidad’, si se mira con distancia, resulta delirante o falso

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