Diario de Jerez

LA DEVOLUCIÓN DE NUESTRO PATRIMONIO

- ISIDORO MORENO

LA Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, aprobada en 1991, indica, en su artículo 2.2., que la Consejería de Cultura “realizará las gestiones oportunas conducente­s al retorno a la Comunidad Autónoma de aquellos bienes con claro significad­o andaluz que se encuentren fuera de Andalucía”. Insiste en ello en otro artículo, el 4.2.: dicha Consejería “velará por la reintegrac­ión al Patrimonio Histórico Andaluz de los bienes de relevancia cultural que se encuentran en otras Comunidade­s Autónomas del Estado”.

Estos mandatos nunca se han cumplido. Ni en los largos años del régimen psoísta, ni ahora por el llamado “Gobierno del cambio”. El Patrimonio Cultural y su defensa, protección y valorizaci­ón nunca ha sido una prioridad, a pesar de ser un referente fundamenta­l de nuestra identidad como pueblo y a pesar de la retórica que, a veces, los jerarcas políticos, de uno u otro color, utilizan con meros objetivos electorale­s. Nuestra cultura –o sea, nuestros valores sociales modelados en un proceso histórico singular y las expresione­s culturales surgidas en ese proceso– nunca ha sido una prioridad y por ello apenas aparece en el ámbito educativo, en los medios de comunicaci­ón públicos y en otros campos donde debería estar muy presente. O, alternativ­amente, se la presenta folcloriza­da (en el peor sentido del término) o mercantili­zada. Ante ello, a nadie sorprende que la Consejería de Cultura haya sido siempre el patito feo, y pobre, de la administra­ción de la Junta. ¿Qué ha hecho esta, en los ya treinta años de vigencia de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, para revertir en lo posible el expolio de muy importante­s componente­s del mismo? Un expolio que refleja perfectame­nte la situación colonial de nuestro territorio y de nuestro pueblo.

En El Escorial continúan miles de manuscrito­s, en árabe y en hebreo, que, por su contenido no religioso, fueron “indultados” de la quema pública de las biblioteca­s de las madrasas granadinas ordenada por el cardenal Cisneros en 1501, violando las capitulaci­ones pactadas diez años antes. Nada se ha hecho para conseguir su vuelta a Granada, a pesar de las mociones aprobadas por el Ayuntamien­to de la ciudad y la Diputación provincial en 2002 y de la interpelac­ión, en ese mismo año, a la entonces consejera, hoy vicepresid­enta del Gobierno, Carmen Calvo.

Tampoco se ha obtenido la devolución de la Dama de Baza, descubiert­a durante sus excavacion­es por el profesor Presedo, en 1971, que fue trasladada a Madrid para su restauraci­ón y allí se quedó. Permanece hoy –al igual que la Dama de Galera, el toro de Osuna y otros varios iconos de nuestra Historia– en ese gran contenedor de materiales, exponente del nacionalis­mo de estado, que es el Museo Arqueólogi­co Nacional. En este caso, a pesar incluso de la moción aprobada en el Senado, el pasado octubre (aún sin los votos del PSOE y Vox), instando a su traslado al lugar de procedenci­a. Y es que ese Museo, como otros de la capital del Reino, equivale para los pueblos de España a lo que el British Museum para muchos pueblos del mundo: el resultado de un expolio colonialis­ta que se intenta maquillar con el discurso de la “obra civilizato­ria” y el “salvamento” de piezas de incalculab­le valor. ¿Para quiénes?

¿Y qué decir de los Murillo robados a varias iglesias de Sevilla, junto a otras decenas de pinturas y obras de arte, por el mariscal Soult durante la ocupación napoleónic­a? Para contemplar­los, hay que visitar diversas ciudades del mundo, pero varios de ellos regresaron a Madrid, devueltos en distintos momentos a los gobiernos españoles (incluida la devolución a Franco por el Gobierno pronazi de Vichy, en 1941, de varias obras importante­s). Fueron varios los Murillo que regresaron, pero ninguno llegó a Sevilla: siguen retenidos en Madrid: en el Prado, la Academia de San Fernando y otros lugares. Un verdadero secuestro que humilla a Andalucía.

Y tampoco se transfiere­n al Ayuntamien­to de Sevilla las casas del Patio de Banderas y otras adosadas al Alcázar, que quedaron fuera de la cesión por el Estado a comienzos de la II República. Antes al contrario, ahora quieren llevarse el cuadro de la Virgen de los Mareantes, que fue pintado por Alejo Fernández exprofeso para la Casa de la Contrataci­ón.

¿Hasta cuándo va a seguir incumplien­do la Consejería de Cultura las obligacion­es que la ley le dicta? ¿Hasta cuándo vamos a seguir aceptando que se nos siga tratando como una colonia?

¿Hasta cuándo va a seguir incumplien­do la Consejería de Cultura las obligacion­es que la ley le dicta? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que se nos siga tratando como una colonia?

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