Diario de Jerez

La campaña más odiosa (se) agota

- Roberto Pareja

mitin en Vallecas

Santiago Abascal

El candidato morado replica que “han renunciado formalment­e a la democracia”

La historia de España suele rememorars­e en clave binaria, un interminab­le pulso entre buenos y malos que eterniza la metáfora goyesca de los garrotazos, un carro al que se han subido sin complejos los candidatos en las elecciones madrileñas del martes, que han protagoniz­ado una campaña repleta de exabruptos en la que “odio” ha sido uno de los términos que más ha repicado en sus intervenci­ones.

La negación excluyente del contrario se basa menos en la convicción de poder gestionar mejor que en representa­r a los buenos contra los malos, o nosotros o el caos, como defiende la candidata del PP a la reelección, Isabel Díaz Ayuso, que se proclama adalid de la libertad en contraposi­ción al demonio comunista que ella ve encarnado en la figura del cabeza de lista de Unidas Podemos. “Pablo Iglesias es el mal”, afirma sin ambages. “Nació del mal para hacer el mal” remata la presienta madrileña, los incidentes ocurridos en ese mitin, que se había celebrado una semana antes, según informa El Confidenci­al. Los dos arrestados constan dados en alta en la Seguridad Social como trabajador­es de la formación de Iglesias y forman parte de su escolta personal, según el diario digital.

Sin embargo, Iglesias afirmó ayer durante la manifestac­ión del Primero de Mayo (en la que marchó del brazo de Gabilondo, ya repuesto de su rechazo inicial a entenderse con el candidato de Podemos, “con este Pablo no”, decía) que todos sus escoltas son miembros del Cuerpo Nacional de Policía y que “ninguno ha sido detenido”, aunque admitió que entre los arrestados hay un miembro de Unidas Podemos.

Otra chispa en la hoguera que le ha servido a Abascal para acusar vía Twitter a Iglesias de enviar “matones a sueldo” al acto electoral de su partido en Vallecas “para atacar a la Policía y a Vox”. Unas acusacione­s que secunda el PP y que el candidato del otro extremo atribuye a manejos electorali­stas.

Fascismo y comunismo son otros dos términos recurrente­s en una campaña electoral agria como la que más que está dejando en pañales como si fueran de guante blanco a los duelos entre José María Aznar y Felipe González en los 90 o a los de Mariano Rajoy con José Luis Rodríguez Zapatero ya entrado el siglo XXI. Donde hay tensión disparada no hay apenas espacio para la “ironía” y el “sentido del humor”, que es lo que alega el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida (PP), para justificar su desahogada afirmación de que “seremos fascistas pero sabemos gobernar”.

Un sarcasmo que le ha servido a Iglesias para acusar a los populares de “haber renunciado formalment­e a la democracia”. “Eso es lo que diría un defensor de la dictadura, porque con Franco también te podías tomar unas cañas”, abundó el candidato morado, que se siente amortizado. “La política corre rápido y mi figura se ha gastado”, ha admitido en una entrevista al Corriere della Sera.

La campaña es tan grandilocu­ente como agotadora, con ese reguero de cartas con balas enviadas a dirigentes de todos los colores, y también se lidia en los tribunales. Vox sale indemne de momento: un juzgado madrileño ha archivado la denuncia de alentar el odio por su polémico cartel contra los niños inmigrante­s.

Hoy finaliza la campaña de unos comicios que pondrán a cada uno en su sitio. Ciudadanos se juega su superviven­cia. Se está ahogando de nadar entre las dos aguas...

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ISABEL INFANTES / EP El líder del PP, Pablo Casado, y la presidenta y candidata, Isbael Díaz Ayuso.
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ZIPI / EFE La vicepresid­enta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, y Pablo Iglesias.

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