“No escondo a mi familia pero mi música habla por sí misma”
como base, pero adquiere un tono más atmosférico, “con melodías anglosajonas y beats más latinos”.
Probablemente sea una consecuencia del otro gran cambio, ya que la mayor parte de los temas llegan en castellano, después de lanzarse hace dos años precisamente en un concierto en Madrid a cantar algo en este idioma.
“La energía con el público fue increíble. Dos días después me iba a Los Ángeles para grabar y ahí ya sabía que lo tenía que hacer en español”, explica como una de las principales razones de este giro, más allá de “devolverle” también algo a sus raíces.
Bilingüe, pero formada siempre en centros angloparlantes, reconoce que fue “un reto” para ella enfrentarse “a una poesía diferente”, una tarea que asumió junto a colaboradores como Carola Rosas o Dani Sobrino y cuyo resultado ha sido producido entre Cádiz y Estados Unidos.
Su voz muestra ahora un timbre aún más característico, algo que achaca a su crecimiento como artista. “También a que, a lo mejor, en este EP la emoción es diferente”, añade.
Bailando sin sentido podría definirse como un disco introspectivo en el que lo de dentro fluye hacia fuera en forma de movimiento. “Es un álbum para desestresar, para sacar y que nada se quede ahí, más en este momento en que estamos bailando sin sentido”, explica.
Empoderada y vulnerable a partes iguales, en canciones como Así lo hago yo o Decir adiós manifiesta sus propias contradicciones, algo que no ve necesariamente de forma negativa. “El mensaje de este disco es que, aunque nos sintamos confusos o inseguros, no estamos solos y que hay que confiar principalmente en uno mismo”, señala.
Hace una semana presentó sus temas en vivo en la sala Independance de Madrid y para el futuro a medio plazo, esta joven artista ya piensa en su primer LP. “Antes quería descubrir lo que era Mafalda. Ahora sí estoy en ese punto”, afirma.
El mensaje del disco es que, aunque nos sintamos confusos, no estamos solos”