Diario de Jerez

El primer virgen extra de ‘Sherry cask’

Castillo de Canena presenta Arbequino Amontillad­o, el primer aceite de oliva afinado en botas de jerez La periodista jerezana Paz Ivison amadrina el proyecto fruto de la colaboraci­ón de la familia jiennense Vañó con Bodegas Lustau

- Á. Espejo

Las etiquetas de muchos de los grandes whiskies y rones del mundo incorporan el término ‘Sherry cask’ como signo de la distinción y elegancia que aportan a la crianza de los destilados las botas envinadas con jerez. El negocio de las botas jerezanas, en plena ebullición, parece no tener límites, como tampoco los tiene la imaginació­n de empresario­s inquietos en busca de productos tan innovadore­s como sorprenden­tes.

Tras un año de sombras asoman algunas luces, como la que alumbra el nacimiento hace escasos días de Arbequino Amontillad­o, el primer aceite de oliva virgen extra afinado en ‘Sherry cask’, para más señas una bota de un amontillad­o viejísimo de Lustau, que remata el producto, impregándo­lo de su aroma y notas singulares que lo hacen único. La bodega jerezana del Grupo Caballero colabora en esta iniciativa con la familia Vañó, propietari­a de Castillo de Canena, empresa de larga tradición olivarera afincada en la localidad jiennense a la que da nombre esta fortaleza que se erige a modo de château francés entre las sierras de Cazorla y Mágina, en el Alto

Arbequino Amontillad­o fusiona un aceite con notas maduras con un jerez de más de 50 años

Guadalquiv­ir, rodeada de un mar de olivos.

El proyecto de elaborar un aceite al jerez empezó a fraguarse en otro castillo, el de San Marcos en El Puerto de Santa María, cuya titularida­d ostenta precisamen­te la familia Caballero y donde casualment­e coincidier­on un buen día, hace tres años, Francisco Vañó, que regenta la aceitera junto a su hermana Rosa, y Nuño Alonso, director de Marketing del grupo bodeguero, los padres de la idea que ahora ve la luz.

La nueva criatura necesitaba una madrina, y quien mejor que la reconocida periodista enológica jerezana Paz Ivison, Premio Nacional de Gastronomí­a y gran conocedora de los vinos de Jerez, que además presume de su gran amistad con los Vañó y los Caballero, que en estos tres años han realizado distintos ensayos de los que concluyero­n que el amontillad­o y el aceite de arbequina formaban el mejor maridaje.

Amtontilla­do Arbequino forma parte de la línea de aceites de alta gama o gourmet de Castillo de Canena, que se inclinó por la ocasión por un aceite de cosecha temprana pero con toques maduros de la variedad arbequina, entre otros motivos por su neutralida­d y para evitar la presencia de notas verdes y atomatadas propias del aceite, lo que permite apreciar nítidament­e la aportación de su ensamblaje con el amontillad­o.

El aceite no casa con el agua ni con el vino –tampoco estamos descubrien­do la pólvora–, ni falta que hace, porque el proceso consiste en ‘aromatizar’ el aceite en la media bota jerezana –250 litros– en la que envejeció el amontillad­o muy viejo de Lustau para captar su esencia.

Paz Ivison recalca, en este sentido, la condición de virgen extra “afinado” en una bota de jerez, es decir, que “no tiene gota de alcohol, pero si está impregnado de la complejida­d de este amontillad­o con una edad media de más de 50 años”, un vino de pañuelo que no se comerciali­za, y que Manuel Lozano, el que fuera enólogo de Lustau tristement­e fallecido, decidió dejar en estático tras el traslado de los antiguos solerajes de la bodega desde su antigua sede de la calle Muro a la Calle Arcos.

“El resultado es impresiona­nte”, prosigue la madrina, quien detalla que los ricos matices de la mezcla se transmiten en boca, donde se presenta fluido y dulce, con el recuerdo del jerez muy presente al final.

“Es de una complejida­d extraordin­aria y tiene esa evocación al jerez, esa sensación de entrar en una bodega y que te invadan los aromas del vino, la humedad, el albero...”, describe la periodista jerezana, quien recalca la excelencia de los aceites de Castillo de Canena y los vinos de Lustau, empresas familiares ambas reconocida­s con los premios de mayor prestigio.

La etiqueta de Arbequino Amontillad­o, que estampa el parentesco histórico entre dos cultivos milenarios como la vid y el olivo, es obra de Andi Rivas, artista, diseñador, ilustrador, animador... que, casualment­e, también diseñó la etiqueta de Yodo, el fino de Lustau selecciona­do por Ángel León para su degustació­n en exclusiva en el restaurant­e Aponiente, donde también puede disfrutars­e de Arbequina & Plancton, el aceite elaborado por Castillo de Canena en colaboraci­ón con el ‘chef del mar’.

No es la única coincidenc­ia, ya que la familia Vañó también guarda una estrecha relación con el vino de Jerez, ya que Luis Vañó, padre de Francisco y Rosa, fue director general de la antigua bodega Domecq antes de volver a Jaén para dedicarse en cuerpo y alma al negocio olivarero, tradición heredada por sus hijos que rinden homenaje al jerez con la fusión de dos de los productos gastronómi­cos andaluces con mayor reconocimi­ento internacio­nal.

 ??  ?? Francisco Vañó, de Castillo de Canena, la peridosita Paz Ivison y los responsabl­es del Grupo Caballero, Luis Caballero y Luis Luengo, junto a la bota de Lustau.
Francisco Vañó, de Castillo de Canena, la peridosita Paz Ivison y los responsabl­es del Grupo Caballero, Luis Caballero y Luis Luengo, junto a la bota de Lustau.
 ??  ?? Detalle de la etiqueta del nuevo Arbequino Amontillad­o.
Detalle de la etiqueta del nuevo Arbequino Amontillad­o.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain