Diario de Jerez

Las Ventas abre sus puertas tras un año y medio sin festejos

● Dos orejas para Ventura y El Juli, una para Manzanares, Perera y el novillero Guillermo García y salen de vacío Ponce y Paco Ureña

- Agencias

Lleno en el aforo permitido de 6.000 espectador­es en la plaza de toros de as ventas de Madrid con ocasión del festival con motivo del 2 de mayo que suponía la vuelta de la lidia a la primera plaza del mundo tras 488 días sin festejos taurinos.

Se han jugado, por orden de lidia, novillos toros de El Capea, Juan Pedro Domecq, Garcigrand­e, Victoriano del Río, Fuente Ymbro, Jandilla y El Parralejo.

El rejoneador Diego Ventura, dos orejas y ovación a “Montecillo” de Capea en el arrastre tras una faena muy destacado en la que el rejoneador de La Puebla resolvió muy acertadame­nte con el rejón de muerte.

Enrique Ponce, silencio tras aviso tras parar a tres novillos: “Triguero”, de Juan Pedro Domecq, era el segundo, devuelto tras blandear después de su entrada en el caballo; saltó “Triguero

II”, segundo bis, del mismo hierro, que también fue devuelto. Por fin como salió “Mariposo”, de Carmen Lorenzo, que resultó manso y de nula colaboraci­ón y ante el que Ponce porfió sin más éxito.

El Juli, dos orejas con el toro más dulce y colaborado­r de la tarde, de Garcigrand­e, que permitió una lidia asentada y de mano baja al torero madrileño.

Todo lo contrario fue el astado que le cupo en suerte a José María Manzanares y al que le cortó la oreja. Un toro de violenta embestida al que hubo de domeñar y que necesitó de la autoridad del alicantino. Mató certeramen­te y fue premiado con el trofeo.

Miguel Ángel Perera, oreja tras aviso. Al quinto de Fuente Ymbro, un toro que quiso lucir poniéndolo de largo al caballo, un serio animal al que toreó de muleta citando también de largo en una faena marca de la casa en la que al toro, al final, le faltó gas.

Paco Ureña, silencio tras aviso, tras un sexto manso de Vegahermos­a con el que el murciano puso mucha voluntad y porfía pero no obtuvo fruto. Con el toro siempre a menos, solamente destacó la calidad del torero que el astado no puso eclipsar.

El novillero Guillermo García, muy en novillero parando a su novillo de El Parralejo con una larga de rodillas, se lució en el toreo a la verónica. Brindó el toro a los maestros que componían el cartel. El joven novillero pasó con temple al novillo que se empleó de más a menos y mató certeramen­te cortando la oreja. Sufrió una voltereta sin consecuenc­ias, cerrando con la oreja un histórico festejo en la ruta de la normalidad taurina.

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EFE Ventura recibiendo el aplauso del público, que guarda la distancia aforada.

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