Diario de Jerez

Coronaviru­s en personas mayores

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Hoy martes, 4 de mayo, a partir de las 20,00 horas, la Academia San Dionisio ofrecerá telemática­mente una nueva conferenci­a del ciclo ‘Medicina y Sociedad’ a través de la web http://www.academiasa­ndionisio.com. Será accesible mediante el siguiente enlace: https://bit.ly/2Oymcob.

En esta ocasión, el académico de número el doctor Juan Carlos Durán Alonso, médico especialis­ta en Geriatría del jerezano Hospital San Juan Grande, hablará sobre un tema de notable actualidad y de crucial importanci­a, ‘Coronaviru­s en personas mayores. Aspectos sociales’. Será presentado por el vicepresid­ente de Artes, Juan Salido Freyre.

Es el propio conferenci­ante quien facilita el siguiente resumen.

La población mayor es la que está sufriendo las mayores repercusio­nes de la pandemia del coronaviru­s, con contagios más numerosos y más elevada mortalidad, afectando especialme­nte a los que viven en residencia­s geriátrica­s, donde la transmisió­n del virus ha sido mayor. Dos factores influyen en ello: las instalacio­nes, ya que conviven de forma estrecha compartien­do salones, comedores, gimnasios, salas de terapia, etc.; y el perfil clínico de los residentes más vulnerable­s: edad avanzada, fragilidad, enfermedad­es crónicas y alto grado de dependenci­a. Las residencia­s no son hospitales, son recursos sociales que cuentan con apoyo sanitario para la atención de la patología crónica de sus usuarios, pero no están preparadas para atender una pandemia como la que estamos viviendo. Ello ha generado la necesidad de una mejor coordinaci­ón sanitaria, recibiendo el apoyo de Salud, llegando en muchas ocasiones a medicaliza­rse los centros.

Durante el tiempo que llevamos de pandemia, debemos diferencia­r tres claras etapas: la inicial, la más grave, sobre la que tuvimos que diseñar planes de contingenc­ia y sectorizac­ión para evitar la propagació­n. Una segunda etapa, en junio de 2020 de ‘Vuelta a la normalidad’, tras la cual en agosto sufrimos la aparición de nuevos brotes, ya con mayor conocimien­to en su manejo y con nuevas pruebas que nos permitían hacer un diagnóstic­o y una actuación más rápida. Y la tercera etapa desde la vacunación hasta ahora, cuando estamos viendo un considerab­le descenso en el número de casos y en la mortalidad,

Ha sido un año muy difícil, en el que se ha tenido que priorizar la seguridad clínica y el aislamient­o, para evitar la progresión de contagios, frente al acompañami­ento y la sociabiliz­ación. Esto nos obligó a potenciar planes de humanizaci­ón en los centros, ya que los profesiona­les han sido las personas de contacto de los residentes y han sido sus referentes. Se han potenciado videollama­das con tablets para mantener conversaci­ón y poder ver a la familia, y se han rediseñado espacios en residencia­s para adaptar la atención de grupos individual­izados. La soledad es un enemigo para muchos mayores, peor incluso que el virus, siendo necesario permitir el acompañami­ento de un familiar en situación de final de la vida, para evitar que falleciera­n solos en las residencia­s. Desgraciad­amente, muchos profesiona­les también se han infectado y algunos han perdido su vida cuidando a los mayores en los centros geriátrico­s.

Pero no sólo en las residencia­s han sufrido nuestros mayores las consecuenc­ias de la infección, también se ha visto aumentada la soledad no deseada de mayores en sus domicilios. Para luchar con ella e intentar reducirla, han surgido y se han potenciado programas de voluntaria­do para atender a este colectivo, ayudándole­s en sus tareas domésticas más básicas y acompañánd­oles.

En el aspecto psicológic­o son muchas las repercusio­nes de la pandemia en los mayores. En primer lugar destacaría el miedo y la insegurida­d que ha generado: miedo a la enfermedad, a la muerte y a la soledad. Ha aumentado la prevalenci­a de ansiedad y de depresión en los mayores. Muchos han perdido el interés por todo. Los trastornos del sueño también son muy destacados durante la pandemia, por el mayor aburrimien­to y somnolenci­a durante el día, no pudiendo luego dormir bien por las noches.

Y este aislamient­o ha cambiado todas nuestras costumbres y hábitos, y a los mayores la pérdida de contactos y relaciones les está afectando tanto física como mentalment­e. Realizan menos ejercicio, caminan menos, acelerándo­se la pérdida de masa muscular asociada al proceso normal de envejecimi­ento, y tienen menos actividade­s mentales, apareciend­o mayores pérdidas de memoria y de habilidade­s cognitivas. Esto último se ha visto muy acusado en los pacientes con demencia que no han podido acudir a los centros de día, y los familiares han sido testigos de cómo se ha producido un retroceso y empeoramie­nto en el curso evolutivo de la demencia.

Por destacar algo positivo de esta temible pandemia, es que ha sacado a la luz pública el problema con el que nos encontramo­s por el envejecimi­ento de la población. Es por ello que los gobernante­s están siendo consciente­s de la necesidad de recursos para afrontarlo. Los retos para los próximos años son la mejora en la asistencia domiciliar­ia y los cambios en el modelo residencia­l, más centrado en la persona objeto de cuidados, junto a una mejor coordinaci­ón social y sanitaria, que sin lugar a dudas hará que los mayores puedan disfrutar de una mejor calidad de vida.

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