El ‘superjueves’ electoral británico pone a prueba al liderazgo laborista
Coinciden los comicios municipales y los regionales en Escocia y Gales Sadiq Khan, favorito para repetir en la Alcaldía de Londres
Las elecciones municipales en el Reino Unido, que se celebran hoy junto a las regionales de Escocia y Gales, se presentan como un desafío para el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, ante las encuestas que anticipan un avance de los conservadores en el llamado muro rojo.
Lo habitual en este país es que el partido en el poder sufra un revés en los comicios locales, pero el viento sopla a favor del primer ministro, el conservador Boris Johnson, gracias ante todo a la exitosa campaña de vacunación contra el Covid, así que la izquierda teme una nueva debacle electoral.
Si ya en las generales de 2019 los laboristas sufrieron un cataclismo con sus peores resultados en casi un siglo –que además le costaron el puesto a su entonces líder e icono del ala izquierda, Jeremy Corbyn–, las perspectivas no son halagüeñas de cara al llamado superjueves electoral.
La conf luencia de comicios que se produce hoy, debida al aplazamiento de varias convocatorias el año pasado, hace que muchas municipales, normalmente escalonadas, coincidan en el mismo día con las legislativas en Escocia y Gales, y con la votación para reemplazar a un diputado que dimitió de la Cámara de los Comunes.
Precisamente esta última cita está considerada como una de las más simbólicas: dará la medida de si Starmer consigue evitar el golpe que muchos le auguran.
Los vecinos de la circunscripción de Hartlepool, en el noreste de Inglaterra, deberán decidir quién reemplaza al diputado laborista Mike Hill, que renunció tras ser acusado de acoso sexual. Los sondeos apuntan a que la izquierda podría perder un escaño que siempre ha estado en sus manos.
Hartlepool, al igual que los ayuntamientos de Tees Valley (noreste) y West Midlands (centro de Inglaterra), forman parte del muro rojo que Johnson consiguió arrebatar al laborismo en las últimas elecciones y que la formación de Starmer aspira a reconquistar.
Precavido, el responsable laborista ha preferido rebajar las expectativas. Pese a que sus primeros meses al frente de la formación le dispararon en las encuestas, Starmer sufrió un paulatino desgaste que ha minado su credibilidad como alternativa a Johnson.
Además, se enfrenta al rechazo de buena parte de las bases y el sector más izquierdista del laborismo, resentidos todavía con el trato que dispensó a Corbyn cuando una investigación interna reveló su complacencia con el antisemitismo dentro del partido.
A Starmer se le echa en cara su falta de contundencia para plantar cara a Johnson –más aún tras su desastrosa gestión al inicio de la pandemia– y la falta de una línea ideológica clara.
“Asumí la dirección del partido laborista tras el peor resultado en unas elecciones generales desde 1935 (...) Es el primer test y lucharemos por cada voto, pero nunca pensé que alcanzaríamos la cima de la montaña en solo un año, va a costar más tiempo”, dijo ayer Starmer, antes de asumir “plena responsabilidad” por los resultados.
Algo similar dijo en una entrevista a Efe el alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, quien aspira a la reelección: “Creo que es prematuro esperar que en estas elecciones quienes votaron tory en las generales vayan a apoyar ahora al laborismo. Sin embargo, con el tiempo, veremos un movimiento”.
Precisamente, Khan es uno de quienes afrontan con mayor tranquilidad la jornada electoral. Las encuestas le dan como claro ganador en la capital ante el conservador Shaun Bailey, lo que permitiría al laborismo quedarse con un premio de escaso peso ejecutivo, pero alto valor simbólico.
El viento sopla a favor de los conservadores de Johnson por la exitosa campaña de vacunación