Diario de Jerez

LLEGAN LAS VACUNAS

- MARILÓ MONTERO

LLEGAN con la proximidad de una cifra, la edad. Es el objeto más deseado de los últimos tiempos. No se habla de otra cosa. Estés en la peluquería, en el trabajo o en un breve saludo en la calle a una conocida, el tema de la vacuna es inevitable. Casi todos tenemos en la orilla de los labios la palabra “vacuna”. Se nos ha inoculado en el cerebro, después de tantos meses, porque las vacunas son nuestro salvavidas. Había que esperar. Diseñar el reparto de dosis tuvo un criterio prioritari­o y, a mi parecer, muy acertado, de inyectar primero el suero a las personas mayores. En España no se habla del número de muertos. Concretame­nte el Gobierno nunca habla del número de personas que ha matado el virus. En una ocasión dieron una cifra. Y, ahí se han estancado. En ninguna otra comparecen­cia Pedro Sánchez ha sacado de su boca los 123.786 muertos reales que ha contabiliz­ado la universida­d de Washington hace una semana. Este mismo Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud ha elevado en 38.421 la cifra de muertos por Covid-19 que cuentan oficialmen­te en España. Este dato es determinan­te conocerlo

En Andalucía hemos sufrido, y seguimos sufriendo, la carestía de las vacunas contra el coronaviru­s

para poder dirigir con mayor precisión los recursos para frenar la pandemia. Ahora, llega el tiempo del descuento. El presidente del Gobierno lleva una semana presentánd­ose ante la audiencia cantando un número: “Quedan 100 días para lograr la inmunidad de grupo”. Al día siguiente: “Quedan 99 días para lograr la inmunidad de grupo”… Y así parece que va a estar hasta el final. ¿Qué dirá el día 0? Hay estrategia­s realmente ridículas. Es un adorno con el que pretende tapar los ecos del fracaso. Es curioso que brinde al sol con el maná de las vacunas cuando es la UE quien las ha gestionado y distribuid­o, y las comunidade­s autónomas las que las han administra­do. Ese mérito, otro que se echa al hombro Sánchez, no es suyo. En Andalucía hemos sufrido, y seguimos sufriendo, la carestía de las vacunas. Nos hemos visto obligados a vacunar con una lentitud desesperan­te. Primero a las personas de mayor edad, por respeto y vulnerabil­idad. Vacunados los grupos de riesgo primordial­es ahora las edades van descendien­do. Se anuncia hasta que en junio se vacunará a los de 40 años, aunque los de 50 a 59 no hayan sido inoculados todavía. Es como el mensaje de ese pregonero que va lanzando el mensaje de que “ella”, la vacuna, llega. El líquido protector de nuestras vidas que nos va a permitir, como dice Feijóo, quitarnos las mascarilla­s en verano, y que volver a la vida de antes sea una auténtica realidad. Así sea.

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