Menos comprensión lectora
LOS alumnos españoles de 9 años han retrocedido siete puntos en cinco años en comprensión lectora. Es el dato más llamativo del último informe PIRLS, el equivalente a PISA pero para Primaria, elaborado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA). Más de 8.500 alumnos de 452 centros educativos nacionales se han sometido a este examen voluntario. La nota final fue de 521 puntos, en el puesto 21 de la clasificación junto a Nueva Zelanda por debajo de la media de la Unión Europea y de la OCDE, que marca 533 puntos. Lejos de Singapur que, con 587, lidera la tabla o de los 577 de un país que puede servir de modelo, también en este apartado, como Irlanda. Más allá de las cifras, la pandemia y el cierre de las escuelas en 2021 son las razones para explicar oficialmente este descenso en el rendimiento educativo. Es cierto que el Covid demostró que la enseñanza virtual nunca puede ser un sustituto de garantías para la presencial. Y que la clausura durante 45 días de los centros se vincula directamente a los datos negativos. Pero sería absurdo quedarse en esa causa efecto. Ya en 2021 la propia OCDE advertía que España era uno de los países en los que en la última década más se había estancado la comprensión de los textos entre los jóvenes entre los 15 y 27 años y alertaba de las consecuencias del abandono escolar temprano o el aumento de los llamados ninis. Y aún faltan análisis para determinar el impacto de fenómenos como el móvil, la herramienta de todo consumo, con pantallas de poco más de 5 pulgadas, adecuadas para el actual universo de redes sociales de mensajes resumidos en pocos caracteres, pero menos óptimas para las lecturas en profundidad que propician el análisis y la formación del criterio. Por ello hay que saludar la apuesta de la Consejería de Educación de la Junta de dedicar, de forma transversal, más tiempo a la lectura en los centros educativos andaluces.
España ha retrocedido siete puntos en cinco años en un apartado fundamental para evaluar el rendimiento educativo. La pandemia tiene culpa pero no sola