Crítica de música
Precedido por una carrera meteórica que pasó en su día por el Conservatorio Joaquín Villatoro de Jerez, la consecución de importantes premios nacionales e internacionales de interpretación, compareció este viernes pasado el pianista sanluqueño Juan Pedro García Oliva (2001) con un recital organizado por el Ayuntamiento de Jerez y el citado Conservatorio,
con la expectativa puesta en la finalización del ciclo superior de su formación en Amsterdam, Italia y Estados Unidos. García Oliva es un pianista con un temple y una musicalidad extraordinarias. Tiene uno la impresión al oírlo que el instrumento que domina a la perfección, el piano, es la cosa más fácil de tocar del mundo y que las obras musicales que interpreta en esa conexión y comunicación íntima con el público, son muy asequibles para cualquier músico.
Pero nada más lejos de la realidad. Detrás de esas interpretaciones que tanto hechizan a sus espectadores hay muchas horas de trabajo y de elaboración interior que le permite a Juan Pedro servirle al oyente las obras en las mejores condiciones posibles, llenas de matices y limpieza técnica, con una traducción perfecta de la intención del compositor. Así, la música preparada con tan intenso esfuerzo llega con una facilidad asombrosa a los oídos menos acostumbrados a la música clásica. Pero también, y en las mismas coordenadas, a los melómanos más avezados.
Así lo demostró García con gran suficiencia en su recital en la Sala Compañía. Las obras de Schumann (Fantasía, op. 17) Mozart (Rondó en la menor) y Málaga y Eritaña, de Iberia de Albéniz gozaron de una interpretación sutil, mágica, espectacular y fascinante en su conjunto, donde el total equilibrio entre la perfección técnica y la magnífica exposición de tales obras transitaron por una gama de colores y contrastes dinámicos propia de intérpretes de talla excepcional. Estamos ante un gran pianista, ya prácticamente formado, al que le auguramos un futuro muy esperanzador.
Colegio Montaigne JEREZ