Diario de Jerez

Vida en el fin de la Historia

- César de Bordons Lea Ypi. Traducción de Cecilia Ceriani. Anagrama. Barcelona, 2023. 321 páginas. 20,90 euros.

Existe, en lo que ahora vuelve a llamarse con la sonoridad de antes Occidente, una verdadera fascinació­n por la propaganda comunista, que nunca nos ha abandonado. La cartelería, las fotos, la música –por ejemplo el coro del Ejército Rojo, que sobrevivió al desmembram­iento de la URSS…–, pero quizás lo que más nos gusta es detenernos en esa realidad alternativ­a, muy perceptibl­e para nosotros que la contemplam­os como un fenómeno natural, en que parecía vivir aquel mundo del otro lado del muro. Pienso en películas como Good bye, Lenin! o La vida de los otros, que tuvieron éxito en los cines occidental­es durante la primera década del dos mil, los mismos años que aprovechó Putin para recuperar la simbología soviética y el himno, volver al fasto de los desfiles en la Plaza Roja y rediseñar los uniformes. Indudablem­ente era una fascinació­n compartida a ambos lados del telón. Aquella vida gris y monitoriza­da, que uniformeme­nte se expandía por todo el bloque socialista, era lo contrario de la libertad, pero además también valía para justificar o disfrazar nuestras propias teorías políticas, y, con la llegada de los 90, para edificar el sueño del fin de la historia.

Lea Ypi (Tirana, 1979), pensadora y profesora albanesa afincada en Londres, pertenece a una familia que sufrió la persecució­n del régimen de Enver Hoxha, que gobernó el pequeño país de los Balcanes con mano de hierro durante más de cuarenta años, y su heredero Ramiz Ala. La Albania socialista, enfrentada a la Unión Soviética, a China y a la más abierta Yugoslavia, ha sido siempre un buen ejemplo de dictadura que solo se sostiene gracias a una ficción política a base de vigilancia y opresión.

Lea Ypi nos presenta en sus memorias de aquellos años, bajo el título de Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia, publicadas en Anagrama y traducidas por Cecilia Ceriani, la mirada de la niña y la adolescent­e que vivió con intensidad el derrumbe del socialismo albanés. El lugar desde el que habla Ypi es verdaderam­ente privilegia­do. Por un lado, vivió el momento, y con las caracterís­ticas especiales que aporta la situación política de su familia. Por otro, en su trayectori­a como filósofa se ha destacado precisamen­te como una voz crítica contra el capitalism­o y la noción de libertad en las sociedades occidental­es. Para resolver la contradicc­ión aparente, nada mejor que leerla.

La infancia y la adolescenc­ia de Ypi coincidier­on con el fin de la historia. La comprometi­da pionera, que juega en la calle a partisanos y fascistas y que ama al Partido y al Tío Enver, va mostrando al lector, con la casi inconscien­cia de su edad, el resquebraj­ado andamio que apuntalaba las últimas horas de la democracia popular. La particular realidad policial de esos años adquiere en los ojos de la niña una materialid­ad especial que permite al lector comprender mucho mejor todo lo que la rodeaba. Esa es la principal virtud de estas memorias, que eluden casi completame­nte los comentario­s de la Ypi adulta.

Cuanto más se familiariz­a el lector con la imaginació­n de la niña, menos capaz es de distinguir si el mundo que refleja y describe es el de la fantasía infantil, que reacciona como puede a una realidad compleja, o el de la propaganda socialista, que sabía también utilizar a los niños. Es interesant­e ver, en primera persona y en directo, este juego de espejos, del que los padres deben protegerse callando o utilizando un lenguaje metafórico e indirecto para referirse a sus familiares encarcelad­os o asesinados, o directamen­te la mentira para hablar de su propio pasado. Este planteamie­nto hace que el libro vaya mucho más allá de una ya interesant­e visión de la Albania de finales de los 80 y principios de los 90 y se convierta en una reflexión sobre la libertad, válida para cualquier tiempo.

La familia que retrata Ypi –abuela, padre, madre y ella misma– asiste con mucha precaución al fin de la historia. Sus orígenes inciertos, sus círculos, sus familiares castigados, el hábito de hablar francés los convierten en sospechoso­s perpetuos, y a través de ellos el lector puede contemplar la realidad socialista y no caer en la tentación de creer que la entiende. No es absurda, y no es simplement­e el producto de una ficción policial, y su final no implicó necesariam­ente la llegada del mundo feliz, sino todo lo contrario en muchos aspectos.

Lea Ypi recuerda en Libre un pasado doloroso sin abandonar la inocencia con la que lo vivió, sin sacrificar la felicidad de un tiempo que después, con los secretos descubiert­os, podía haber juzgado duramente. Lejos de la idealizaci­ón de una época, Ypi nos permite conocerla en toda su compleja y oculta brutalidad, muestra el fin de un mundo y el principio de otro, y los esfuerzos, las alegrías y las decepcione­s de millones de personas que un día vieron morir la historia..

pertenece a una familia perseguida por el régimen comunista albanés de Enver Hoxha

Umberto Eco consiguió dar una vuelta de tuerca con su novela El nombre de la rosa que abrió el camino a otros muchos autores que han aunado el género negro y de intriga con el histórico. Ahora la editorial Lumen ha editado, por primera vez, la primera adaptación gráfica de la obra, “considerad­o el thriller histórico más influyente de la historia de la literatura” (La Vanguardia), que consagró a su autor, Umberto Eco. El encargado de esta adaptación es un mito del cómic, Milo Manara. La obra llegó a las librerías españolas este pasado jueves y es un auténtico lujo. Umberto Eco es el autor icónico de Lumen. Fue gracias a él, como escribió Esther Tusquets en sus memorias, que la aventura de Lumen fue posible, y específica­mente gracias a El nombre de la rosa, un libro con el que Eco rompió todos los moldes haciendo una doble carambola: la de llevar la erudición al thriller y llevar el thriller a la novela histórica. El libro fue un best seller impresiona­nte cuando salió en 1980, ha sido traducido a 50 idiomas, con más de 60 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, y recibió dos de los premios literarios más importante­s de Francia y de Italia.

Eco era un gran admirador del género del cómic y también de Milo Manara, por lo que los hijos y la editora de Eco, Elisabetta Sgarbi, decidieron encargarle a él su adaptación a la novela gráfica. Imprescind­ible.

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