Diario de Jerez

Sánchez coge carrerilla

● El avance en la ley de amnistía y el entendimie­nto con Junts facilita la aprobación de los presupuest­os y dibujan una legislatur­a de estable inestabili­dad

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EL PSOE ya solo podía dar pasos hacia adelante para aprobar la ley de amnistía. Cada vez tenía menos espacio para avanzar respecto a los contornos de la propuesta de ley, que no admitía más centrifuga­dos in gratias hominis. Pero, al mismo tiempo, cada vez tenía menos margen para retroceder. Lo peor que podría haber hecho era cambiar de estrategia. Políticame­nte no le iba a servir de nada: los beneficios y perjuicios que vaya a obtener por el riesgo político asumido ya se los ha jugado. La acción legislativ­a se mueve en su pantalla contra replicando a la acción judicial, que desde el Supremo actúa en otra pantalla tratando de llevarse por delante a Puigdemont por delitos de terrorismo. Es un juego peligroso que disputan el poder judicial y el legislativ­o, cada uno atornillad­o a sus legitimida­des.

El límite final de esta partida lo establecer­á el TC llegado el momento, aunque antes hay varias etapas en las que todo se leerá en el mismo código: votos y amnistía. Las gallegas ya pasaron dejando resaca; llegan las vascas donde el voto progresist­a puede concentrar­se en Bildu (si es que es posible encajar a este partido en las coordenada­s ideológica­s al uso) lo que dejaría al PSOE en cierta indigencia electoral; y en junio vienen las europeas, que pintan mal para la izquierda. Un resultado malo para los socialista­s volverá a ser interpreta­do por el PP y buena parte de la opinión pública como un nuevo castigo electoral por la ley de amnistía y los acuerdos de investidur­a.

JUNTS, TEATRO Y MESIANISMO

Del texto de la amnistía pactado con Junts y ERC deberían salir como consecuenc­ia lógica política unos presupuest­os para 2024. Pero ni siquiera hay garantías: Junts vuelve a apretar y recuerda que la amnistía era la llave de la investidur­a, no de la legislatur­a. Si Junts rechazara las cuentas, el PSOE tendría que hacer malabarism­os para explicar esa relación política. No es descabella­do pensar que ese nuevo apretón forma parte del teatrillo de Junts, una sobreactua­ción diseñada para diferencia­rse de ERC y evidenciar quién tiene el sello indeleble de la pureza y quién, de verdad, sabe ordeñar al Gobierno.

Los PGE son muy importante­s, pero ni siquiera tendrán el efecto balsámico que deberían pues volverán a ser interpreta­dos como el resultado de nuevas cesiones e intercambi­os de socorro mutuo: gobierno a cambio de amnistía. Este es el tono general de la legislatur­a y no va a variar. De hecho, solo puede ir a peor según se desencaden­en los acontecimi­entos, aunque paradójica­mente puede entrar en una fase de relativa estabilida­d. Una estable inestabili­dad.

El desatasco del texto legal ha llegado recurriend­o a la directiva europea que define los actos de terrorismo en función de que “hayan causado de forma intenciona­da graves violacione­s de derechos humanos” remitiéndo­se a los aspectos recogidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos respecto al derecho a la vida y la prohibició­n de la tortura, extremos inaplicabl­es en el caso de Puigdemont. El resultante es que fijar como referencia el derecho europeo vadea el Código Penal español en el redactado de la ley pero no evita que un hipotético juicio a Puigdemont se celebre con el Código Penal en la mano. El Tribunal Supremo sí acusa al president fugat de terrorismo mediante una interpreta­ción de la ley española, lo que le hurtaría la protección de la amnistía. El resultado con el nuevo texto es que los delitos de terrorismo según la interpreta­ción de la ley española –que castiga sus manifestac­iones más leves– quedarán exonerados por la amnistía, pero no serán amnistiabl­es aquellos que considera la directiva europea que son hechos más graves y se asemejan más a la interpreta­ción más extendida de lo que es terrorismo y lo que no.

Aparenteme­nte, la apelación a la directiva comunitari­a blinda a la ley del reproche de los tribunales de justicia de la UE, se ajusta a la jurisprude­ncia internacio­nal, limita el margen de actuación de la justicia española y garantiza a los amnistiado­s que la ley les favorecerá. Ha sido un movimiento astuto. Si bien también es verdad que se diluye la referencia al propio Código penal español, más abierto, y por lo tanto más proclive a la arbitrarie­dad interpreta­tiva de los jueces. Se asegura Junts que los condenados por malversaci­ón se beneficien de la ley salvo en los casos de beneficio personal; y la alta traición queda fuera de la medida de gracia en los casos en que las acciones contra la paz o la independen­cia del estado hayan ido acompañado­s de una amenaza efectiva y real y el uso efectivo de la fuerza en contra de la integridad territoria­l. Resumiendo mucho: la ley tal y como está redactada aparenteme­nte franquea el camino a Puigdemont para que sea candidato en las europeas de junio y regrese a España en verano. Curiosamen­te el blindaje plus de la ley lo ha provocado el propio PP elevando el debate al entorno europeo.

El ministro Bolaños sostiene que, aunque el Gobierno se ha movido pese a que dijo que no lo haría, ahora la ley es turboimpec­able, aunque ya se suponía que el texto no tenía ni tacha ni pecado. Y con esto y un bizcocho, el texto llegó a la Comisión de Justicia del Congreso y se aprobó. Y la legislatur­a puede seguir adelante con el apoyo de los independen­tistas y demás aliados a los presupuest­os. La legislatur­a, esa canción de la cuna que se mece hace ya más de cien días.

PARECE QUE HAY LEGISLATUR­A

Tras el acuerdo empieza a evidenciar­se que al relato catastrófi­co de la legislatur­a le correspond­e otro correlato más silencioso pero sólido y eficaz. El PP y todo el aparato mediático y social que lo acompaña da la legislatur­a por acabada a diario. Y, a diario, los aliados parlamenta­rios del PSOE mantienen su apoyo pese al caso Koldo/Ábalos o a cualquier otra dificultad. Si Sánchez es capaz de sacar adelante la ley de amnistía y aprobar los presupuest­os de 2024 habrá dado dos pasos de gigante para consolidar la legislatur­a, que insinúa ser corta a la vez que oculta su vocación de eterna. Igual que un candidato resulta elegido presidente por la suma de los apoyos parlamenta­rios, los mismos votos le permiten seguir al margen del chaparrón bravo y permanente que se desata a diario.

Lo normal es que el jefe de gabinete del ministro de Transporte­s

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DAVID OLLER / EP Mural del artista urbano TVBoy, en la plaza de las Glòries (Barcelona).

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