El padre y el hijo menor asesinados residían en Eslava

Eran vecinos de la calle El Sol, estaban muy integrados y se reunían con la familia en una huerta de ocio

CÁSEDA – El alcalde de Eslava, Ignacio Barber, se mostró “consternado” como el resto de habitantes de la localidad tras conocer la tragedia. Supone “un gran disgusto” para todo el pueblo. Es una familia “integrada” en la localidad desde que vinieran a vivir aproximadamente hace dos años. La corporación municipal se reunirá hoy para abordar este asunto que ha golpeado a esta pequeña localidad de la Zona Media, con 120 habitantes.

Fermín, de 50 años, vivió parte de su infancia en Eslava, estudió en el colegio Luis Gil de Sangüesa, y residió después en Liédena. Hace unos dos años, Fermín, su mujer María Luisa y su hijo pequeño Cristian se trasladaron a Eslava, a la calle El Sol, número 1. “Era buena gente”, recordaba una de las vecinas del pueblo, impactada por este hecho. Fermín tenía gran afición por la caza y la practicaba con el resto de cazadores de Eslava. Adquirió su casa en el denominado barrio abajo de Eslava con una pequeña parcela en la que disponía de huerto y una zona de ocio en la que pasaban “buenos ratos en familia, con sus hijos, las mujeres y las nietas”, cuenta otra de las personas que había tratado con ellos. “Si le hubieras pedido cualquier favor, estoy segura de que Fermín te habría ayudado”, contaba entre lágrimas otra vecina del pueblo. “Era una familia tranquila, nada conflictiva, que no daba ningún problema”, añadían. José Antonio, el hijo de 29 años que murió junto a su padre, vivía en Cáseda, lugar de residencia de otros tres hijos de Fermín, donde se les recuerda por ser una familia trabajadora y sin problemas.

Cristian, de 17 años y también asesinado, tenía ya varias amistades entre los jóvenes de su edad en Eslava. Estudiaba en el IES Sierra de Leyre de Sangüesa. Había pasado buena parte del verano en Cáseda con sus familiares y donde se reunía con otros adolescentes en la piscina o para jugar a futbito.