Diario de Noticias (Spain)

Se enfrenta a diez años de cárcel tras intentar acuchillar a su exmujer en Lodosa

La víctima, que fue agredida en 2017 en presencia de sus hijos, afirmó que también trató de estrangula­rla

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PAMPLONA – La Sección 2ª de la Audiencia de Navarra juzgó ayer a un hombre de 39 años y vecino de Lodosa que está acusado de intentar acuchillar en el domicilio familiar a su expareja, a la que también trató de estrangula­r una vez que la mujer le pudo apartar el arma blanca. La Fiscalía pide por estos hechos, que ocurrieron a finales de junio del año pasado, ocho años y medio de cárcel por tentativa de homicidio, petición que la acusación particular que ejerce la víctima eleva hasta los diez años de cárcel y una indemnizac­ión de 6.500 euros. La agresión se produjo además en presencia de los dos hijos menores de la pareja, de 3 y 6 años. Llevaban en trámites de separación desde febrero del año pasado y el acusado, que fue a entregarse a la Guardia Civil cuando su mujer acudió al centro de salud para ser evaluada, no negó ayer los hechos. De hecho, dijo: “Reconozco lo que hice, pero discrepó de cómo sucedió todo”, afirmó antes de declarar en la próxima vista.

La mujer declaró ayer en el juicio sobre lo ocurrido aquel día y recordó que el 25 de junio, tres días después de la agresión, tenían la fecha para firmar el convenio regulador de la separación, decisión que había adoptado ella en febrero. Resumió que al ser atacada, empezó a forcejear con el agresor para “salvar mi vida”, dijo haber temido por la suya y la de sus hijos, además de haber pasado “muchísimo miedo” y de recordar “estar muertos”. La víctima relató que el día de la agresión su expareja acudió a recoger algunos enseres al domicilio durante la mañana. Era algo que hacía habitualme­nte pese a llevar cuatro meses fuera del domicilio. “Empezó a recoger el ordenador del salón y yo le dije que estaba haciendo mucho ruido. Él se enfadó entonces y soltó el ordenador y se fue hacia la cocina. Yo estaba en el baño con la niña y entonces escuché unos pasos raros, extraños, de regreso de la cocina. Al salir del baño me lo encontré con un cuchillo en la mano y el brazo en alto. Me lo trató de clavar en el abdomen y me di un golpe con la espalda contra la pared cuando trataba de quitármelo de encima. Me hizo una punzada en el abdomen, tuve hendiduras en el pecho, un corte en el meñique, y golpes. Caí al suelo del pasillo y solo trataba de quitarle el cuchillo. En un momento se lo pude arrebatar y se lo tiré por el pasillo hasta la cocina. Entonces fue cuando me giró y me empezó a estrangula­r con las dos manos. Estaba de frente y sentí que me ahogaba, has- ta que perdí la conscienci­a. Sentí que estaba muerta. Y entonces me soltó, porque yo creo que pensaba que me había matado, y recobré el conocimien­to. Entonces sentí a mis hijos que estaban encima de mí y decían:; No mates a mamá. Él estaba en la cocina en ese momento y no decía nada. Entonces me levanté y fui a pedir auxilio a la terraza. Y nos hizo entrar de nuevo con el cuchillo en la mano mientras nos decía que no le denunciára­mos. Decía que si le denunciaba se cortaba las venas y se tiraba de la peña”. Al hombre le costó abandonar el domicilio. Decía que quería despedirse de sus hijos. Cuando finalmente se marchó, la mujer pudo llamar a su padre y luego a su cuñada para contarles lo que le había pasado y acudir al centro de salud. Cuando fueron allí, el exmarido estaba presente. Insistía en su mensaje: “No me denuncies”. Mientras ella era explorada, el acusado se dirigió al cuartel de la Guardia Civil para entregarse porque “había tenido una muy fuerte discusión con su expareja, fruto de un calentón”, según dijo. Se le identificó y se le dijo que estuviera localizado porque todavía no había denuncia. Él sabía que su mujer iba a interponer la misma nada más finalizara la exploració­n médica. La mujer definió al marido como “una persona alterada, con un carácter muy fuerte y con el que no se puede discutir”. También dijo que nunca le había pegado ni insultado. La defensa le cuestionó sobre si conocía que su exmarido podía padecer problemas psiquiátri­cos. “No lo sabía. Le di el número de teléfono de un psicólogo por si necesitaba ayuda y no lo quiso”.

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Foto: J. Bergasa Un vehículo de la Policía Foral, frente al Palacio de Justicia.

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