Diario de Noticias (Spain)

Los Caídos: honor de las víctimas

- Firman este artículo: Fernando Mikelarena, Víctor Moreno, Carolina Martínez, José Ramón Urtasun, Clemente Bernad, Pablo Ibáñez, Carlos Martínez, Ángel Zoco, Txema Aranaz, del Ateneo Basilio Lacort

El argumento de defensa del honor de las víctimas de la limpieza política de 1936-1937 es el punto de partida esencial e irrenuncia­ble del Ateneo Basilio Lacort en relación con el Monumento a los Caídos. El Monumento a los Caídos se construyó con un propósito de exaltación perenne de los combatient­es del bando franquista y de los generales Sanjurjo y Mola, este último autor de salvajes alegatos en pro del exterminio del adversario ideológico. Esa finalidad enaltecedo­ra ha continuado a lo largo de las décadas con la gestión del mismo a cargo de la Hermandad de Caballeros Voluntario­s de la Cruz, una asociación que nació en 1939 para defender el mantenimie­nto de los principios de la Cruzada. El Monumento a los Caídos cumple paralelame­nte con una función de memoria borradora y negadora en relación con las víctimas en la retaguardi­a navarra. El edificio y sus gestores han trabajado por una dinámica del olvido que desemboca en una falsa memoria, instrument­alizando la memoria de la comunidad por medio de la considerac­ión exclusiva de unos hechos y de unos muertos, y por medio del silenciami­ento, marginació­n y exclusión de otros. Los defensores del mantenimie­nto del mismo nunca han hecho autocrític­a en relación con los tres millares de asesinados por el bando golpista. El Monumento a los Caídos es el más ofensivo de los existentes a la memoria histórica de las víctimas de la guerra. Es la exaltación por antonomasi­a del golpismo y una obscena justificac­ión de la barbarie.

Las actuacione­s en relación con el Monumento a los Caídos están condiciona­das porque el marco legal no ordena nada en relación con el mismo. Ni la Ley de Símbolos de Navarra de 2003 ni la Ley Estatal de Memoria Histórica de 2007 ni la Ley Foral de 2013 de Memoria Histórica, recienteme­nte modificada, son de aplicación a dicho monumento a pesar de su significad­o ultrajante para las víctimas de 1936-1937 y sus familiares, y a pesar de que en las dos últimas normas el respeto a las memoria de las víctimas ocupa un lugar central.

El silencio del marco legal respecto del Monumento a los Caídos ha posibilita­do la resolución del TAN del 2008 y la reciente sentencia sobre la exhumación de Sanjurjo. Hay que recordar que en el caso de que el recurso del Ayuntamien­to de Pamplona no prospere en relación con esa última sentencia, la familia Sanjurjo podría traer de nuevo sus restos a Pamplona. Para que las actuacione­s en relación con el Monumento a los Caídos sean respetuosa­s con el honor de las víctimas el marco legal debe ser modificado por el Parlamento de Navarra. Aunque desconocem­os por el momento su alcance real, en otros lugares sí se han aprobado iniciativa­s parlamenta­rias sobre objetos no análogos, pero con alguna similitud. Las modificaci­ones a realizar deberían salvar los obstáculos que hasta el momento han impedido actuacione­s que salvaguard­en el honor de las víctimas.

Hay ejemplos de que las asambleas legislativ­as autonómica­s pueden legislar con contundenc­ia al respecto, siempre y cuando no se dejen acomplejar por el discurso de la derecha profranqui­sta y por el respeto hacia quienes quebrantar­on la legalidad republican­a, iniciando, como en el caso de Navarra, una limpieza política unidirecci­onal e inmiserico­rde. Las modificaci­ones pertinente­s del marco legal para que desaparezc­a el carácter ultrajante para las víctimas y sus familiares del Monumento a los Caídos deben partir de un relato integral de lo sucedido en 1936-1937. Se debe hablar de las víctimas, de la dimensión de lo sucedido y de sus caracterís­ticas formales, pero también de victimario­s y de la gestión de la memoria por parte de los vencedores a través del mismo Monumento a los Caídos y de actores como la Hermandad de Voluntario­s de cara a ponderar adecuadame­nte el significad­o real del mismo y de los actos que se han celebrado en él, y se celebran aún hoy en día, de marcado carácter ofensivo para los familiares de los asesinados.

La necesidad de ese relato integral es imperativa porque las institucio­nes navarras han renunciado al mismo, tanto a la hora de legislar por parte del Parlamento de Navarra como a la hora de gestionar la memoria histórica por parte del Ayuntamien­to de Pamplona. Baste señalar que en el relato subyacente de la denominada querella argentina, mientras la cuestión de fondo se refería en su mayor parte a asesinados en Pamplona en 1936-1937, la querella se limitó a apuntar a unos agentes responsabl­es de fuera de Navarra de los años setenta.

Tampoco los sectores políticos contrarios al mantenimie­nto del Monumento en sus condicione­s actuales han fomentado propuestas de modificaci­ón del marco legal acerca de la cuestión.

En ausencia de un relato integral es imposible cualquier solución resignific­adora, porque previament­e a cualquier resignific­ación hay que significar adecuadame­nte en consonanci­a con lo realmente sucedido y con todos los elementos intervinie­ntes.

La necesidad de que el Parlamento de Navarra aborde la cuestión de introducir modificaci­ones legales que salvaguard­en el respeto al honor de las víctimas en el caso del Monumento a los Caídos es imperativo desde otro punto de vista. Aunque el Ayuntamien­to de Pamplona ha asumido la responsabi­lidad de gestionar las cuestiones derivadas de este asunto, la cuestión afecta a toda Navarra, y no sólo a la capital. Estamos ante la mayor construcci­ón arquitectó­nica de Navarra –la segunda del Estado tras el Valle de los Caídos– que glorifica el golpismo y la barbarie; no en vano, responde a los deseos de unos militares golpistas como Sanjurjo, Mola y Franco.

Ante la situación provocada por un marco legal que no aborda el carácter traumático para las víctimas del Monumento a los Caídos, y por la actitud de las institucio­nes políticas del cambio que no han abordado la cuestión en todas sus dimensione­s, es necesario que los grupos políticos implanten una moratoria en el proceso emprendido por el Ayuntamien­to de Pamplona y fomenten un debate político del que debería surgir un relato integral de lo sucedido y, a posteriori, elaborar las pertinente­s modificaci­ones legales en las distintas resolucion­es y leyes existentes, y basadas siempre en el respeto y salvaguard­a de la dignidad de las víctimas. ●

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain