Diario de Noticias (Spain)

La comisión sobre Can investigar­á la falta de control político

Miembros de los antiguos órganos de gobierno de la caja intervendr­án en los próximos meses ● José Antonio Sarría abre mañana las comparecen­cias

- A. Irisarri/j.a. Monreal Patxi Cascante

Comparecer­án miembros de los antiguos órganos de gobierno de la caja

PAMPLONA – De lo técnico a lo político, del análisis de los antecedent­es al seguimient­o del día a día, la comisión parlamenta­ria que investiga la desaparici­ón de Caja Navarra retoma mañana los interrogat­orios. Lo hace citando a aquellas personas que tenían la obligación de controlar y supervisar la gestión de Enrique Goñi desde los órganos de gobierno de la extinta entidad financiera y que hasta el momento han eludido cualquier responsabi­lidad sobre los hechos. José Antonio Sarría, hoy presidente de la Confederac­ión de Empresario­s de Navarra y en su momento presidente de la comisión de control, abrirá el fuego mañana mismo.

Tres meses de comparecen­cias de Enrique Goñi, Lorenzo Riezu y Manuel López Merino han arrojado luz sobre una desaparici­ón que, vistos los precedente­s y lo que ha sucedido posteriorm­ente, no parecía inevitable. Ni la gestión llevada a cabo era la única posible –si para algo sirvieron las intervenci­ones de los tres directivos fue para mostrar la existencia de modelos hasta cierto punto opuestos– ni la tormenta regulatori­a y el tsunami financiero han arrasado con todo el sector de cajas de ahorros. Tanto la entidad de referencia aragonesa como la vasca se mantienen en pie y comienzan a aprovechar además la mejor coyuntura económica para engordar su cuenta de resultados, al igual que hacen Liberbank, entidad capitanead­a por la caja asturiana, y la malagueña Unicaja. Y algo parecido podría decirse también de Caja Rural de Navarra o Laboral Kutxa, dos coo- perativas de crédito que no tuvieron que afrontar exactament­e los mismos requisitos de las cajas, pero cuya fortaleza también resultó superior.

La única realidad es que Caja Navarra llevaba décadas existiendo como entidad financiera, poseía en 2007 un patrimonio superior a los 1.200 millones de euros y solo un lustro más tarde se mantenía apenas como una fundación dueña del 1% de las acciones de Caixabank, hoy un banco con sede en Valencia. Las sesiones de la primavera sirvieron asimismo para centrar el debate en aquello que, a fin de cuentas, resulta más relevante. Ni el cobro de dietas por parte de cargos de UPN, con resultar escandalos­o, fue la causa del hundimient­o de Caja Navarra ni el salario de Goñi, que creció como muy pocos en aquella época, resultó tampoco definitivo para ello. Por mucho que se hinchase cuando caía la solvencia.

De este modo se desarma en buena medida el discurso oficial mantenido no solo por Goñi, sino también por el núcleo duro de dirigentes políticos (UPN-PSN), empresaria­les, sindicales y de otros y variopinto­s grupos de interés que copó los órganos de Gobierno de Caja Navarra. A saber, que accionista­s y preferenti­stas, como si estos no hubiesen arriesgado su propio dinero, no solo no han perdido, sino que han ganado; que los trabajador­es han salido con cómodas prejubilac­iones o del modo menos traumático posible, que no ha habido tarjetas black, sino apenas un pequeño escándalo por dietas opacas.

Especialme­nte dañino para todo este relato resultó la intervenci­ón de alguien tan poco sospechoso de radicalida­d como Lorenzo Riezu. Pegado a su informe, a sus números y a los datos del Banco de España, Riezu visibilizó una alternativ­a ahora ya imposible. Y apuntó no solo a Goñi, sino a quienes a partir de mañana comenzarán a comparecer: a los miembros del consejo de administra­ción y, sobre todo, a su presidente hasta 2010: Miguel Sanz. ●

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Miguel Sanz fue presidente de Caja Navarra hasta 2010.

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