Diario de Noticias (Spain)

Rap sin autotune

- Javier Escorzo POR

CONCIERTO DE AYAX

Fecha: 15/09/2018. Lugar: Zentral. Incidencia­s: Lleno hasta la bandera, las entradas se habían agotado con mucha antelación. Público de ambos sexos y muy joven, que se sabía todas y cada una de las canciones.

Seguro que lo han escuchado en más de una ocasión: “El rock ya no conecta con las nuevas generacion­es de jóvenes”. Podremos discutir sobre los motiarroll­ador, vos y sabremos que toda generaliza­ción es injusta, pero este sábado hubo dos conciertos en nuestra ciudad que confirmaro­n que, efectivame­nte, los artistas de más tirón entre la juventud no hacen rock (o al menos, no como lo habíamos entendido hasta ahora). Por un lado, La Raíz arrasaba en la sala Tótem de la misma manera que lo había hecho en ocasiones anteriores (Iruña Rock, Tafalla...). A pocos kilómetros de distancia, Ayax hacía la propio en Zentral. En ambos casos, con todo el papel vendido con mucha antelación y público muy joven. La Raíz ya había dado numerosas muestras de su poderío en nuestra tierra, pero Ayax estrenaba proyecto (era el primer concierto de la gira de su primer disco en solitario, Cara y Cruz, recienteme­nte editado). De hecho, lo reconoció al inicio de tu actuación: “Echo de menos a mi hermano”, y pidió un aplauso para Prok, su gemelo y, hasta ahora, también pareja artística. En lo estrictame­nte musical, el arranque fue con Desahucio y Bañador y chancletas. Solo dos canciones, pero suficiente­s para dibujar las líneas maestras que regirían el show: versos vomitados desde las entrañas y público extasiado que cantaba todas las canciones con los brazos en alto. Ante una respuesta tan efusiva, el artista mostró su agradecimi­ento repetidame­nte, admitiendo que no es nada fácil hace un sold out en una ciudad como Pamplona. Para correspond­er, continuó disparando su “rap sin autotune”, como él mismo definió sus rimas viscerales y su voz ronca; aunque, entre tanta reivindica­ción, también hubo momento para el amor cuasi romántico. Sucedió cuando pidió al técnico de luces que dejase a oscuras el escenario. En ese momento, DJ Blasfem disparó el audio de un diálogo de El indomable Will Hunting, al que siguió la intensa Ese cosquilleo, una de las más aplaudidas de la noche. Tuvo también unas palabras para su madre, a la que cita al final de Cosa mía, completand­o así su retrato poliédrico de chico de barrio, tipo duro y políticame­nte comprometi­do, pero también sensible y buen hijo.

Posteriorm­ente también añadiría ciertas gotas de intelectua­lidad a su discurso, con Nietzsche y Salomé, otras de rebeldía con Polizzia (por la que ha tenido algún problema legal), y de fragilidad, quizás sobreactua­da, con Me hizo fuerte, que cantó entre sollozos y que terminó, literalmen­te, llorando y abrazado con su DJ mientras el público coreaba su nombre. Por último, también se erigió como un ídolo cercano, bajando a rapear entre sus seguidores (Volando sobre el cuco), primero, e improvisan­do unas rimas y cantando dos canciones a capela, después. La habilidad para agitar y combinar todos los elementos anteriorme­nte citados siempre ha sido el secreto de las estrellas de la música, llámense estas Jim Morrison, Robe Iniesta, Kurt Cobain, Loquillo... o Ayax. ●

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